viernes, 31 de mayo de 2019

Tauromaquia. Prohibir lo prohibido


Litografía de Gustave Doré, "La suerte de capa"

Y hablando de prohibiciones, nuestra noble, mística y milenaria tradición taurómaca no se libra en el discurso que al alimón llevan podemitas y socialistas. La última tentativa, la de la candidata de Unidas Podemos a la Comunidad de Madrid, que promete un referéndum para eliminar la Fiesta Nacional, nuestra Fiesta. 

Prohibir lo prohibido

Madrid, 31 de mayo de 2019
Si en algo se diferencia del resto de los mortales el soviet de la tinaja de Pablo Iglesias es en su afán prohibicionista contra lo que consideramos el orden establecido. O el desorden. Porque ahora, por más que nos pese, el orden son ellos y, al resto, no nos queda otra que cambiar el estatus que la historia nos ha encomendado y comenzar a agrietar subversivamente dicho (des)orden.

Y hablando de prohibiciones, nuestra noble, mística y milenaria tradición taurómaca no se libra en el discurso que al alimón llevan podemitas y socialistas. La última tentativa, la de la candidata de Unidas Podemos a la Comunidad de Madrid, que promete un referéndum para eliminar la Fiesta Nacional, nuestra Fiesta. 

La candidata de Unidas Podemos a la Comunidad de Madrid promete un referéndum para eliminar la Fiesta Nacional, nuestra Fiesta.

Llegados a este punto permítanme recordarles mediante unas pinceladas como antes de ésta hubo varias tentativas históricas de prohibir las corridas de toros. Pero tentativas serias, procedentes del estadio real o clerical, es decir, del verdadero orden en la larga historia de nuestro país, y no del caótico desorden que actualmente ocupan los que quieren prohibir absolutamente todo lo que no comulga con la ideología de la tinaja. 

Ya Alfonso X el Sabio condenó a quienes lidien a cambio de dinero. Y también la Iglesia hizo lo propio.

Ya el rey Sabio en la Tercera Partida condena a aquellos que lidian a cambio de dinero, entendiéndolos como personas indignas y no honorables. Curioso calificativo para un lidiador medieval, pero idóneo para cierto sector político que únicamente entiende la moral a su manera. La condena por parte de clérigos continuó en distintos sínodos y concilios, destacando los de Burgos (1503), Sevilla (1522), Orense (1539), Oviedo (1553), Toledo (1565) o Granada (1566). Incluso Isabel la Católica, nuestra Isabel, figura pionera del feminismo, y mujer, quiso prohibir también la celebración de estos espectáculos, pero lo dio por imposible ante la afición que Castilla les profesaba. Fémina, reina, tolerante y democrática…, tenía todas las cualidades de las que hoy carecen aquellos que quieren prohibir esta práctica y se erigen defensores del neofeminismo. Lástima no veamos a la reina Católica en carteles y proclamas del tan fatídico y celebrado Día de la Mujer…

Y vayamos aún más lejos. A colación de la bula promulgada en 1567 por el pontífice Pio V, con la cual excomulgaba ipso facto a todos los príncipes cristianos que celebrasen corridas de toros en sus reinos, se dice que las palabras del rey Prudente fueron las que siguen:

  • Decidnos –preguntó el rey dirigiéndose a los nobles–: ¿qué dispone la Bula?
  • Prohíbe, Señor, que se corran los toros.
  • Pues a fe que os podéis divertir sin contrariar la decisión de nuestro Santo Padre.
  • ¿Y cómo, Señor?
  • Pues corriendo vacas.
Ríase el lector del hembrismo o la inclusión (animal, que más mérito tiene) de Felipe II.

Pero no sólo con la iglesia hemos topado. En las Cortes de Valladolid de 1555 se acordó pedir al rey que “fuera servido de mandar que no se corrieran toros, o que se dé alguna orden para que si se corrieran no hagan tantos daños”. Encontramos aquí, con quinientos años de vanguardia, frente al animalismo imperante e izquierdoso de hoy día, una defensa a ultranza del más preciado bien que tiene el hombre: la vida.

Por tanto, frente el afán prohibicionista del flautista de Galapagar (pues, muy a nuestro pesar, cada vez que hace sonar su instrumento salen por cientos nuevas voces que claman contra todo aquello que tiene que ver con España), al resto de mortales no nos queda sino lidiar, cual miuras, para volver a ganar el indulto que a lo largo de la historia ha ido obteniendo este noble arte que nos hace partícipes a los que de él disfrutamos de nuestra propia existencia. Pobres aquellos que, por desconocimiento, no se acercan a ella. Desgraciados aquellos que pretenden arruinarla.

