sábado, 30 de julio de 2016

Las quejas de los toreros / por Rafael Comino Delgado



"...Álvaro Lorenzo, torero en el que tengo puestas muchas esperanzas, creo que es de los jóvenes recién alternativados de los que más posibilidades tiene de llegar a ser gente, por lo que naturalmente le sigo con verdadero interés. Por eso me han llamado la atención unas declaraciones suyas en la edición impresa de APLAUSOS de esta semana en las que dice: ¿dónde queda lo de dar paso a los jóvenes?..."


Las quejas de los toreros

Sin duda Álvaro Lorenzo lleva razón en sus quejas, como la pueden llevar otros, si bien, en mi opinión, un torero jamás debe quejarse, eso queda para que lo haga el apoderado u otras personas de su entorno; el torero jamás debe hacerlo.

Álvaro Lorenzo, torero en el que tengo puestas muchas esperanzas, creo que es de los jóvenes recién alternativados de los que más posibilidades tiene de llegar a ser gente, por lo que naturalmente le sigo con verdadero interés. Por eso me han llamado la atención unas declaraciones suyas en la edición impresa de APLAUSOS de esta semana en las que dice: ¿dónde queda lo de dar paso a los jóvenes?

En definitiva se está quejando de su actual situación, que es la de torear muy poco, lo mismo que le pasa a Ginés Marín y a Varea, los tres de reciente alternativa en Nimes.

Estas quejas también las manifiestan otros muchos toreros, pero al hacerlas Álvaro Lorenzo, por las razones antes expuestas, me han inducido a escribir sobre el tema.

Sin duda lleva razón en sus quejas, como la pueden llevar otros, si bien, en mi opinión, un torero jamás debe quejarse, eso queda para que lo haga el apoderado u otras personas de su entorno; el torero jamás debe hacerlo. De hecho Álvaro Lorenzo, en sus declaraciones también dice: ¡está mal que yo lo diga, pero dan pocas oportunidades a los toreros con condiciones! Él mismo se está dando cuenta de que no debía haberlo dicho.

Mi filosofía es que el torero se debe expresar y quejar delante del toro con capote, muleta y espada en las manos. Los dos solos en el ruedo. Ahí es donde debe hablar. Todo lo demás se queda, en todo caso, para otro tipo de profesiones. Eso de quejarse es de débiles, de mediocres. Si el torero habla fuerte y bien delante del toro ya le llamarán los empresarios, por la cuenta que les trae. Así ha sido siempre y así son todas las cosas, o casi todas, en la vida.

Primero hay que valer, luego hay que demostrarlo y luego hay que demostrarlo otra vez, y otra y todos los días. Y cuando se sea martillo, desde allí poner la cosas en su sitio, y hacer que no se cometan injusticias.

Álvaro Lorenzo tiene unas condiciones innatas excelentes, está en una casa muy importante, tal vez la mejor, lo dirigen unas personas con capacidad más que sobrada para llevarle por el camino adecuado, en las que debe confiar ciegamente.

Ahora su ocupación debe ser prepararse y cada vez que se vista de torero cortarle las orejas a los toros, bien porque le embistan o porque él les embista a los toros; estar mejor que el que mejor esté pero salir siempre por la puerta grande. Lo demás son monsergas y lloriqueos de incapaces.

Como decía esta es mi filosofía, con la que algunos estarán de acuerdo y, tal vez, muchos en desacuerdo. Muy bien, yo pienso así y no me ha ido mal en la vida, por eso no voy a cambiar a estas alturas.

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