BUSCANDO EL HORIZONTE
Fortunato González Cruz***
Por la calle real
Convocados por la Conferencia Episcopal Venezolana, el pasado viernes 22 de julio nos reunimos en Mérida un grupo de personas para pensar en las tres necesidades que a juicio de los asistentes, deben ser satisfechas con vista al país que queremos en una perspectiva de 20 años. Nada de quedarse en el plazo inmediato ni distraerse en temas de actualidad por importantes que parezcan, sino ver en la esencia de los procesos pasados y actuales que ha vivido Venezuela, y fijar la atención en las carencias que deben ser atendidas de forma prioritaria por la sociedad venezolana en su conjunto. Una primera reunión se había realizado en Caracas dentro del llamado Proyecto Horizonte.
No hubo deliberación ni debate, sólo escuchar al otro, quien debía expresar su opinión desde su posición y su ciencia. El método adoptado y la seriedad con la que los convocados asumieron su papel determinaron que se avanzara en la elaboración de una estrategia para la construcción de un futuro mejor para Venezuela.
Como era de esperarse, hubo coincidencia en señalar a la educación como necesidad esencial que debe ser satisfecha: Una educación que comprometa a la familia, a la comunidad y a la escuela; de naturaleza integral basada en el razonamiento matemático, la historia, el idioma, las nuevas tecnologías, la creatividad, todo sustentado en valores en particular el de la libertad; que aporte los conocimientos para la creatividad y el emprendimiento; que forme en solidaridad y dignifique el trabajo como fuente de bienestar y de prosperidad; que revalorice el papel social del maestro. Educación de calidad y trabajo productivo, que son valores que los constituyentes del 1999 colocaron en el texto como fundamentos de la república que supuestamente estaban refundando.
Otro tema común fue el de la libertad, al que se llegó desde diversas perspectivas (movilidad, institucionalidad, respeto a los derechos humanos, justicia) pero que siempre está allí como una base esencial del país del porvenir. El ejercicio de la libertad supone educación de calidad y sentido de ciudadanía; es decir, disposición de las personas, de los grupos y de la sociedad en su conjunto para ser y hacer, y el abandono de actitudes de tolerancia de conductas atentatorias de la libertad; la superación de taras sociales características del venezolano como la arrogancia y la mediocridad. En relación con éste aspecto se dijo que había que superar la cultura de la mediocridad, la cursilería histórica y la banalización de la educación, tres azotes que están afectando seriamente a las generaciones en formación.
Los asistentes insistieron en el respeto del Estado de Derecho, de la institucionalidad democrática y de las reglas como bases de la convivencia, de modo que se supere la arbitrariedad y la histórica tendencia al caudillismo. La justicia como equidad que supone leyes justas y poder judicial independiente y profesional.
Todos coincidieron en la necesidad de un hábitat sostenible que asegure una vivienda y un entorno dignos, bien planificado, con servicios públicos de calidad, espacios públicos que faciliten el desarrollo de valores de solidaridad y ciudadanía, la superación del egoísmo y el consumismo como tendencias patológicas del individualismo. Se consideró indispensable desarrollar desde ahora la capacidad de soñar, de ilusionarse, de vivir apasionadamente, y se anotó el arte como mecanismo idóneo para lograrlo.
Fue una experiencia que permitió compartir preocupaciones e ilusiones a un grupo escogido que concluyó en que debería repetirse en muchos ámbitos de nuestro estado y de nuestro país. Dejó un grato sabor de optimismo y compromisos para trabajar y comprometerse, a pesar de todo…
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Fortunato González, es Catedrático de Derecho de la Ula y Académico de Mérida.
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