miércoles, 30 de marzo de 2016

LOS GARCI, GRANDES / por Pla Ventura


Foto: Maurice Berho


LOS GARCI, GRANDES

Pla Ventura
España
El pasado domingo mientras veíamos la bella estampa de los toros de Garcigrande en Sevilla, en la salida de cada toro nos asombrábamos todos; daba gusto ver las láminas tan bellas de dichos toros. Ante todo eran, como digo, los “garci”, grandes. Claro que, como pudimos comprobar, ese fue el pecado, que salieran grandes porque, dichos animalitos, con mucho menos kilos y con la apariencia de siempre son todo un primor. Un primor para sus lidiadores, se sobreentiende, claro.

El ganadero no se percató y le salieron más grandes de lo deseado. ¿Qué hacer? Como marca, dichos toros no pueden lidiarse en ninguna plaza de fuste, es decir, Madrid, Pamplona, Bilbao… pero si quedaba Sevilla que, siendo una plaza de primera, meterles un gol es lo más sencillo del mundo; y miremos si resulta fácil que, hasta los toreros tragaron con el lote.

Como explico, los toritos de este ganadero son el plato deseado por todos los toreros; tienen, como ellos dicen garantía de éxito, y no les falta razón. Cuando salen en su peso normal y lógico, dichos animalitos ponen muy contentos a sus lidiadores. El problema tuvo lugar en Sevilla el pasado domingo que, para desdicha de todos, salieron tontorrones y, lo que es peor, sin fuerzas; los kilos les pesaban tanto que les atormentaron en el transcurso de la lidia. ¿Qué pasó al final? Sencillamente que la parodia se sirvió en la plaza indicada, Sevilla, ese lugar de señoritos andaluces que se ponen tan finos que no tuvieron ni ánimos para abroncar a Morante que era lo que correspondía.

Aquello no tuvo fundamento alguno, hasta el ídolo de Sevilla, Manzanares, naufragó a la deriva. Lo peor de Morante no fue otra cosa que sus ganas; un Morante trabajador que quería mostrar el atisbo de su arte ante toros estúpidos que, como algunos medios difundieron como un faenón. No entiendo nada. Es más, ni se picaron los toros. Y mientras todo eso ocurría le dieron una oreja a Talavante que no aportará gloria alguna a la carrera de este diestro. Seguro que Morante, tras escuchar los tres avisos deseaba la bronca; ni para eso tuvieron ánimos puesto que, tras el sainete, las palmas de los señoritos alentaban a Morante.

Como digo, todo eso pasó en Sevilla y al final, hasta salieron todos contentos. Cómo sería la cosa que el comentarista de TV, un tal Emilio Muñoz, se atrevió en decir que a los toros les faltaba un puntito de trasmisión; o sea, los burros de siempre, pero en esta ocasión con apariencia de toros. Si el toro no emociona bosteza todo el mundo pero, como explico, en Sevilla no tuvieron ánimos ni para eso, para bostezar.

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