martes, 21 de mayo de 2013

SAN ISIDRO: OTRA TARDE DE LLUVIA / Por Antolín Castro




".. .Caballero ha sido el mejor librado en la tarde de la segunda novillada de la feria. Sus dos faenas han contado con voluntad, arrojo, valor, entrega, disposición y final de cercanías. La espada es la que ha manejado mal en sus dos novillos..."
OTRA TARDE DE LLUVIA
Antólín Castro
España
S.I. Parece que este San Isidro nadie podrá quejarse de que falte agua. Se supone que no lo dirán los agricultores y quienes tienen la responsabilidad del abastecimiento de la capital de España.

No dirán lo mismo los toreros que actúan en la feria y mucho menos los espectadores que asisten a los festejos. Es incómodo que llegado el momento de descargar nunca coincida entre toro y toro, sucede cuando el toro está en la plaza y la estampida, a pesar de los miles de valientes que ni se inmutan, es general. El que menos tiene un chubasquero, paraguas y múltiples utensilios para protegerse como pueden.

Trastoca incluso el desarrollo de la lidia, pues los aguaceros y los movimientos de los tendidos distraen inevitablemente a toros y lidiadores. Hoy no podía ser menos que ayer y, a falta de granizo, la cortina de agua impedía hasta la visibilidad.

Será eso, o los mansitos novillos que se lidiaron, o su flojedad, o la falta de pericia de los novilleros, el caso es que la tarde se fue diluyendo como un azucarillo -con tanta agua no era difícil disolverse- y apenas pudimos ver las ganas del madrileño Gonzalo Caballero en su lote.

No es que Caballero haya estado bien, de torear bien, sino que ha estado que ya es mucho comparado con Álvaro Sanlúcar que no se le ha visto nada; No es que Caballero haya sido un lidiador consumado, pero es mucho comparado con el oficio de César Valencia.

Huelga decir, y el lector ya lo ha adivinado, que Caballero ha sido el mejor librado en la tarde de la segunda novillada de la feria. Sus dos faenas han contado con voluntad, arrojo, valor, entrega, disposición y final de cercanías. La espada es la que ha manejado mal en sus dos novillos, en uno por volcarse sin pasar y en otro por salirse de la suerte.

Podría haber tenido seguramente un premio diferente de haber acertado, ganas no faltaban a la gente para haberle pedido la oreja, pero a su toreo le ha faltado reposo y ligazón. Lo que pasa es que al menos se le han notado las ganas de estar, lo mostró ya en el primero con un quite con el capote a la espalda, mínimo exigible a un novillero.

El de Sanlúcar ha decepcionado con sus precauciones innecesarias, toreando por fuera y hacia fuera. De ese modo no se puede cautivar al aficionado madrileño, más al contrario, lo que se consigue es cabrearlo.

El pequeño venezolano, César Valencia, se le ha visto verde y no ha podido resolver las dificultades de los bureles que le cupieron en suerte, que no fueron nada buenos. Su disposición máxima la tuvo en el mansísimo sexto, al ir a recibirlo a portagayola, pero que quedó patente la condición del toro al no prestarle atención alguna. Jamás vimos una larga tan despegada, aunque en nada fue culpa del diestro, toda la culpa fue del manso pupilo de D. Nazario.

Llovía sobre mojado, en lo climatológico y en lo descastado y en lo manso, ya cansino en esta feria. La cubierta es recordada por muchos todos los días, si bien dejarían de tener emociones estas tardes que, muchas de ellas, se salvan por el espectáculo que se da en los tendidos.
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