 ¿Qué nos queda? Fácil: al toro manso, puya.

Ramos, si no quieres que se sepa, no lo hagas / por Juan Manuel Rodríguez


Sergio, ¿quién miente, tú cuando niegas que quisieras irte libre o Florentino Pérez cuando lo dijo el lunes pasado? 

Ramos, si no quieres que se sepa, no lo hagas 

Casi al final de la rueda de prensa que hoy ha ofrecido Sergio Ramos, mi compañero y amigo Mario Torrejón, colega de la Cadena Ser, le ha dicho al capitán del Real Madrid algo así como "ya que has aclarado todo lo aclarable"... Y yo, sinceramente, me he quedado de piedra. Me surge una pregunta: ¿Seré yo tonto? Tengo la duda de si yo soy tonto porque a mí Ramos no me ha aclarado absolutamente nada de nada. Es más, me parece que su convocatoria de rueda de prensa ha sido para no aclarar nada de nada, y tengo para mí que, después de lo sucedido hoy, ha tenido que irse felicísimo a su casa porque, la verdad sea dicha, nadie le ha apretado tampoco lo bastante como para que aclare nada de nada. ¿Mintió o dijo la verdad Florentino Pérez cuando el otro día confirmó en Onda Cero que Sergio se había reunido con él para decirle que tenía una oferta de un equipo y que quería irse libre y con la carta de libertad? Lo de la oferta sí lo ha confirmado pero, sin embargo, ha orillado la cuestión fundamental: si Ramos dice que no quería irse libre y Florentino dijo que quería irse libre, uno de los dos miente: ¿Quién miente, Ramos o Florentino Pérez? Miente Sergio Ramos, por supuesto.

¿Quién ha montado este quilombo? Porque diera la sensación de que fue Juanfe Sanz quien lo montó contando en El Chiringuito, hace ahora justo una semana, que Ramos se había reunido con Florentino para presentarle una oferta de un club chino y pedirle al presidente del Real Madrid que le dejara irse gratis. Sin embargo, Ramos ha confirmado ese extremo: efectivamente se reunió con Florentino, efectivamente le trasladó una oferta de un equipo chino y efectivamente Florentino le dijo que no podía dejarle ir gratis. Entonces, ¿no ha sido el propio Ramos o su hermano René quienes han organizado este lío? ¿Resulta legítimo que Sergio Ramos quiera cobrar más? Por supuesto que sí. ¿Es legítimo que Sergio Ramos pretenda cobrar más y esa pretensión suya quiera blanquearla contando el cuento chino, y nunca mejor dicho, del cariño paternal, la confianza frustrada y las emociones rotas? Naturalmente que sí. ¿Y es razonable que alguien con dos dedos de frente se haya creído un segundo de un minuto de la rueda de prensa de hoy? Pues no, no lo es, no es razonable.

¿Cómo es posible decir al mismo tiempo que no te quieres ir pero que fuiste al despacho del presidente del Real Madrid para que valorase una oferta de un equipo chino? ¿Qué credibilidad puede tener alguien que aduce su nacionalidad, en este caso la española, para explicar que la tenemos tomada con él, cuando aquí, y tratándose del Madrid, al que se cuida por encima de todos por parte del periodismo deportivo es al futbolista español? ¿O es que Bale, al que han machacado, es de Torredonjimeno, provincia de Jaén? ¿Y Kroos de Parderrubias, en Pontevedra? ¿Y Marcelo de Ajo, en Cantabria? Si hubo visita al despacho de Florentino, y la hubo; y si se produjo presentación formal de la oferta de otro equipo, y se produjo, ¿qué buscaba exactamente Ramos? Lo que buscaba Ramos es que le dijeran que no y le dijeran que sí, o sea: que le dijeran que no a la oferta china y que le dijeran que sí a una mejora de contrato o a una ampliación del mismo. ¿Ha logrado eso Ramos del Real Madrid? Pues yo no pondría ni una uña de un dedo del pie izquierdo a que no lo haya logrado y, dentro de tres o cuatro meses, conozcamos que su contrato se ha ampliado un par de temporadas más.

Os juro que por un momento, y escuchando a Ramos, me ha venido a la memoria esa escena de Bienvenido Mister Marshall en la que el gran Pepe Isbert decía aquello de "¡Vecinos de Villar del Río, como alcalde vuestro que soy os debo una explicación y esta explicación que os debo os la voy a pagar; porque yo como alcalde vuestro que soy os debo una explicación y esta explicación que os debo os la voy a pagar; porque yo como alcalde vuestro que soy os debo una explicación y esa explicación que os debo os la voy a pagar". En ese instante le interrumpe el gran Manolo Morán que le manda callar y dice: "Déjeme a mí; yo no sé si os habéis enterado todavía que el señor alcalde os debe una explicación, pero si no os habéis enterado aquí estoy yo para deciros que no solamente os debe eso sino una gratitud emocionada por el respeto, el entusiasmo y la disciplina con la que habéis acogido sus órdenes demostrando con ello el heroísmo sin par de este pueblo que os vio nacer para honra y orgullo del mundo entero".

