miércoles, 18 de marzo de 2015

5ª de Fallas en Valencia. Abellán y Urdiales, por encima de una insospechadamente deslucida corrida de Alcurruén / por J.A. del Moral



Abellán y Urdiales, por encima de una insospechadamente deslucida corrida de Alcurruén

Valencia. Plaza de la calle Xátiva. Martes 17 de marzo de 2015. Quinta de feria. Tarde enmarañada y muy fresca con media entrada larga muy repartida.

Seis toros de Alcurrucén, bien presentados y apenas manejables los mejores, mansos y blandos en general. Mansote y noblón aunque muy tardo en primero. Huidizo y muy tardón el segundo que llegó noblón a la muleta. Noble aunque blando y muy tardo el tercero. De aparentemente bravo a muerto sin que se le pudiera estoquear. Fue duramente picado en el arrastre. Un marmolillo que dio algo de juego gracias a quien lo toreó. De medio bravo a manejable sin clase alguna el sexto.

Juan José Padilla (ciclamen y oro): Estocada trasera, aviso y palmas con voluntarios saludos. No pudo matar al cuarto por echarse en el momento de perfilarse el matador. Fue apuntillado.
Miguel Abellán (blanco y plata con cabos rosas): Estoconazo, petición insuficiente y merecida vuelta al ruedo. No pudo matar al cuarto que fue apuntillado, palmas con improcedentes saludos. Cuatro pinchazos y estocada, ligera división traducida en silencio.
Diego Urdiales (verde botella y oro): Pinchazo, estocada trasera y descabello, ovación. Estocada perdiendo la muleta y descabello, ovación.

En la resaca de la corrida anterior, lamentamos el grave coste que ha padecido El Soro por su atrevimiento. Y eso pese al estrafalario ruéxito y a la suerte que solo le cupo a él con el único buen toro de la tarde. Si a Ponce y a Manzanares les hubieran salido al menos uno parecido, a estas horas estaríamos encantados. Pero todo puede ocurrir en las corridas de toros. Cuando todo o casi todo sale mal con el ganado, surgen las rasgaduras de camisas y algunos solo se centran en lo malo. Así fu siempre y así seguirá siendo. Ayer leí muchas crónicas y me quedé estupefacto con las que el crítico se dedicó exclusivamente a los lamentos sin explicar lo que pasó. Si no hubiera visto la corrida, me hubiera quedado in-albis. En fin…que así esta esto…

La de ayer sobre el papel me supo a plato de restaurante económico. Pero supongo que a muchos otros les habrá sabido a manjar de dioses. Lo digo por Urdiales, por fin en unas Fallas. Pocas veces he visto más empeño en defender a un torero como viene ocurriendo con el de Arnedo. Ayer tuvo ocasión que ni pintada para darles la razón…

Lo que en principio más me atrajo de este festejo fueron los toros de Alcurrucén. Pero ya se sabe que también podrían fallar. Uno de los mayores atractivos de las corridas de toros es que nadie sabe nunca lo que puede pasar. Por eso me molesta mucho que cuando vienen mal dadas con el ganado y los toreros saben sacar partido de una mierda, se les ningunee. Que es lo que ocurrió antier con Ponce y con Manzanares. ¿O no?

Supongamos que a Padilla, a Abellán y a Urdiales no les salen buenos toros y no saben o no pueden resolver los problemas que planteen. Ya verán como los que tanto atacaron a Ponce y a Manzanares no se meten tanto con los de ayer. Por fortuna, la terna y especialmente Abellán y Urdiales anduvieron por encima de los imponderables que les presentaron sus toros.

La mañana empezó muy soleada y me animé a ir hasta lla playa de El Saler acompañado de mi gran amiga, Lore Monig, presidenta del New York Club Taurino, para comer la mejor paella de Valencia en La Dehesa de Joaquín Castelló. Todavía pudimos hacerlo sintiéndonos modelos de Sorolla mientras duró el ágape. Pero al regresar a la ciudad, empezó a nublarse y a hacer frío. Se notó con la media entrada larguita que había en la plaza. Pero bueno, cuando nos sentamos en nuestra localidad, pensemos en que los toreros tuvieran suerte y en que la aprovecharan… Veamos cómo lo consiguieron o no.

El berrendo en negro girón y alto de agujas que abrió plaza, salió muy distraído y huidizo. Juan José Padilla no logró meterle en su capote por la incómoda cortedad de las embestidas del animal. Tampoco sujetarlo en sus constantes huídas. En una de ellas se tropezó con el caballo y le pegaron fuerte saliendo suelto. Vuelto por su cuenta al caballo, volvieron a atizarle estopa y otra vez salió de naja. Miguel Abellán se estiró brevemente en dos verónicas y media en su quite. Padilla no banderilleó y lo hicieron malamente sus peones. Menos mal que la presidencia cambió de tercio tras el segundo par. Tardón y blando de manos llegó el toro a la muleta de Padilla que empezó por bajo sin apenas respuesta del animal y siguió intentando torear por redondos. Cosa que logró citando con la voz. Padilla es uno de los más notables en citar a grito pelao. El toro, pese a tardear, se dejó dar esos pases ciclópeos que prodiga el jerezano. Y lo mismo al natural. Tras tales intentos, tuvo que gritar más fuerte y pegar pisotones para que el toro acudiera a sus llamadas y medio pasara. Se ganó medio jornal aunque hartó a parte del respetable.

