El torerísimo y peculiar doblón de Frascuelo en Ceret
"...Triste es no lograr el triunfo, pero más penoso debe ser lograrlo y que nadie repare en ti. Y, cuidado, no estamos hablando de un pegapases al uso; estamos hablando de un torero excelso que, por ejemplo en Madrid, en tantísimas ocasiones ha dado la medida de su arte inmaculado..."
UN DRAMA ETERNO
Cuando para algunos diestros todo son prebendas en todos los órdenes, algunos, los más desdichados, se les somete a la dramática situación del ahora o nunca. Entre otros, este ha sido el caso de Carlos Escolar Frascuelo el pasado 15 de agosto en Las Ventas de Madrid. Pongámonos las manos en el pecho y respondamos con sinceridad, ¿se puede arreglar todo en una sola tarde?
Son, como se sabe, esas tardes agosteñas en las que diestros olvidados acuden a Madrid en la búsqueda un éxito que les pueda llevar hasta la gloria. Un éxito que, en honor a la verdad, a muchos diestros les ha llegado; el propio Frascuelo salió en hombros de Madrid en una tarde agosteña y, ¿de qué le valió?
Es verdad que en la tarde referida, Frascuelo debió estar mejor; como es cierto que no le tocaron los mejores toros pero, con éxito o sin él, al final, ¿para qué? Me pongo en la persona de Frascuelo o en la de algunos de sus compañeros en idéntica situación y, el drama está servido. Era la “única” tarde, la “definitiva” o si acaso, hasta la última si se me apura. ¿Cómo se le puede someter a un hombre a una condena tan horrible como es pretender que todo se arregle en una sola tarde? Frascuelo no lo logró. Pero tampoco sabemos si anímicamente dicho diestro estaba en condiciones de hacer el paseíllo; los síntomas que dio en la plaza, interiormente, nos estaban certificando las sospechas aludidas. Como fuere, lo que cuenta es el resultado final de su actuación que, desdichadamente, no fue la que todos esperábamos.
Sería conveniente conversar con Frascuelo al respecto –quizás lo hagamos- de su actuación para que nos pormenorizara los detalles internos de aquello que podemos sospechar. Nada cambiará el resultado de su actuación; es más, la misma no concitó esperanzas para con nadie, incluido el diestro que, roto anímicamente no fue capaz de alzarse con el triunfo. De todos modos, no nos engañemos; tampoco Frascuelo “se dejó ir” dos “bombones” de Estepa; eran enemigos complicados en los que, posiblemente, en otro momento y otro día, el diestro de Madrid hubiera estado más solvente.
El drama de una sola tarde lo tenía servido el diestro. Tardes malas, aciagas y con fracasos incluidos las tiene Morante y, no pasa nada; como otros muchos diestros. Pero ay amigo, pobre del que tenga que vivir con esa condena a cuestas, y a Frascuelo le tocó llevar la pesada cruz del “ahora o nunca”
No estoy defendiendo a nadie, más bien, estoy analizando una situación desdichada y, ante todo, recordarle a todo el mundo que, como dije, en una tarde de agosto, Frascuelo, logró salir por la puerta grande de Madrid y, como dije, ¿de qué le sirvió?
Triste es no lograr el triunfo, pero más penoso debe ser lograrlo y que nadie repare en ti. Y, cuidado, no estamos hablando de un pegapases al uso; estamos hablando de un torero excelso que, por ejemplo en Madrid, en tantísimas ocasiones ha dado la medida de su arte inmaculado.
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