Y yo, como en el chiste de Eugenio, pregunto: "Vale, vale, pero... ¿hay alguien más?" Existe, insisto, la posibilidad cierta de que yo sea muy tonto y no me haya enterado de nada pero, Sergio, ¿quién miente, tú cuando niegas que quisieras irte libre o Florentino Pérez cuando lo dijo el lunes pasado? Como alcalde nuestro que eres nos debes una explicación y esa explicación nos la vas a dar... ¿cuándo? Y por último: si yo fuera Florentino Pérez me acogería al pie de la letra a lo dicho por Ramos cuando ha asegurado que en el Real Madrid jugaría gratis porque a él nunca le ha importado el dinero. Ojo, hablamos de cerca de 50 millones brutos, ¿eh? Y si, como me malicio, en esa reunión privada le ha arrancado algo a Florentino, igual hablamos de algo más, igual estamos hablando de 100. ¿Qué mayor muestra de madridismo que no cobrar por jugar? Ya lo dice el proverbio chino: "Si no quieres que se sepa, no lo hagas".

Márquez & Moore. San Isidro'19. Román se lleva el gato de los Adolfos al agua preparada para Roca Rey


España soy, agónico, violento,
huracanado amor en llama viva
con sueño de esculpir a sueño el viento

Crónica de José Ramón Márquez
Fotos de Andrew Moore


¡En mi casa no se cambia ni un toro!
Y los toros van a venir como su madre los ha parido
Adolfo Martín

El triunfador
"He disfrutado"

 Román se lleva el gato de los Adolfos
 al agua preparada para Roca Rey

Tercera entrega del triduo de Albaserrada. En esta ocasión el protagonismo era para los toros de Adolfo Martín y el morbo de la tarde el de ver a Roca Rey anunciado con unos toros a los que, como norma, no se enfrenta. La cosa de encontrarse reunidos en un mismo cartel los nombres de Roca Rey y Adolfo se debe al bombo, que hicieron una especie de rifa -sinceramente ya no me acuerdo de las interioridades de aquello, y a estas horas no apetece mirarlo- en la que salió la combinación que muchos hubiésemos soñado. Ante eso, lo único que se puede hacer es aplaudir la decisión de Roca de permitir que su nombre entrase en un bombo en el que le podía salir cualquier cosa, porque Roca podía haber hecho como Poderoso I de San Blas, hacerse el despechado y ponerse finolis a decir que su nombre no entraba en esa rifa, faltaría más, que él es un figurón y que de bombos nada, que bombo no y platillo sí.

El primer temor del aficionado, esa subespecie en peligro de extinción, era que a Adolfo le hubiesen vendimiado la corrida entre Ramón Valencia y José Antonio Campuzano y que hubiese preparados dos toros canijos para aliviar el trance de la figura, y eso puede decirse tajantemente que no pasó, y aunque la corrida no tuvo una presentación lo que se dice pareja y esmerada, sí que se justificó en cuanto a su presencia. La segunda mosca detrás de la oreja era ver ahí esos dos sobreros, esa espada de Damocles de Victoriano del Río y del Conde de Mayalde, por si de pronto echaban al corral un Adolfo y nos encontrábamos con el chasco de la juampedrada por la puerta falsa. Esto tampoco pasó. La tercera mosca, moscardona, era la del vestido de seguridad de Roca bajo el traje de luces, que nos hubiese gustado una barbaridad que los que le rodean hubiesen presentado un acta notarial de que ahí debajo no había nada más que la pura carne mortal. Eso tampoco pasó.

Las corridas de Albaserrada han ido de más a menos y esta tercera ha sido la de menos interés del serial en cuanto a la cosa del toro. Bien es verdad que hoy ha habido tres toros, uno para cada matador, que han presentado una cara en cierto modo más amable, más proclive al toreo, aunque en ningún caso con esa perruna actitud que tantas veces se ha censurado aquí, pues todos tuvieron su punto de dificultad. Donde la corrida no ha sacado la mejor valoración ha sido en lo relativo a la cosa del tercio de varas, pues en general la actitud más común de los seis adolfos ha sido el dejarse pegar y el no vender cara su vida frente a los del castoreño, que en general han pegado lo que les ha venido en gana con cierta tendencia a irse atrás en los lanzazos, que ellos sabrán por qué lo hacen. Creo que no es preciso detenerse más en la labor de los picadores, pues su trabajo no ha sido, desde luego, como para escribir una página del Cossío, sino más bien para tratar de olvidarlo.

