Ponce alecciona a los tontos que persisten en desacreditarle / por J. A. del Moral

"...No quiero decir que niegue al toreo un pensamiento, pero el toro te pregunta tan rápido, y tantas cosas, que las respuestas son intuiciones, son sensaciones, no tienes tiempo de pensarlas...”

Ponce alecciona a los tontos que persisten en desacreditarle

J. A. del Moral

El caso es que siguen atacando a Ponce y , de paso, a Manzanares sin atreverse a nombrarles, empleando conceptos e ideas sin explicarlos, es decir sin decir nada: pureza, intensidad, movimiento continuo, calidad, intensidad, ligazón ficticia.. En el fondo apelan al unipase que es lo que resultaría de volver a cita tras cada muletazo

La relación es evidente (donde no hay evidencia no hay verdad; principio de identidad sintética): Se trata de desprestigiar a Ponce y Manzanares con chorradas técnicas y/o sentimentales​. Pero no hay tal dialéctica, no existe debate; torear es dominar al toro con la mayor belleza posible y punto. Como dice Nietzche, “Cultura es seguir al genio”. Por eso hay que tomar de la mano al filósofo alemán y seguir al genio, a Ponce, y agarrado a la mano más sabia del toreo de todos los tiempos. Antes de que hayamos leído la penúltima imbécil teoría de su detractor más enfermizo, esto es lo que dijo el gran torero valenciano después de indultar al toro Vidalarga de Torrestrella en El Puerto de Santamaría:

“La técnica? No la técnica es propia de principiantes. En el toreo, la técnica son sensaciones. Cuando toreas, el toro no para de hacerte preguntas. Pero sus preguntas tú no las entiendes, las sientes, se transforman en sensaciones. Y la técnica, aquello que te preocupaba cuando empezabas, se transforma en respuestas. En respuestas automáticas, que son como sentimientos. Es el toreo que llevas dentro. Yo oigo hablar de terrenos, de alturas, de toques, de colocación, de las distintas maneras de presentar los engaños, y en el fondo de mí, no sé por qué he sido tan técnico como dicen. Si yo he hecho lo que dicen que he hecho, te aseguro que fue porque me salió así.

No quiero decir que niegue al toreo un pensamiento, pero el toro te pregunta tan rápido, y tantas cosas, que las respuestas son intuiciones, son sensaciones, no tienes tiempo de pensarlas”.

O sea, que la cuestión es que el torero debe estar siempre dentro del toro, mirándolo siempre, entendiendo sus ojos y sus movimientos. Ambos te lo dicen todo, te imponen de improviso cambiarle el terreno, porque le notas cansado o resabiado o desconfiado, y vas y te lo llevas a otro sitio. O ves que una embestida ha perdido dimensión, o mejor todavía, que la va a perder, y le citas entonces con la muleta más retrasada, o, según sea su raza, le puedes decir pues te vas a joder que ahora vas a embestir más hondo todavía. En el toreo hay un mundo de problemas que te plantea el toro y, supongo, un número igual de recursos para resolverlos.

Pero son tantos que no puedes aplicarlos como recetas. Por ejemplo, los toques. A veces los pide el toro, en otros momentos la embestida durante su viaje, y a veces los pide tu miedo o tu inseguridad, y a veces sobran, porque tu colocación, de puro buena, ya es un toque. No hay forma de catalogar todo esto. Hay, sí, unos principios básicos que debes cumplir porque si no, el toro te lleva por delante.

Pero torear, dejar que todos esos problemas se queden ahí abajo, sin que nadie los vea para que los pases fluyan y tú puedas sentir libremente, eso impone que la técnica esté dentro de ti, dormida, y que se despierte cada vez que el toro lo pida, sin que te des cuenta. Mira, la suerte de matar sí la pienso. Siempre sé por qué mato, en qué terreno, si en la suerte natural o la contraria, si cerca, a media o a larga distancia, si con un estoque u otro, si rápido o templado. Pero a veces, le veo la muerte al toro en contra de todo lo que pienso, y si no lo hago como lo veo, seguro que lo pincho”.

Si el toreo no es diálogo con el toro, un diálogo de sensaciones, me parece algo aburrido, monótono. Es como cuando hablamos de las alturas. En principio es pura lógica. El toro te mira a una altura y mete la cara a una altura. Lo lógico es que tú te acoples, que no le violentes forzándole a humillar, a ir como no quiere. Pero hay un momento en que intuyes, incluso en que sientes que te pide que le bajes la mano para que le empieces a torear sometido. Eso de que torear es llevar al toro por donde no quiere es algo que sucede poco a poco. Al toro hay que quitarle la razón sin llevarle la contraria, Si lo prefieres, eso es el temple. Cuando el toro embiste acoplado, sometido, humillado, mira por dónde, cree que está ganando. Y si haces así las cosas, el toro dura más. Y eso, porque se cree que gana mientras tú lo llevas sin que se dé cuenta de que ya no embiste como él quería, que ahora lo hace más en redondo, entregándose más, doliéndose más, pero aceptándolo. Claro que si el toro dice no, y que no humilla, que no se entrega, ahí están las alturas, y el torero entonces debe respetarlas. Y el aficionado, no desdeñar el toreo a media altura. Sí, sí, ya sé que van a decir ahora, ya está ahí Ponce, mira qué bien se defiende. Pero creo que merece la pena pensar en el toreo a media altura.

Ya sé que lo que nos gusta, y a mí el primero, es el toreo por bajo, citando con la muleta adelantada, la mano baja y rematado muy atrás. Pero, te repito, ¿es que no hay sitio para el toreo a media altura? ¿No podría incluso pensarse que una de las cosas más difíciles del toreo es llevar a un toro sometido a media altura? ¿No torea entonces el pecho, la cintura, no torea, al rematar, la muñeca?.

De acuerdo, yo creo en los cánones. Es más, siempre que toreas bien cumples los cánones. Pero el respeto a las reglas tiene una interpretación tan amplia como variados son los comportamientos del toro”.

Pero claro, el más tonto de sus detractores cree ser uno de los grandes maestros del toreo y Ponce, a su lado, es un chufla. Por lo que deberíamos pensar en seguirle y dejar de lado las reflexiones del maestro. ¿Fin del debate?