jueves, 17 de julio de 2014

De Perera a Padilla / Por Ricardo Díaz-Manresa



Pablo Hermoso de Mendoza ignorado increíblermente; Perera no valorado y Padilla superpremiado. Las cosas de Pamplona, dicen, pero no es nada pero nada bueno para esta plaza.

De Perera a Padilla
  • Perera está ahora por encima de todos. Y por eso lo admiramos y disfrutamos. Torea con seguridad, elegancia (erguido, derecho, no doblado), valor, temple, gran técnica, cabeza fría y conectando con el público, que creo es una cosa que echo en falta muchas veces. Puede ser, creo, su defecto y le sobra torear con la pierna contraria retrasada al segundo muletazo, costumbre que tienen ahora casi todos.

De Perera a Padilla pongamos por ejemplo. Y en Pamplona 2014. Y analicemos detenidamente lo ocurrido. Dos casos de tratamiento desigual en la Pamplona desigual. Me resisto a escribir bipolar, pero es que pasa de la noche al día como el que se toma un trago de lo que sea.

Pamplona es ejemplar en muchas cosas, la mayoría escritas ya en estas páginas, y cualquier informador tiene el derecho –y el deber, repito el deber- de alabar lo bueno y señalar lo malo (denunciar es un verbo muy fuerte que sólo empleo en situaciones muy graves).

El caso es que Perera vino a Pamplona y arrasó. Literalmente. Como en Madrid. Como en todo este año. No sólo nos recuerda al Perera del 2008 sino que seis años después lo supera porque está más maduro y más seguro. Y quizá con su ganita de que lo pongan en el puesto que se merece.

A Perera no lo conozco personalmente y por tanto al no haber amistad ninguna –que tanto condiciona para alabar de más y criticar de menos- puedo decir lo que pienso con toda libertad. Sólo he cruzado una palabras con él a través de las ondas radiofónicas en un programa de Intereconomía que dirigía Del Moral, con las aportaciones valiosas de Domingo Delgado de la Cámara, Agustín Marañón Richi y la mía voluntariosa. El estaba en su casa o en un hotel respondiendo a nuestras preguntas yo en la mía. Mi pregunta fue que cuándo veríamos –estábamos en el 2011- al Perera del 2008 temporada en la que me hizo escribir un artículo que me salió de dentro “Joder con Perera” y me contestó que hacía todo lo posible para repetirlo, bien es verdad que siempre mantuvo un tono medio alto –el año pasado sin ir más lejos fue estupendo- y que no lo he visto en un bajón claro nunca.

Una pena que Intereconomía sólo mantuviera este programa una temporada porque era bastante bueno, tenía audiencia y se respiraba libertad y competencia. Si todas las medidas que toman son como ésta, me explico lo que les pasa…

En fin, que Perera está enorme. Lo digo ahora porque creo que es verdad y ello me da libertad para decir lo contrario cuando deje de estarlo. Y que nadie me venga con “usted dijo”… También lo escribí de El Cid cuando sus primeras tardes gloriosas en Madrid –vaya temple y vaya manera de torear, sobre todo con sus sublime izquierda- y ahora no se puede valorar así desgraciadamente. Pedí que no lo dejaran tras ser aclamado en Las Ventas sólo con las corridas duras y después le alabé en sus sucesivas actuaciones en Madrid ya en carteles de figuras y perdiendo puertas grandes por la espada. No he conocido otro caso igual de no matar tantos toros en los momentos cumbres teniendo loca a la gente.

Perera está ahora por encima de todos. Y por eso lo admiramos y disfrutamos. Torea con seguridad, elegancia (erguido, derecho, no doblado), valor, temple, gran técnica, cabeza fría y conectando con el público, que creo es una cosa que echo en falta muchas veces. Puede ser, creo, su defecto y le sobra torear con la pierna contraria retrasada al segundo muletazo, costumbre que tienen ahora casi todos.

Pues bien, Pamplona no lo entendió y menos el palco ocupado increíblemente desde hace muchos años por gente sin idea y que es la única corrida que ven al año obligados por la tradición y la obligación de poner concejales. Pobrecitos.

