·...El tercero, que apenas empujó, fue una birria..."
Siguen las rebajas:
oreja de saldo para Castella, y más seria para Manzanares
oreja de saldo para Castella, y más seria para Manzanares
-El ocupante del palco Manuel Muñoz Infante -
"....Todo lo anterior le viene de perlas al presidente de turno, que después de admitir corridas impresentables, acaba certificando el desaguisado con la concesión de estos trofeos "de mercadillo", haciendo de "La Ventas" una portátil cualquiera..."
Juan Miguel Núñez
Madrid, 20 may (EFE).- Dos orejas de rebajas y de distinto valor, una muy barata para Sebastián Castella, en tanto fue más oreja otra que paseó José María Manzanares, hoy en Las Ventas, en un festejo en el que Alejandro Talavante firmó una ambiciosa faena, sin embargo, sin la rúbrica de la espada.
EL "SISTEMA" SE EQUIVOCA, AUNQUE DA RESULTADO
Cosas buenas y hasta muy buenas en la tarde. Y otras, no tanto. Lo más censurable, el planteamiento de corrida teniendo en cuenta la expectación que había levantado el cartel, con Manzanares y Talavante, cuyos nombres venían orlados por la Puerta Grande que cada uno se había apuntado hace menos de una semana, y con ellos, otro "gallito", el francés Castella.
Los toros inicialmente previstos de Garcigrande fueron rechazados en el reconocimiento previo -se dijo que trajeron hasta catorce, y pasó sólo uno, que terminaría llevándose el ganadero-, por lo que la empresa, que dicho sea de paso apodera a Talavante, echó mano de una corrida de los dos hierros de Juan Pedro Domecq, que también dejó mucho que desear sobre todo en cuanto a presencia.
Lo mejor para crear un ambiente en contra era eso, traer toros escasos. De hecho, se preguntaba la afición al ver salir el anovillado primero, cómo serían "los garcigrandes" devueltos al campo.
El segundo, también de escasa apariencia. El tercero, que apenas empujó, fue una birria. El cuarto, más toro, con más "carbón". Pero el quinto, aunque se movió más y mejor que ninguno, hizo que antes de que tomara vuelo la faena alguien gritara "¡Vaya becerro, Manzanares!". Y el sexto, difícil por manso y cobardón.
A quien se le diga, la que le prepararon a las figuras. Pero no hay que asombrarse, que es así como ha funcionado siempre lo que ellos mismos, los profesionales, llaman "el sistema".
Menos mal que tanta sinrazón cuenta de antemano con la condescendencia de un público en muchos casos ocasional, y desde luego ingenuo, que todo le parece bien. Son la gente "del clavel", como les llaman los habituales. No son críticos en absoluto, quizás porque, más que a ver, vienen a la plaza a dejarse ver. Y parece que tienen asumido de antemano el papel de una especie de selecta "claque" que todo lo aplaude, por supuesto con el pañuelo siempre a mano para pedir las orejas.
Todo lo anterior le viene de perlas al presidente de turno, que después de admitir corridas impresentables, acaba certificando el desaguisado con la concesión de estos trofeos "de mercadillo", haciendo de "La Ventas" una portátil cualquiera.
Contado lo cual se entenderá mejor el relato de lo que fue la corrida.
Medio toro, el que abrió plaza, sin presencia y cayéndose, sin raza. "¡Novillero!", le gritaron a Castella desde "el 7", el tendido entendido y crítico, esta vez cargado de razón.
También el primero de Manzanares, en el límite de todo. El alicantino estuvo elegante y sin ajuste, y también faltó limpieza. Pero le aplaudieron. Está claro que hay gente que les da igual un toro que una cabra, con tal de que sea Manzanares el que esté delante.
El tercer duró muy poco y aportó menos, y Talavante pasó con él sin pena ni gloria.
La segunda parte del festejo fue otra cosa, aunque nada justifica el triunfalismo que se vivió, por ejemplo, en la faena de Castella al cuarto, premiado con una oreja que dice poco bien del prestigio de Madrid. Porque hubo una serie a derechas, la primera, ligada y honda, y lo demás fueron cites fuera de sitio, muy rápido y fuera de cacho. La estocada fue buena, pero faltó mucho para la oreja que paseó, por supuesto entre muchas protestas.
Manzanares, también con ciertas desigualdades en el quinto, no obstante, aquí hizo cosas muy notables. Un cambio de mano por delante, lentísimo, fue de una belleza indescriptible. Y en general, en el toreo al natural, lo bordó. No tanto por el derecho, pero en general fue una oreja de mucho más peso que la del francés.
Aunque la faena de más mérito, por las exigencias que tuvo el toro, fue la de Talavante al sexto, un manso que buscó pronto la querencia. Allí en tablas después de una primera parte de poca expresión, tanta disposición, entrega y seguridad del torero dieron sus frutos: una tanda ligadísima al natural, y otra, fueron el acabose.
En las manoletinas finales, ¡zas!, un volteretón, que impresionó mucho aunque por fortuna no le pasó nada al torero. Montó la espada aprovechando la impresión de congoja en el tendido. Pero no hubo suerte. Y la oreja más que segura, y ésta sí que hubiera sido de verdad, se esfumó. EFE
FICHA DEL FESTEJO.-
Cuatro toros de Parladé, escasos de presencia, blandos, mansones y deslucidos; y dos -cuarto y quinto- de Juan Pedro Domecq, la misma casa ganadera, más encastados, con movilidad y clase. El quinto, aplaudido.
Sebastián Castella: media (silencio); y buena estocada (aviso y oreja protestada).
José María Manzanares: bajonazo (palmas); y estocada desprendida (oreja).
Alejandro Talavante: pinchazo y estocada (silencio); y pinchazo, casi entera atravesada y dos descabellos (vuelta tras dos avisos).
En cuadrillas, Curro Javier se desmonteró en el segundo, pero el que estuvo soberbio con "los palos" fue su compañero Juan José Trujillo, sobre todo en el último par. Trujillo saludó, invitando a compartir la ovación a Luis Blázquez.
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Lleno de "no hay billetes" en tarde espléndida.
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