-Joselillo. tras entrear a matar al tercero-
Joselillo, adoptado por las peñas
Con estos toros, sólo Joselillo logra repetir su éxito del año pasado, con una faena vibrante, que le vale una oreja
ABC.-Día 10/07/2011
Los toros de Dolores Aguirre, que pude admirar por la noche en el encierrillo, son serios pero defraudan: mansean demasiado y tampoco suscitan la emoción del claro peligro; se dejan, simplemente.
Con estos toros, sólo Joselillo logra repetir su éxito del año pasado, con una faena vibrante, que le vale una oreja, y es adoptado como favorito por las peñas, que le dedican sus cánticos admirativos. (En esta Plaza, resulta especialmente necesario ganarse a cierto sector del público). Sus compañeros, Salvador Cortés y Alberto Aguilar, sólo pueden mostrarse voluntariosos.
Acabamos de comprobar que, en Barcelona, siguen empeñados en prohibir los toros, como símbolo de España, algunos políticos separatistas: Convergencia, Esquerra y hasta el señor Laporta. Los socialistas catalanes, por fin, se quitan la careta y se unen a la prohibición: ¿para qué seguir disimulando? Como tantas veces, el PP amaga y no da: defiende los toros, amenaza con no apoyar a Convergencia si la prohibición sigue adelante... y se abstiene luego, para que Convergencia siga gobernando sin problemas. Típico. Y se habla ya de lo que siempre fue un rumor: la venta de la Plaza y recalificación de los terrenos. ¡Vaya negocio!
Pamplona, mientras tanto, sigue fiel a su culto al toro. En un solo día, podemos asistir a estos actos: encierro; vaquillas emboladas; concurso de recortadores; apartado; desfile de caballeros y mulillas; corrida de toros; encierro chiqui; encierrillo; toro de fuego... Una jornada taurina completa.
El primer toro sale abanto, parece un manso de libro: no quiere caballos, no le permite a Salvador Cortés ni dar un lance. En la muleta, en cambio, embiste sin grandes problemas, salvo su permanente huida. No logra sujetarlo Salvador pero aprovecha las arrancadas de un toro que quiere irse: faena larga, deshilvanada, en muchos terrenos. Lo mejor, algunos derechazos, en la querencia a tablas. Logra una estocada pero el toro se levanta una y otra vez, le pega un pitonazo a Pedro Mariscal, al intentar apuntillarlo, y todo se alarga demasiado.
Paréntesis: los mozos se han puesto de parte del toro, que se resiste a caer, como si fuera de veras bravo. (Lo mismo sucedió ayer). No es lo mismo un toro bravo, que pelea hasta la muerte, que un manso que se amorcilla, aquerenciado en tablas. Pero, ¡vaya usted a explicar eso a estas peñas!
Pies en polvorosa
El cuarto sale muy frío pero resulta luego manejable, flojo, embiste sin fijeza, a oleadas. Pone en dificultades a los banderilleros. (Así ha sucedido toda la tarde, como es propio de este encaste). Cortés da muchos muletazos aceptables pero no logra sacar a los mozos de la modorra de la merienda. Al final, el toro hace hilo y Salvador tiene que poner pies en polvorosa, para evitar el percance. La estocada corta parece suficiente pero, como si se tratara de un maleficio, el toro dobla y se levanta tres veces. Tarde voluntariosa del sevillano, que se va en blanco.
Algo semejante le sucede a Alberto Aguilar. El segundo no quiere caballos, no embiste con celo, huye a chiqueros. Lo sujeta bien con la muleta, en el centro del ruedo, pero el toro derrota al final de cada pase, se defiende y se acaba muy pronto. Con la cara entre las manos, no se deja matar.
Muy decidido está con el quinto, que vuelve a brindar al público. Lo llama desde lejos, consigue buenos naturales que transmiten muy poco, porque el toro se desentiende y se va. Así no es fácil lograr que el público —éste, sobre todo— entre en una faena. Mata a la segunda.
Joselillo triunfó heroicamente el año pasado, con estos toros. El tercero, con poco gas, embiste suave. El diestro se esfuerza en sacarle todo lo que tiene y más. Se le ve centrado, además de valiente. Entra a matar recto como una vela: pasea feliz la oreja.
En el último, Joselillo se entrega de nuevo y confirma su conexión con este público, que le dedica ripios: «¡Illo, illo, illo!...» La faena es desigual, con dos desarmes; al toro le cuesta igualar pero vuelve a entrar con decisión.
Una noticia feliz: Pamplona ha adoptado a Joselillo. Y una triste: decir de unos toros que «se dejan»... No es eso lo que esperamos de un toro bravo.
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