Los tres que se vinieron a Madrid a por los adolfos fueron Manuel Escribano, de grana y oro con unos curiosos bordados de plumas de escribano en los brazos; Román, de buganvilla y oro y Roca Rey de berenjena y oro con corazones belmontinos en el bordado. Es evidente que, sin desdoro para los otros dos, el que llenó la Plaza de público y les alegró la tarde a los reventas fue Roca Rey.

Manuel Escribano sorteó por delante a Aviador, número 59, al que se fue a recibir a chiqueros, a darle una larga cambiada de rodillas. Antes de entrar al caballo por primera vez el tal Aviador ya había hecho un aterrizaje de emergencia en el piso de Las Ventas, luego pasa el trámite de las puyas y ahora viene lo de las banderillas, que Escribano es de los que ponen banderillas. Las pone de aquella manera, a todo trote, clavando a toro pasado y cierra el tercio con el par del violín, quebrando por los adentros y amparado por el capote salvavidas tras la barrera, cosechando aplausos totalmente inmerecidos. Su trasteo se basa en el principio de ahogar al toro, y no es la primera vez. El toro había acudido con prontitud y nobleza a los cites de banderillas y Escribano, que habría visto esas condiciones del toro, decide echarse literalmente encima de él sin querer ver que el animal demandaba un poco más de terreno entre él y el torero. Poco a poco a base de chicotazos y medios pases va Escribano construyendo su obra hecha sobre el toreo en paralelo y la mala resolución del muletazo. Digamos que el toro tenía diez o quince muletazos que son los que Escribano debería haberle dado, en vez de alargar la faena y aburrir al animal y a la afición. Mata bien por arriba. 
Su segundo se llamaba Español, número 78, y el programa llamaba cárdena a su capa, que no digo que no lo hubiese sido de eral, como esos niños rubitos que se empeñan en seguir siendo rubitos a los 75 años, pero la evidencia es que sus pelos tenían el mismo color negro que los del crítico don Manuel Molés, como pudo verse perfectamente cuando pasó cerca del lugar que ocupa el periodista. El toro, que era casi cornipaso, no andaba sobrado de fuerzas, por lo que recibió muy poco quebranto a costa de las puyas. De nuevo volvió Escribano a agarrar los rehiletes y a dar su particular mitin, aunque en honor a la verdad hay que decir que esta vez puso un buen par por los adentros y a favor de la querencia del toro, aunque lo que más le aplaudieron fue el tercer par, un trompicado quiebro sentado en el estribo, de nuevo con capote salvavidas en el callejón, en el que quedaron las dos banderillas en el suelo. A cambio le dieron una buena ovación y esto lo pongo para que se calibre el ambiente que había en la Plaza. 

Luego, tras unas pedresinas que parecen querer anticipar a lo que nos esperamos de Roca, comienza su faena basada, como tantas otras veces, en los principios de la neotauromaquia: no cruzarse, rebañar el muletazo saliendo de él a la carrerita, llevar al toro bien por fuera. Al principio le da cierto aire al toro, pero Escribano no quiere esa distancia y va proponiendo pases más próximos, sin un plan, sólo amontonándose El toro, que no es una mona, le caza en uno de esos amontonamientos, pegándole un buen tabaco y las gentes del 6 se vuelven a increpar a los de la grada, como si ellos tuviesen alguna responsabilidad sobre la cornada. El toro tenía unas óptimas condiciones para la muleta y, de veras, se hubiese merecido otro torero enfrente que le sacase lo que llevaba dentro con más sinceridad que las triquiñuelas que ensayó constantemente Escribano. A este lo mató Román de metisaca, pinchazo y estocada trasera.

Ahora viene la duda de si hablar de Roca o de Román, pero creo que será mejor echar por delante al peruano. El primero de los adolfos de Roca, el tercero de la tarde, Sombrerillo, número 61, no presentó una sola facilidad, sin ser una alimaña, ni mucho menos. Recibió algo de castigo en la primera vara y nada en la trasera segunda. A este toro lo había recibido con suavidad y suficiencia con el capote y eso es lo que dio a las multitudes que se habían venido a verle, porque su aseada labor con la franela tan técnica como fría no mostró ni por lo más remoto ninguna de las características que muchos venían buscando en Roca Rey. Sin querer dar el paso adelante, sin pretender transitar por los caminos de la épica, Roca hizo ir y venir o acompañó la embestida del toro Sombrerillo y no estuvo ni bien ni mal, ni mal ni bien. Lo mató de una buena estocada arriba. 