Ni el público pidió las orejas que se merecía ni la presidencia actuó en justicia. Esto lo hace Matías en Bilbao y estamos hablando de cinco meses de robar y de ponerlo a parir, pero aquí nada. “Son cosas de Pamplona” que dicen todos. No nos asustemos porque así llevan muchos años –de los que soy testigo- y seguramente desde siempre.

Yo lo achaco a falta de afición o por lo menos de criterio. Este año ese público se ha visto definitivamente con el culo al aire al despreciar la mejor faena que he visto a Pablo Hermoso de Mendoza. Menos espectacular que alguna tarde de cuatro orejas en San Isidro, pero más torero, sabroso, profundo con un recital de hermosinas y vuelta inverosímiles inmediatamente después entre el toro y las tablas. Con una tranquilidad, seguridad y sabiduría admirables. Y eso que eran paisanos…Y claro hicieron enfadar a Hermoso que al preguntarle por la reacción sorprendentemente absurda de su público dijo que el que no sepa que vaya a la escuela.

O sea que el público de Pamplona tiene un criterio raro, raro, raro. O injusto. O falta de entendederas taurinas. Puedo criticar esto a las peñas también porque estamos para lo bueno y lo malo. Y decir tranquilamente que las peñas eran maravillosas en sus cantos y en sus intervenciones oportunas y graciosas –sobre todo en mi juventud y después- y añadir que no me gustaban en la plaza sus veleidades etarras…ni en ninguna parte pero que la plaza era el sitio menos adecuado aunque el de mayor altavoz. Y añadir que antes me gustaban mucho y ahora bastante menos. Y que me sigue gustando que vayan a la plaza y que antes y después de los toros hagan de la ciudad con sus pasacalles y su música un jolgorio inigualable. Una cosa muy buena es que ahora se han olvidado de la política o, mejor dicho, de las atrocidades que apoyaban.

Y ahí vamos, la falta de criterio o de justicia. Pablo Hermoso y Miguel Ángel Perera no valorados y en cambio sí, y de qué manera, Juan José Padilla.

Lo de Padilla, que antes del percance estaba donde debía estar y sería por algo, es tremendo. Lo aclaman por todo lo que hace. Si pensamos en que tienen en cuenta cada segundo la superación heroica de la pérdida de su ojo izquierdo, lo entiendo. A mí también se me pone la carne de gallina y me corre la sangre de una forma especial cuando recuerdo su odisea y su éxito posterior. Lo pongo de ejemplo muchas veces ante las adversidades de la vida. Si lo hacen porque viéndole disminuido –pirata, que se ha puesto de moda- valoran la dificultad mayor de torear, también lo comprendo. Si es por su calidad taurina, entonces no. No se puede premiar con oreja una faena de 2014 en sanfermines igual que otra de Perera, haga lo que haga y deseando sacar las banderas al viento e izarlo a hombros. No se debe comparar algo muy taurino y torero como lo de Perera con algo con su tinte extrataurino, espectacular y sentimental de Padilla, al que todos respetamos muchísimo –yo el primero- y queremos.

Entiéndanme: extrataurino por el entorno del público pero taurino porque está en una plaza, ante un toro grande como el de Pamplona y toreando lo mejor que sabe y puede.

Déjenme que haga notar un detalle sobresaliente : las actualmente raras y para mí un tanto desconocidas peñas de Pamplona pasaron en la primera actuación de Padilla y todo fue frío, pero se darían cuenta el segundo día de que no habían aclamado a su ídolo –el único que ahora tienen- y armaron la marimorena a conciencia y por todo lo alto. Lo que va de ayer a hoy…. ¿Tanta diferencia hubo un día de otro del Padilla torero, banderillero, muletero y matador?

Tampoco las orejas de Fandiño, el que más y cómo cortó pero en dos tardes, se deben comparar con las de Perera. Hoy por hoy hacer una comparación entre estos dos toreros es absurda. No hay color.

Pamplona será lo que sea, pero argumentos para escribir da muchos. Y todavía quedan.

Mientras, Perera aclara y clarea el panorama. Nos espera Bilbao… Que siga así por el bien de la afición y porque nos hace disfrutar.

1 comentario:

  1. Muchas gracias , don Ricardo, por su defensa de la Fiesta de los Toros en todas sus vertientes. Se aprecia su nobleza

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