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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 5 de mayo de 2022

Granero ha vuelto a la vida de la mano de Cantos Torres / por Pla Ventura

"...LA HUELLA DE UNA VIDA que así se titula el libro, como dije en su momento, es un trabajo concienzudo en el que Cantos Torres ha puesto lo mejor de su ser en aras de una biografía apasionante; algo que, por lógica, debería de haber nacido en Valencia, la tierra del genial diestro que, además, era un virtuoso del violín, algo muy propio en la ciudad del Turia en la que, de toda la vida de Dios ha habido músicos insignes, de ahí que, Granero, antes que figura del toreo lo fue con el violín..."

Granero ha vuelto a la vida de la mano de Cantos Torres

Pla Ventura
Toros de Lidia / 4 mayo, 2022
Nuestra dicha, como la de cualquier aficionado que se precie, no es otra que saber que el libro escrito por nuestro admirado José Luis Cantos Torres en el que nos regala la biografía auténtica del diestro Manolo Granero ya está en la calle. Todo un hito por parte de este historiador que se ha pasado dos años de su vida trabajando en tal menester que, sin duda, le llenará de gloria, al menos en lo que a su alma se refiere.

LA HUELLA DE UNA VIDA que así se titula el libro, como dije en su momento, es un trabajo concienzudo en el que Cantos Torres ha puesto lo mejor de su ser en aras de una biografía apasionante; algo que, por lógica, debería de haber nacido en Valencia, la tierra del genial diestro que, además, era un virtuoso del violín, algo muy propio en la ciudad del Turia en la que, de toda la vida de Dios ha habido músicos insignes, de ahí que, Granero, antes que figura del toreo lo fue con el violín.

Si en su momento, cuando leí el “borrador” para poder hacer el prólogo que tan gustosamente hice para dicha obra, una vez leído el libro tras su edición, una vez más he quedado perplejo ante la cantidad de datos que dicho volumen aporta. Las estadísticas en la carrera de Manolo Granero Valls son admirables; nadie puede entender cómo en tan poco tiempo pudo lograr epopeyas tan memorables como las de este ilustre valenciano que entregó su alma a Dios en Madrid frente al toro “Pocapena” del Duque de Veragua, siendo apenas un chaval imberbe.

El calado de una obra viene dado por la aceptación de las gentes que han leído el libro y, en pocos días, Cantos Torres, para su fortuna, ha puesto en marcha su “maquinaria” para vender ejemplares y, algunos amigos míos hasta me han llamado para felicitarme por aquello de recomendarles la lectura de este libro tan genial como apasionante. La pena, como nos ocurre siempre a los aficionados a los toros es que no tenemos apoyo por lado alguno; es más, hasta se no tilda de criminales por aquello de defender la fiesta más bella del mundo. Siendo así, el apoyo que Cantos Torres pueda tener vendrá, como siempre le ha sucedido, de la mano de los grandes aficionados que, sabedores de su genialidad, tanto la que él aporta, como la que existe en el libro, son motivos suficientes para adquirir es vademécum sensacional.

Como fuere, digámosle al mundo que Cantos Torres no pretende gloria alguna, más bien ha trabajado dos años con extremada dureza para que, por fin y de una santa vez, la verdad de lo que fue  la vida de Manolo Granero quede expuesta para la eternidad porque, como todos sabemos, de este diestro se dijeron muchas banalidades y, tras la aportación de datos del autor al que nos referimos, quedan disipadas todas las posibles dudas sobre la figura del más carismático de los diestros que ha dado Valencia.

Para colmo, Cantos Torres ha logrado coincidir la edición de su libro con el centenario de la muerte de tan celebrado artista puesto que, justamente ahora, estamos celebrando el centenario de aquella horrible muerte de la que, vete tú a saber, Manolo Granero, por las razones que fuera, intuía, algo que se desprende cuando el mismo día de la corrida, por la mañana, acudió con su novia a un “retratista” de La Puerta del Sol de Madrid para decirle, hágame usted la última foto que se me hará en vida. Un mal presagio, como entendemos puesto que, aquella misma tarde se tornó una cruel realidad, un siete de mayo que jamás olvidaremos.

Tras todo lo sabido, al parecer, el destino confabulaba en contra de Manolo Granero porque, Pocapena, el toro que lo mató, estuvo en los corrales de la plaza de Ciudad Real el año anterior y como dato curioso, en el sorteo, le había tocado a Granero. Se suspendió el festejo porque el empresario no les quiso pagar a los toreros la corrida del día anterior y, en la presente, a la hora del paseíllo, el dinero no aparecía por lado alguno. ¿Solución? La que hicieron, volver al hotel y el toro a la dehesa.

No quiero desvelar más datos porque el libro los aporta con una sinceridad desmedida puesto que, la sorpresa, las lágrimas, la emoción, la singularidad de todo lo escrito, son componentes que no dejarán al lector indiferente. Ayer me lo decía un amigo: “Vaya libro tan memorable el que ha escrito José Luis Cantos Torres, me lo leí de un tirón y me quedé con ganas” Y le asiste toda la razón porque si lo digo yo, como actor secundario de dicho libro, puede sonar a partidismo, cosa que no ha sucedido jamás en mi vida, pero si lo dice una persona que nada tiene que ver sobre el libro y es capaz de trasmitirnos su emoción, ese es el gran éxito de esa obra que, a no dudar, no dejará a nadie indiferente.

Hoy, sin ir más lejos, me ha llegado un correo de don Manuel Sánchez de la Nava, nieto del que fuera apoderado de Granero y, respecto a Cantos Torres dice lo que sigue:

Con gran entusiasmo, no exento de admiración, respeto y entrega, estoy «enfrascado» con la lectura de su libro  Manuel Granero Valls «La huella de una vida».  Estoy plenamente seguro que, allá donde estén mi abuelo Pedro y mi padre Primitivo, estarán disfrutando, gozando de este magnífico e irrepetible libro, como muy bien dice en su prólogo don Luis Pla Ventura» desde el dato más íntimo hasta el más relevante, todos quedan escritos en esta obra en que el lector irá desgranando…..», no cabe duda que es cierto cuanto dice. Cualquier elogio por mi parte que quisiera añadir quedaría disminuido por ese dicho. Estoy encantado de haberme puesto en su camino, pues mi padre tenía una verdadera admiración por Granero, al que consideraba como un hermano y al que acompañó en su gira por varias plazas. Sintió muchísimo su fallecimiento, su amistad quedó reflejada en su hijo mayor, Manuel, llevara el nombre de este insigne artista de la «Tauromaquia y de la Música».

Por mi parte, estaré muy agradecido a que pase unas horas en Pamplona a su regreso de Bilbao.

Un entrañable abrazo de este «aficionado»

Manuel.       

--Aquí dejamos los datos de José Luis Cantos Torres por si algún aficionado no quiere ir a las librerías a comprarlo puede adquirirlo directamente al autor, el que lo enviará debidamente autografiado.

Correo electrónico: cantostorres@hotmail.com

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