Su segundo fue el del número 81, Madroñito, que en seguida cantó sus óptimas condiciones. Remató en el burladero del 9, cobró sólo en la primera vara, cumplió educadamente en banderillas y llegó a la muleta con una preciosa embestida fuerte y vibrante. Ante las condiciones del toro a Roca no se le ocurre otra cosa que despachar un quintal de la más sublimada vulgaridad, de aprovechar las embestidas del toro en beneficio propio sin poner de su parte más que la consabida técnica, que la tiene y muy bien aprendida, la pata retrasada, el viaje por las afueras, la mano baja -eso sí-, y como el toro va y va y no deja de ir las buenas gentes entran en éxtasis y vitorean aquel despropósito como si fuese la más pura expresión del toreo, pero si alguno venía con el argumentario de que iba a ver a una figura de época, la cosa se quedó simplemente en que ahí abajo lo que había era una figura de esta época
La faena baja de intensidad cuando Roca se pasa la muleta a la izquierda, pues ahí no se produce la ansiada repetición de pases, y cuando vuelve a la derecha aquello no cobra el nivel del delirio del principio, salvo los vitoreados pases por alto y de pecho. Entre medias hay algunas cosas notables como un cambio de mano y, sobre todo, la capacidad de ensamblar las partes de la faena, pero el conjunto no puede ser del agrado del aficionado exigente, pues la casi completa dimensión de su propuesta está basada en la ventaja y, por qué no decirlo, en la mixtificación. Un pinchazo en algo que acaso quiso ser la suerte de recibir y una eficaz estocada rinconera pusieron fin a la vida de Madroñito y, probablemente, a la relación de Roca y Adolfo en los ruedos.

Y aquí tenemos a Román que no quiso en modo alguno resignarse al papel que en principio le correspondía en el reparto de papeles de esta tarde y quiso labrar su propia obra, así que nos vamos directamente al quinto, Mentiroso, número 36, que no dijo nada en varas y puso sus dificultades a los de plata, pero ahí estaba la decisión de Román para, desde el inicio de su labor, demostrar que iba a luchar por vencer al toro. Empieza por la derecha, haciendo humillar al toro y en seguida se ve su ansia de no ceder la posición, de dominar la pelea. Román aguanta valerosamente un inesperado parón y ahí su labor empieza a crecer en otra serie a derechas hecha a base de cuajo y honradez, aguantando y cayendo hacia adelante, muy valiente porque el toro tenía presencia y hondura y no invitaba ni mucho menos a esa porfía. El toro no respondió tan bien cuando Román lo tanteó con la mano zurda y Román, que remató su labor con ayudados por bajo enganchados, quiso asegurar su triunfo tirándose a matar con toda su alma, cobrando una estocada entera desprendida que es suficiente para tumbar a Mentiroso y poner una merecida oreja en las manos del valenciano.

***
Querer culpabilizar a unos determinados aficionados de un percance es una solemne y demagógica tontería. Decir esto es una perogrullada, pero de todos los percances que ocurran en el ruedo sólo hay dos responsables: uno de ellos es cuadrúpedo y el otro viste de oro o de plata.
__________

- Andrew Moore -

Manuel Escribano, de grana y oro con unos curiosos bordados
de plumas de escribano en los brazos
Estocada pasada y desprendida. Aviso (silencio)

las pone de aquella manera

La cogida

El hule

Román, de buganvilla y oro
Media estocada pasada y muy atravesada y descabello (saludos)
En el de Escribano, dos pinchazos y estocada (palmas )
Gran estocada. Aviso (oreja)

una obra a base de cuajo y honradez

Roca Rey de berenjena y oro con corazones belmontinos
en el bordado y no sabemos si leotardos de Mühlberg
(como los de Carlos V en la guerra)
Pinchazo y estocada (silencio)
Pinchazo y estocada (petición y saludos)

su propuesta está basada en la ventaja y,
por qué no decirlo, en la mixtificación

a Roca no se le ocurre otra cosa que despachar
un quintal de la más sublimada vulgaridad,
de aprovechar las embestidas del toro en beneficio propio
sin poner de su parte más que la consabida técnica

y como el toro va y va y no deja de ir las buenas gentes
entran en éxtasis y vitorean aquel despropósito como si fuese
la más pura expresión del toreo, pero si alguno venía con
el argumentario de que iba a ver a una figura de época, la cosa
se quedó simplemente en que ahí abajo lo que había
era una figura de esta época

las corridas de Albaserrada han ido de más a menos
y esta tercera ha sido la de menos interés del serial
en cuanto a la cosa del toro

Benlliureando

Guernica con clavel al fondo

Zapatero debería ser juzgado por sus negociaciones con ETA: «Ha traicionado a España»



Es infame lo que confirman las actas secretas de sus negociaciones con los etarras. Es un insulto a los muertos y un crimen de Estado que deberá ser juzgado algún día.


