viernes, 27 de marzo de 2015

Del Bosque, Villa, sentido y sensibilidad / porJuan Manuel Rodríguez




"...Vicente sigue mentalmente aferrado a Sudáfrica, neuronalmente aparcado en el paradisíaco hotel Sport Village, el sonido de las vuvuzelas y el grito de su amigo Camacho en Tele 5 tras el gol de Iniesta, que fue un gran gol, el más importante de nuestra historia, pero que sucedió hace cinco años..."


Del Bosque, Villa, sentido y sensibilidad

Está claro que Del Bosque no capta las indirectas. A este seleccionador o le dices "no me lleve usted a jugar más, don Vicente, por favor, se lo suplico, que a la hora del partido tengo que llevar a mi nietecito al colegio" o él te sigue convocando. Y eso es lo que ha sucedido precisamente con David Villa, que, aunque no le dijo claramente a la cara a Del Bosque que le dejara tranquilito de una vez, que no volviera a contar con él, que no le persiguiera, sí le mandó sin embargo una indirecta bastante clara yéndose muy lejos, a una Liga de chicle como la estadounidense. A nuestro máximo goleador histórico, que está tan ricamente y sin meterse con nadie en New York, New York, le ha rescatado para nuestro recuerdo, que es francamente bueno, un nuevo gesto del renovador por la base Del Bosque. Tres partidos de nada le quedan a David para alcanzar las cien internacionalidades, tres, y a Vicente se le ha ocurrido la genial idea de que hay que llegar como sea a esa cifra para hacer "partida"... a costa del equipo nacional.

Ahora comprendo por qué Raúl González, que está jugando por cierto puerta con puerta con Villa, no regresó a la selección tampoco con Del Bosque. Él heredó la decisión de Luis Aragonés de no llevar al madridista, que al dejar el Real siguió demostrando que estaba en perfectas condiciones de jugar con España. Luis jamás explicó claramente qué le pasó de repente con Raúl para que éste no fuera más veces internacional pero en el aire flotaba la idea de que todo se debía a una cuestión personal. A Del Bosque le pregunté muchas veces por qué motivos no convocaba al 7 y él nunca, jamás, ofreció ningún argumento deportivo serio limitándose a repetir como un loro de Salamanca que era "seleccionable". Claro, tan seleccionable como yo. Ahora se descubre por qué Vicente del Bosque no volvió a llamar a Raúl: porque superó por tres las cien veces como internacional y con él no había por qué ser sensible.

Así que, un Mundial y una Eurocopa después, Del Bosque (que al final va a ser cierto que tiene las posaderas de un tamaño similar al del Royal Botanic Garden de Kew, en Londres) sólo es capaz de aportarnos un único criterio futbolístico, el del sentido y la sensibilidad hacia los futbolistas que le hicieron (nos hicieron, claro) campeón mundial. Vicente sigue mentalmente aferrado a Sudáfrica, neuronalmente aparcado en el paradisíaco hotel Sport Village, el sonido de las vuvuzelas y el grito de su amigo Camacho en Tele 5 tras el gol de Iniesta, que fue un gran gol, el más importante de nuestra historia, pero que sucedió hace cinco años. Del Bosque no ha despertado desde entonces, de ahí que no considerara como un fracaso lo acaecido en Brasil y que ahora pretenda homenajear otra vez a David Villa. Estoy seguro que, si de Vicente dependiera, seleccionaría a Santillana, que "sólo" jugó 56 veces con España. La sensibilidad a flor de piel y la cabeza en el Soccer City de Johannesburgo.


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