miércoles, 18 de enero de 2017

José Tomás: la dimensión paralela / por A. R. del Moral.



El diestro madrileño cubrió otra 
campaña testimonial en 2016. 

José Tomás: la dimensión paralela

A. R. del Moral · 17/01/2017
¿Qué hará en 2017?
Las fiestas navideñas ya sólo son un montón de espumillón que ha retomado su lugar en las cajas del altillo; enero está doblando y la temporada 2017 comienza a dibujarse en el horizonte pero nadie tiene idea, ni la más mínima, de los planes que José Tomás puede tener en su cabeza para el año que se abre paso. La temporada 2016 volvió a tener aire testimonial. Pocas corridas; toros y toreros escogidos, escasos guiños a la competencia y lejanía absoluta de los auténticos frentes del toreo. Ésa ha sido la tónica del genio de Galapagar en la década que ha quedado atrás. Es la norma que ha definido esta segunda época que alumbró el mito, fortificado después de aquel eclipse voluntario que le mantuvo alejado de las plazas entre los años 2002 y 2007.


Su presencia en los ruedos el año anterior se había limitado a una corrida en Aguascalientes pero estrenó 2016 con una reaparición en la Monumental mexicana que desbordó todas las previsiones, hizo hervir el agua del empresario y, definitivamente, no salió nada bien. Sus bolos españoles se iban a estrenar en la Feria del Caballo de Jerez en medio de un clima de enorme expectación. José Tomás se enhebró ese día a un excepcional toro de Núñez del Cuvillo que le sirvió para sublimar el toreo más natural. Aquella tarde jerezana servía, de paso, para retomar la simbiosis con los ganaderos de Vejer.

El maridaje había concluido seis años antes en medio de reproches mutuos. Los Cuvillo querían reforzar los carteles en los que participaba el Divino, que cortó con lo sano y estoqueó su último ejemplar en la Pascua malagueña de 2010. A Tomás le sirvió el cuvillo de Jerez y los ganaderos supieron poner en valor aquella excepcional embestida que confirmaba el gran momento de la vacada.

Pero la temporada, corta, proseguía. Matilla había logrado amarrar al Divino en la Feria del Caballo sin una sola filtración. Los carteles se hicieron públicos con un escueto correo electrónico en el que sorprendía leer el nombre de José Tomás. El siguiente agraciado con las bolas del bombo fue Simón Casas, que llevó al Dios de Piedra a las playas levantinas para celebrar la feria de San Juan de Alicante. Tomás se hizo acompañar de los hermanos Manzanares en una mixta de escasa tensión en la que volvió a contar con la colaboración inestimable de un pupilo de Núñez del Cuvillo.

El verano ya estaba avanzado cuando recaló en Huelva, una de sus plazas talismán, para dar la alternativa al novillero local David de Miranda. El tercero en discordia era López Simón. Juntos protagonizaron un festejo de más ruido que nueces, pródigo en orejas, en el que lo mejor -una vez más- fue la izquierda del madrileño.

En San Sebastián le esperaba un breve duelo con El Juli, absurdamente testificado por la actuación ecuestre de Pablo Hermoso de Mendoza. Pero el tête à tête se iba a saldar a favor del pretendiente. El Juli mojó la oreja de José Tomás sin ninguna conmiseración en una corrida -una más- que volvió a ser presenciada por el rey Juan Carlos sin que el diestro de Galapagar se dignara a brindarle ningún toro y, mucho menos, algún gesto de cortesía. Cosas de genios…

El caso es que los dos últimos compromisos que tenía que cumplir en la temporada enturbiaron su aura de guardián de la pureza en medio de la honda tristeza que produjo la trágica muerte de Víctor Barrio en Teruel. El propio Ponce no tuvo objeción en destapar la caja de los truenos para confirmar lo que ya se sabía: las estrategias de José Tomás le habían desplazado de la fecha inicialmente apalabrada con Toño Matilla para actuar en la feria de Valladolid. Los manejos del diestro madrileño también le dejaron, por extensión, fuera de la corrida coral que sirvió para honrar la memoria del torero caído. Aquella tarde -que ya había quedado coja con la ausencia del valenciano- no fue ni fu ni fa. Tomás cortó una oreja de circunstancias pero aún tenía que cumplir un segundo compromiso en el ciclo pucelano -el 9 de septiembre- en la misma fecha que se había comprometido inicialmente con Ponce.

José Tomás volvía a estar acompañado de su partenaire más habitual de 2016 -José María Manzanares- que delataba la renovada sintonía con la casa Matilla, que volvió a colocar un jinete que nadie había pedido por delante. Los de a pie salieron a hombros con un buen encierro de… Cuvillo. Se cerraba la última página de la singular historia del torero madrileño. No sabemos por dónde se vuelve a abrir el libro.

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