Don Matías sacó los dos pañuelos... simultáneamente.
El precio estaba pagado
"...Atrás quedaron los intentos de otros para pagar con toro sin trapío, sin la pureza que supone la pierna descargada, sin la verdad que supone el matar de costadillo, al julipié. Don Matías pasó de duro a blando como por encanto. Naturalmente encantado cuando vio que el pago se hizo con moneda de curso legal, sin ningún tipo de duda ni falsificación..."
DON MATÍAS... TENÍA UN PRECIO
Don Matías, como la muerte, tenía un precio. Y ese precio se pagó en la tarde del sábado en la plaza de Vista Alegre de Bilbao.
Pero no crean que se pagó a través de un sobre o un soborno. No, se pagó el precio y se pagó como hay que pagarlo, con un toro, con verdad, con valor, con pureza, cargando la suerte, rematando en la cadera, con naturalidad, con torería… con una estocada arriba y realizada sin ningún tipo de alivio o truco. Ese era el pago exigido y todo eso lo pagó Diego Urdiales en la tarde, pero en especial con el toro ‘Favorito’ de Alcurrucén.
Atrás quedaron los intentos de otros para pagar con toro sin trapío, sin la pureza que supone la pierna descargada, sin la verdad que supone el matar de costadillo, al julipié. Don Matías pasó de duro a blando como por encanto. Naturalmente encantado cuando vio que el pago se hizo con moneda de curso legal, sin ningún tipo de duda ni falsificación.
Por si eso fuera poco, Don Matías valoró las lágrimas de un torero, ese llorar sincero de quien se había roto toreando y no esa llorera pedigüeña que cada año le montan los que del toreo moderno han hecho su modus vivendi. Don Matías será un rancio e intrasegente para unos, curiosamente para los que adulan a las figuras sin fisuras hagan cuanto hagan, pero se muestra como un pedazo de pan, de aficionado, cuando, de vez en cuando, aparece toda la verdad del toreo.
Toreando así con la izquierda
Diego Urdiales representó eso que se demanda desde los aficionados y que por lo visto es tan difícil de ofrecer. Ser torero es algo más que dar pases, es ofrecerse en aras de la verdad, dándole sentido al rito, haciendo de la profesión de torero una religión que no caduca. Sin que el torito parezca un animal indefenso ante el de luces. Sin darle su sitio al toro no puede existir el toreo, solo la burla.
Hace unos años escribí DIEGO SE ESCRIBE CON 'P' y URDIALES CON 'V' y hoy hay que ratificarlo. No creo que pueda expresar mejor el toreo de Urdiales de lo que escribí de ese otro día en Bilbao. Ahora, tras de lo sucedido en la penúltima de la feria bilbaína, nos queda la reconciliación que supone el poder ver a Urdiales a hombros en una plaza de importancia. Nos faltaba que su espada rematara todo cuanto hacía para refrendar el triunfo. Un triunfo que dicen, el de las orejas, pone en valía lo que sin ellas desnuda. Ahora lo veremos. Muy pocos son los que pueden exhibir un logro de esta magnitud en Bilbao.
Matando de esta manera
Esa reconciliación con la verdad y con la afición, también con ese palco de Don Matías, al que dicen que es un ladrón de triunfos, ha de ponernos ante el espejo. Diego brindaba este triunfo a los que han creído en él sin fisuras -me siento brindado- pero eso tiene un significado mucho más amplio: Todos, aficionados y público presente, ya saben cómo es el toreo, el auténtico, y podrán calibrar las otras opciones que otros toreros ofrecen. Pueden elegir, como Don Matías, para intentar poner orden en una Fiesta que se desmorona por la falta de autenticidad.
Gracias Diego, gracias. Los veteranos te debemos el devolvernos nuestra juventud y los jóvenes han de agradecerte la posibilidad que les has ofrecido de contemplar que ser torero es algo mucho más trascendente que el mero hecho de dar pases al derecho y al revés. Las retinas de ambos, veteranos y jóvenes, mantendrán para siempre la lección aprendida una tarde en Bilbao, cuando un torero supo pagar el precio que Don Matías pedía por sus dos pañuelos.
Se paga el precio... y nos haces felices a todos
Gracias de nuevo ¡¡Torero!!
***
No hay comentarios:
Publicar un comentario