Al cuarto, colorao y gachón de cornamenta, lo recibió con dos largas cambiadas de rodillas. Y como sus hermanos, salió suelto del primer lance de Padilla. No así de los arrebujados capotazos que pegó luego. Chicuelineó galleando para llevarlo al caballo, cumpliendo el animal en el primer puyazo que fue liviano. También en el segundo. A este sí le banderilleó Padilla con la presopoplla que acostumbra, a zancazo limpio, aunque sin que el toro le ayudara por casi parado. Un primer par de dentro afuera. El segundo de fuera a dentro a la carrera. Y el tercero al violín. Brindó al público Padilla con la teatral ampulisidad gestualidad que le caracteriza. Y empezó la faena de rodillas con la derecha por alto, gustando al personal. En su empeño con la derecha, no quiso colaborar el animal, casi agotado y cortísimo de viajes. Y nada fue posible con la izquierda. Por lo que tuvo que matar. No pudo hacerlo al tumbarse el animal cuando Padilla iba a atacarlo con la espada. Tuvieron que apuntillarlo.

Miguel Abellán es otro torero – mejor – desde que ganó el concurso televisivo “Mira quien baila”. El berrendo en colorao que le correspondió en segundo lugar no le hizo ni caso en su primer capotazo y no pasó en los siguientes. Otro huido a Egipto en su mal salir. Incluso tras sujetarlo en los medios. En una de las huidas se fue solo al caballo contrario yéndose nada más sentir el hierro. Tras huir de nuevo, tomo un picotazo en forma y volvió a marcharse. Esperó muchísimo desluciendo la suerte de banderillas. Abellán anduvo bien con la muleta, aguantando los parones del toro y tirando de él a derechas con pases bastante largos y templados que remató con pectorales ajustados. Y también al natural pese a tardear aún más el animal. Terminó con más a derechas y adornos. Le sacó todo lo que tenía. Y mató de estoconazo contundente.

El muy cuajado y colorao quinto salió andando y no acudió a las llamadas. Este pareció de Guisando hasta que Abellán logró que se moviera más para irse que para venirse. Apretó al caballo más por manso que por bravo en el primer puyazo y no quiso caballo en el segundo hasta ir en plan de inmediata huida al sentir el hierro. Berreó en palos. Y contra cualquier pronóstico, lo brindó Abellán. Lo sacó fuera de las rayas y lo pasó con la derecha como pudo. Sin perfección, pero le pegó meritorios muletazos en redondo. Y hasta escuchó música. Bien de verdad Abellán. También lo consiguió con la izquierda. Y, curiosamente, con menos apoyo del público que el que dieron a sus compañeros. Más con la derecha y con la izquierda sin venderse demagógicamente. En torero serio. Muy por encima del toro. Pena que pinchara repetidamente. Y que hasta fuera pitado por ello después de haber estado tan bien con un toro por nada lucido.

Negro y alto de agujas el tercero con 555 kilos que no se notaban. Se frenó en el capote de Urdiales yéndose raudo de cada medio embroque. Manso en el primer encuentro con el caballo. Y lo mismo en el segundo. Esperó del todo el burel en banderillas. La blandura del animal quedó más patente de la cuenta en los bonitos aunque inconvenientes doblones de Urdiales. Luego muleteo sobre la mano derecha con su buen corte torero pero el toro volvió a perder las manos. Había que llevarlo a media altura y sin dejarse enganchar la franela. Al natural sucedió casi otro tanto mientras le jaleaban sus admiradores que, por cierto, abundaron en el tendido. Sobre todo cuando los dio completos y limpios. Se gustó en los que recetó a pies juntos de uno en uno. Bonita la trinchera y oportunos los adornos. Pinchó antes de recetar una estocada que necesitó del descabello. Calló bien Urdiales aunque sin mayores alegrías. Saludó desde el tercio una tibia ovación.

El sexto, castaño obscuro, un cinqueño avanzado, salió buscando como irse de la plaza. De un lado para otro. Pero Urdiales logró meterlo en el capote a la verónica con buen aire. Cumplió en el caballo dentro de lo que cabía esperar. En varas, el tuerto en el país de los ciegos. También cumplió en banderillas. Brindó Urdiales en los medios. Y allí se quedó aguantando con bastante firmeza las mediocres, cortas y altas arrancadas del burel, enjaretando algún que otro muletazo estimable con ambas manos en medio de otros inevitablemente sucios y enganchados. Tras un torero macheteo ya en tablas, mató de estocada y descabello.

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