Noticia relacionada:


Así lo manifiestan en las redes sociales
Miles de españoles creen que Zapatero debería ser juzgado por sus negociaciones con ETA: «Ha traicionado a España»

Madrid, Viernes, 31 de mayo de 2019
Las actas secretas de ETA no han pasado desapercibidas. Son miles los españoles que han mostrado su indignación con José Luis Rodríguez Zapatero, ex presidente del Gobierno socialista, por las negociaciones que mantuvo con la banda terrorista con el fin de conseguir su disolución.

Para lograrlo, Zapatero estuvo dispuesto a prácticamente todo, lo que ha sido calificado de «traición a España» por numerosos españoles, e incluso Santiago Abascal, presidente de VOX, lo ha calificado de  «crimen al Estado».

En las negociaciones con la banda terrorista ETA, Zapatero llegó a ofrecer «liberar a etarras como De Juana Chaos, derogar la Doctrina Parot, un estatuto único para País Vasco y Navarra e incluso dejar de detener a los etarras que estaban en libertad y no formaban parte de ninguna operación policial».

Es por ello por lo que Santiago Abascal se ha sumado a las numerosas críticas que se han producido en las últimas horas: «De las múltiples traiciones de Zapatero y Rajoy a España, la peor fue rendirse ante ETA. Es infame lo que confirman las actas secretas de sus negociaciones con los etarras. Es un insulto a los muertos y un crimen de Estado que deberá ser juzgado algún día».

SAN ISIDRO 2019. La corrida de Adolfo Martín en el objetivo de Andrew Moore. Escribano sufre grave cornada.



En la corrida de máxima expectación, Manuel Escribano sufre una grave cornada en el muslo; Román corta un trofeo; Roca Rey lo pierde, por la espada, pero supera con nota el examen. Los toros de Adolfo Martín dan juego variado; muy buenos, los tres últimos.


San Isidro. Monumental de Las Ventas
Jueves, 30 de mayo de 2019. Decimoséptima corrida. Lleno de «No hay billetes». Toros de Adolfo Martín, de juego variado; buenos, los tres últimos.

Manuel Escribano, de corinto y oro. Estocada (aviso, silencio). En el cuarto, herido. Mata el toro Román de tres pinchazos (dos avisos).

Román, de grana y oro. Estocada y descabello (saludos). En el quinto, estocada (oreja).

Roca Rey, de rioja y oro. Pinchazo y estocada caída (silencio). En el sexto, pinchazo y estocada (petición y saludos).

Parte médico de Manuel Escribano: «Herida por asta de toro en cara interna 1/3 medio muslo izq., con una trayectoria hacia externo craneal y posterior de 25 cm. que produce destrozos en musculatura aductora, vasto interno, contusiona vena femoral, lesiona colaterales, rodea cara posterior de fémur y alcanza cara posterior 1/3 superior del muslo. Es intervenido quirúrgicamente en la Enfermería de la Plaza de Toros. Se traslada a la Clínica de la Fraternidad Muprespa Habana. Pronóstico: Grave»






















LAS VENTAS. Oreja para Román, cornada grave para Escribano y fervor popular para Roca Rey / por Antolín Castro



 Roca Rey estuvo bien con el mejor toro y hubiera obtenido trofeo de haber matado a la primera. No fue así y hubo de conformarse con una ovación. Premio chico para quien era aquél al que habían ido a ver. 

Oreja para Román, cornada grave para Escribano y fervor popular para Roca Rey

Antolín Castro  
Madrid, 30 Mayo 2019
La tarde, la esperada tarde, esa que deparó en el dichoso bombo los toros de Adolfo Martín para el líder del escalafón. Así de claro, tocaba poner el cartel de ‘no hay billetes’.

Todos podemos imaginar a quién vino la gente a ver en el día de hoy. Por supuesto, al gran torero peruano, Andrés Roca Rey. Era el claro protagonista de la tarde, al menos anticipadamente. Tras lo que iba sucediendo, podíamos comprobar que su protagonismo iba decayendo sin pausa: ningún quite ni en sus toros ni en los ajenos, cuando podemos asegurar que es el diestro que más intervenciones tiene en ese tercio con toda seguridad. Un mal síntoma, pero Roca Rey estaba en la plaza aunque no lo pareciera.

Mató al primero antes de que nadie le echara cuentas, tras muchas dudas y mucha falta de esa determinación de la que suele hacer gala. El fervor de la gente solapaba esa falta de actitud con la consabida respuesta de que el toro no era precisamente bueno. ¡Claro! Como que estaba ante una corrida diferente del encaste Domecq. Y él también se mostraba de igual modo, diferente.

