lunes, 19 de agosto de 2013

¿Dónde está la mentira? / Por Antonio Lorca


El novillero Fernando Rey, este domingo, durante su primer toro. / 
Foto GARCÍA-SANTOS

"...no se trata solo de que el novillo tenga hechuras de gato; lo más grave residen en que muestra un temperamento de borrego. Y así es imposible; así, no hay vocación, por fuerte que sea, que alcance ningún objetivo..."

¿Dónde está la mentira?
  • Birriosos novillos en el primer festejo de la feria de Málaga
Antonio Lorca / El País.-
Para ser figura del toreo es imprescindible ser héroe o artista. Si algún aspirante reúne en su persona ambas cualidades, se habla de que ha nacido un genio. Pero no acaba aquí la dificultad del asunto: en este oficio hay un tercero en discordia, el toro, que no es poca cosa. Se requiere que sea un animal bravo, fiero, noble y encastado. Es decir, la cuadratura del círculo. Con razón se dice que es más difícil ser figura del toreo que Papa de Roma.

Viene esto a colación de la novillada que abrió este domingo la feria de Málaga, en la que hicieron el paseíllo tres chavales con serias aspiraciones de acceder al estrellato, aunque, visto lo visto, lo tienen crudo; y no porque carezcan de condiciones heroicas o artísticas, sino porque son víctimas de un engaño.

No se sabe muy bien quién es el que engaña; el sistema, quizá; el toreo moderno, tal vez… Lo que está claro es que las víctimas son los muchachos que dedican su juventud, su cuerpo y su alma a una vocación que difícilmente pueden desarrollar.

¿Qué dónde está la mentira? En el toro. Primero, Málaga es plaza de primera, y lo que este domingo salió por los chiqueros fue una birria impresentable e impropia de tal categoría. Y hubo más: no se trata solo de que el novillo tenga hechuras de gato; lo más grave residen en que muestra un temperamento de borrego. Y así es imposible; así, no hay vocación, por fuerte que sea, que alcance ningún objetivo.

Allá se desgañitan y afanan los novilleros en pases de todas las marcas, ora con el capote, ora con el muleta, mientras el público, festivalero, generoso y triunfalista mata el tiempo en charlas de café con el vecino, echa una cabezadita redentora y apura el tiempo como mejor se le da para aguantar como Dios le da a entender un espectáculo aburrido e insufrible.

No tiene lugar el toreo si no hay toro. No es posible emocionar a los tendidos si no existe la sensación de riesgo. Y este domingo no hubo novillos, sino sardinas para hacer un espeto.

Y queda algo más: los muchachos, como no podía ser de otra manera, son hijos de su época; y no corren buenos tiempos para heroicidades ni clasicismo aparentemente trasnochados. Quiere esto decir que los novilleros son el bendito espejo de las figuras actuales, y repiten como clones de laboratorio los males del toreo actual. Han aprendido que el toreo es en línea recta, al hilo del pitón, sin cargar nunca la suerte, y ponerse bonito tras el obligado pase de pecho. Y el público no sabe qué hacer para no caer en el abandono.

Y lo curioso es que los novilleros no estuvieron mal. Afirmarlo sería faltar a la verdad; tan verdad como que fue su toreo superficial e inválido, soso y sin hondura, del que se olvida antes de que se rubrique.

Pocas opciones tuvo Luis Rivera ante un lote inservible, sosísimos ambos, y solo pudo destacar el torero en unas verónicas trazadas con hondura a sus dos novillos.

Mejor, bastante mejor, Fernando Rey, al que se le nota placeado, fácil con los engaños y valeroso. Interesó a sus paisanos, pero a él le falto comerse al novillo, poner el corazón de la gente en un puño y ser el héroe que no fue. No pudo corroborar su pretendida gesta ante el muy inválido quinto, que le propinó una tremenda voltereta.

Y Garrido pasó desapercibido a pesar de sus buenas maneras. Cuando no hay toro, no es posible el toreo…

El festejo:
Domecq/Rivera, Rey, Garrido

Plaza de la Malagueta. 18 de agosto. Primer festejo de feria. Más de media entrada.
Novillos de Santiago Domecq, -el tercero, devuelto y sustituido por otro de Javier Molina-, mal presentados, mansos, sosos, muy blandos y nobles.

Luis Rivera: estocada (silencio); dos pinchazos y casi entera (silencio).
Fernando Rey: estocada tendida (oreja); _aviso_ pinchazo y estocada (oreja)
José Garrido: estocada que asoma _aviso_ estocada, un descabello -2º aviso_ y dos descabellos (silencio); bajonazo (vuelta al ruedo).

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