jueves, 27 de agosto de 2015

El zambombazo de López Simón / Por Paco Mora



"...Y es que López Simón se queda quieto como un poste con el bueno y con el malo. A todos se los pasa a dos centímetros de la barriga con un toreo vertical de manos bajas y un temple excepcional a velocidad cero..."


El zambombazo de López Simón

Se queda quieto como un poste con el bueno y con el malo. A todos se los pasa a dos centímetros de la barriga con un toreo vertical de manos bajas y un temple excepcional a velocidad cero. Y sin que su expresión de niño pícaro y feliz cambie

López Simón ha armado el taco en la última corrida de la Feria de San Julián de Cuenca, de la que sólo queda la de rejones. El crío ha abierto la puerta grande con dos orejas de su primero, de José Vázquez, y la espada le ha privado de cortarle otras dos, que ya estaban cantadas, al último de Apolinar Soriano. Pero lo más importante de la tarde del madrileño en la patria chica de Perales es que ha puesto a todos de acuerdo para levantarse de sus asientos, haciendo gestos de asombro y desgañitándose en “olés”. Y es que López Simón se queda quieto como un poste con el bueno y con el malo. A todos se los pasa a dos centímetros de la barriga con un toreo vertical de manos bajas y un temple excepcional a velocidad cero. Y sin que su expresión de niño pícaro y feliz cambie en ningún momento, por difícil que sea el toro o peliaguda que resulte la situación. Y el gentío se vuelve loco. Lo que convierte al torero que descubrió José Luis Segura en un auténtico suceso. 

Si López Simón continúa poniéndose en el terreno que ahora pisa en exclusiva, sólo un toro puede evitar que cuaje en un grande del toreo. Porque uno sale de la plaza, después de verlo, con la impresión de que si le pusiera la muleta al pirulí de TVE, éste se le arrancaría irremediablemente. De los cinco toros de Apolinar Soriano lidiados, El Fandi le ha cortado al cuarto una oreja, que pudieron ser dos con más acierto con la espada y en su primero no tocó pelo por la misma causa. López Simón, en el último de la tarde, único que pasaportó del ganadero jiennense, si no lo hubiera pinchado en demasía ni se sabe lo que podría haber pasado porque le armó una marimorena de padre y muy señor mío. Los dos del lote de Castella no colaboraron demasiado, pero el galo anduvo en el son de torero de postín con que circula esta temporada.

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