Sus compañeros de terna, Escribano y Román, también estaban delante de las complicaciones que presentaban sus oponentes, a salvo el primero que fue hermanito de la caridad y con el que aburrió el sevillano en una faena sin fuste y sin fin. Es decir, la actitud era diferente, y se enfrentaban con todos los argumentos que tenían a su alcance a las cambiantes condiciones de los adolfos. Fruto de ello fue la meritoria oreja cortada por Román tras un trasteo lleno de intensidad, en un duelo entre dos titanes, toro y torero, que ganó el valenciano, lo que le valió una oreja. Mucho menos claro y mucho más complicado fue su primer enemigo y ese le mandó a la enfermería con una cornada de 5 cm.

Esa enfermería hubo de visitar Manuel Escribano pero con consecuencias peores, cornada grave con grandes destrozos en su muslo izquierdo. Toda la tarde el sevillano dijo aquí estoy yo en todos tercios y con mayor o menor éxito se enfrentó a los encastados adolfos, capote, banderillas y muleta en mano. Uno de ellos, de nombre Español, le ganó la pelea cuando toreaba por la izquierda.

Los momentos de más emoción y tensión de la corrida los vivimos con el buen encierro en conjunto de Adolfo Martín y con ellos fueron, sevillano y valenciano, los que finalmente pusieron sus nombres en los titulares de la tarde.

Faltaba por salir el sexto, el del nombre más propicio para embestir en esta ganadería, Madroñito, y a fe que cumplió con las expectativas, ofreciendo embestidas, repetidas y humilladas, con una calidad y codicia para enmarcar. Roca Rey, ausente toda la tarde como hemos dicho, estimulado por la actuación de los compañeros y con la confianza de tener un toro de triunfo delante, inició su trasteo citando de lejos con la derecha y ahí fue hilvanando series, mejor ligadas con la diestra, que contaban con el fervor absoluto de su público. Estuvo bien pero faltó hondura, así como esa descomunal determinación que suele mostrarnos otras tardes con otros encastes. Estuvo bien con el mejor toro y hubiera obtenido trofeo de haber matado a la primera. No fue así y hubo de conformarse con una ovación. Premio chico para quien era aquél al que habían ido a ver. Los héroes hoy fueron otros, incluido el buen juego en conjunto del encierro presentado por Adolfo Martín, que se ha llevado de calle el centenario de los albaserradas.

Por los tendidos corría el rumor de que no se le había visto al peruano con ganas en la tarde y mucho menos de pedirse esta ganadería en próximas ferias.

Hoy la labor de las cuadrillas ha sido sacrificada pero con poco lucimiento. Eso sí, ya hemos pasado el ecuador de la feria, solo quedan otras 17 tardes. Habrá que seguir desayunando fuerte.

FERIA DE SAN ISIDRO.Grave cornada a Escribano / por Antonio Lorca


Manuel Escribano, cogido en su segundo toro. JULIÁN ROJAS

Román cortó una valiosa oreja en una tarde irregular de Roca Rey ante desiguales toros de Adolfo Martín

Grave cornada a Escribano

ANTONIO LORCA
El País, 30 Mayo 2019
Roca Rey tuvo en sus manos la puerta grande y la perdió en el último momento al fallar con la espada. Le tocó en suerte en mejor toro de la tarde, el sexto, el de más calidad y casta -el menos adolfo de los seis, si se exceptúa el dulzón primero-, y lo muleteó lo mejor que sabe, como si toreara un domecq. Aprovechó la pronta embestida del animal, su fijeza y humillación, y las tandas brotaron con la intensidad que produce el toreo largo, hilvanado y bien abrochado con el de pecho. Bien plantado en todo momento, toreó, es verdad, al hilo, despegado, con la pierna retrasada, ventajista y escasamente profundo. Pero el público de Las Ventas, generoso siempre y más con las figuras, no repara en tales tecnicismos y se entusiasmó con la labor del torero peruano. La faena bajó de tensión con la mano izquierda, el toro también ya exprimido en su fortaleza, y la euforia colectiva la apagó el pinchazo que precedió a la estocada final.

Pero ¿estuvo bien Roca Rey, a la altura del compromiso de los toros de Adolfo Martín que le tocaron en el bombo?

Pues no.

La impresión que produjo es que estuvo sin estar en él, muy presionado, apesadumbrado, embotado, como superado por el serio compromiso. No hubo toreo de capote, ni quites, ni chicuelinas, ni gaoneras, ni arrucinas. Precavido en todo momento, sobre todo ante el descastado y complicado primero -una y no más-, se tentó la ropa, y supo -lo sabría de antemano- que un adolfo es cosa seria. De ahí, que pasara inadvertido ante su soso primero, despegado y sin confianza.

