domingo, 13 de enero de 2013

Volar alto como las águilas / Por Paco Mora



Lo peor que puede sucederle al toreo es que nada se mueva, que todo siga igual. Es bueno que los toreros se comprometan con la necesidad de darle a esto un empujón, y bien se ve que están dispuestos a tirar del carro en lo que de ellos dependa...

Volar alto como las águilas

Paco Mora
Bien está que los toreros de cartel se dispongan a hacer gestos como los de El Cid y Luque en Sevilla y Talavante en Madrid con toros de Victorino. Así como que Jiménez Fortes, en trance de hacerse respetar como torero en proceso de ascenso al estrellato, anuncie que desea enfrentarse en Pamplona a una corrida de las consideradas duras. No digamos de lo interesante que resulta que Robleño y Castaño se midan mano a mano con los del ganadero de Galapagar en Arles. Como tampoco es moco de pavo que Fandiño esté resuelto a pedir para Madrid y en San Isidro corridas de las que “no quieren las figuras”. Y también resulta positivo que ni Morante ni Manzanares le escurran el bulto a Madrid. 

Son todos ellos propósitos que revelan que algo se mueve en la Fiesta, cara a esta temporada próxima a comenzar, con más dificultades de las que serían de desear. Lo peor que puede sucederle al toreo es que nada se mueva, que todo siga igual. Es bueno que los toreros se comprometan con la necesidad de darle a esto un empujón, y bien se ve que están dispuestos a tirar del carro en lo que de ellos dependa. Pero la Fiesta adolece de males que no estriban solo en las gestas y los gestos de los toreros.

Los precios de las entradas deben bajar porque los bolsillos del pueblo llano, que es quien llena las plazas, están más vacíos que la faltriquera de un cartujo. Y para que eso ocurra, Hacienda debe colaborar rebajando también los impuestos, IVA incluido, a los espectáculos taurinos. Así como los ayuntamientos, las diputaciones y los gobiernos autonómicos –administradores de los inmuebles- tienen que tomar conciencia del momento crítico que atraviesa la Fiesta, y dejar de negarse en redondo a llegar a compromisos con las empresas, que faciliten la organización de las ferias que comenzarán la próxima primavera. 

Y algunos toreros de postín y determinados empresarios, también harían santo y bueno en dejar para ocasión mas propicia sus querellas y vendettas. Porque al final el perjudicado por el navajeo es el público. Precisamente el único que no tiene culpa alguna de situaciones que amenazan con enquistarse, y yugular el proceso de contratación de matadores que los públicos quieren ver. 

Todo no se va a arreglar con que algunos toreros lidien toros de Victorino, Miura, Cebada Gago, Cuadri, Adolfo Martín y Dolores Aguirre. El problema es más profundo que todo eso. Y empresarios, ganaderos, toreros y políticos deben dejar de volar a ras del suelo como los gorriones para comenzar a volar alto como las águilas…
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AplausoS

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