El comienzo de la corrida fue de película. Atentos. Suenan clarines y timbales, y Escribano, capote en mano, se encamina hacia la puerta de toriles. ¡Qué valor!, comentan unos; ¡qué locura!, otros. Y se hace el más absoluto silencio cuando el torero se arrodilla en los medios e indica al torilero que abra la puerta de los miedos.

Más de 23.000 almas posan su mirada en el lugar de los hechos y aguantan la respiración. Escribano, inmóvil, y la frecuencia cardiaca en alto voltaje.

Uno, dos, tres, segundos, quizás… La plaza entera esperaba que saliera ese toro de bella estampa, alto, desafiante, bien cornamentado y que, posiblemente, se frenaría antes de llegar al torero y lo pondría en apuros.

Y salió… una sardina ("Oye, cuidado con lo que dices, que es un adolfo"). Bueno, pues salió un torete; mejor, un toro armónico, bonito, estrecho de sienes, como dicen los muy cursis, justísimo de trapío e impropio de esta plaza.

Y oh, sorpresa. Los tendidos quedaron en silencio porque era un adolfo, respetabilísimo hierro, pero si el toro luce otra divisa se forma aquí la marimorena.

Lo que es la vida…

Después, el toro fue un bendito, pariente cercano de los artistas de Domecq. Blando, nobilísimo, soso, que embistió, cuando lo hizo, con fijeza y dulzura. Un artistón indolente. Escribano, que lo banderilleó con mucha soltura, insistió sin mucho sentido, en una faena de muleta eterna y cansina, y nada bueno pudo sacar del bonancible comportamiento de su oponente.

Completamente distinto fue el cuarto. Lucía dos pitones largamente astifinos en el cuerpo de un serio señor toro de gran trapío. Lo picó muy bien Juan Francisco Peña, acudió alegre y con fiereza a las banderillas, y Escribano se lució en los dos primeros pares, y falló en el tercero, que citó sentado en el estribo y con intención de hacer el quiebro por dentro.

Sobre el papel, era el toro de la tarde. El torero lo esperó en el centro del anillo, citó de lejos y lo recibió con dos pases cambiados por la espalda en otro de los momentos verdaderamente emocionantes del festejo. El animal embistió con templanza y fijeza, y el torero estuvo a la altura en dos buenas tandas con la derecha. El tendido apostó por el toro, cada vez más tardo en sus embestidas, al tiempo que el animal no olvidó su sangre, y en un muletazo por la izquierda enganchó al torero y lo corneó gravemente en el muslo izquierdo.

Román salía de la enfermería cuando entraba Escribano. Le había producido un puntazo el segundo de la tarde, soso y de malas intenciones. Y se desquitó ante el quinto, encastado y fiero, al que el valenciano le hizo frente con firmeza, valor, pundonor y una muy valiosa entrega. Muchos muletazos de su intensa faena tuvieron enjundia y profundidad, y paseó con todos los honores una muy merecida oreja.

¿Adolfos? No te puedes fiar. No perdonan. No son toros fáciles. Miden y aprenden. Las figuras huyen de ellos. Y Roca ya habrá pensado aquello de "Una y no más".
  • MARTÍN / ESCRIBANO, ROMÁN, ROCA

Toros de Adolfo Martín, desigualmente presentados -impropio de esta plaza-, irregulares en el caballo, encastados, sosos y complicados; destacaron los tres últimos en el tercio final, especialmente, el sexto.

Manuel Escribano: -aviso-, estocada trasera y caída (silencio). Fue cogido por el cuarto. Sufrió una herida en el muslo izquierdo con una trayectoria de 25 centímetros que produce destrozos y contusiona la vena femoral. Pronóstico: grave.

Román: casi entera atravesada y un descabello (ovación); dos pinchazos y estocada trasera -aviso y segundo aviso- (ovación en el que mató por Escribano); estocada, -aviso- (oreja). Sufrió una herida en la región glútea de 5 centímetros que lesiona fascia superficial y glúteo mayor. Pronóstico: leve.

Roca Rey: pinchazo y estocada (silencio); pinchazo y estocada (ovación).

Plaza de Las Ventas. 30 de mayo. Decimoséptima corrida de feria. Lleno de "No hay billetes" (23.624 espectadores según la empresa). Al festejo asistieron el rey emérito y la infanta Elena

LA CORRIDA DEL VIERNES
Toros de Alcurrucén, para David Mora, Paco Ureña y Álvaro Lorenzo.