martes, 31 de enero de 2017

TRAS BOGOTÁ… QUEDA CLARO / por Antolín Castro


Queda claro: La Santamaría ha estado cinco años vacía de libertad... pero ya no


Queda claro que hay que andarse con mucho cuidado con ellos, pues ese deseo de que no se haga daño a los toros, a los animales, no son capaces de conjugarlo con no hacer daño a sus semejantes, a los ciudadanos o aficionados que no comparten sus mismas ideas o, simplemente, sus desbocados instintos contra una actividad legalmente permitida. 


TRAS BOGOTÁ… QUEDA CLARO

España
Hace unos días se reinauguró la plaza de toros La Santamaría de Bogotá. Tras de cinco años secuestrada por la decisión política de un individuo que ejercía de alcalde de la ciudad, pasándose por el arco del triunfo la libertad de los ciudadanos a elegir dónde ir y la decisión de la Corte Suprema de Colombia, la plaza volvió a abrir sus puertas.

Tras de esa alegría que ha supuesto la reapertura, tras de ello, queda claro que los aficionados estaban deseosos de volver a la plaza, de reanudar su derecho a ver toros en libertad. La plaza se cubrió en su totalidad y hubo de ponerse el cartel de agotadas las localidades. Queda claro que nunca debió de cerrarse.

Queda claro que la decisión arbitraria del llamado Gustavo Petro debía tener un final y la sensatez del nuevo alcalde, y su decisión de acatar la ley, ha permitido que sea posible este festejo que marcará un antes y un después para esa plaza.

Queda claro que hay que felicitar a quienes durante estos cinco años han luchado por la libertad de todos, no solo por la libertad de los aficionados a los toros. Hoy ha sido con los toros, pero mañana puede ser otra la decisión arbitraria que acabe con cualquier otro espectáculo que no guste a los dictadores que ejercen de políticos en las alcaldías.

Queda claro que existen ciudadanos cuya afición a los toros hay que respetar y nos alegramos de que ese respeto haya supuesto que los toros, y los toreros, hayan pisado de nuevo la arena de La Santamaría.

Pero queda claro, también, que existen todavía quienes el respeto solo lo desean para aquellas cosas que ellos defienden o para aquellas cosas que a ellos les gusten. Entienden la libertad como un ejercicio limitado, muy limitado, al ámbito de lo que ellos no aborrezcan. Un peligro para todo el conjunto de la sociedad son estos movimientos totalitarios que representan los grupos de antis que proliferan por todo el mundo.

Queda claro que hay que andarse con mucho cuidado con ellos, pues ese deseo de que no se haga daño a los toros, a los animales, no son capaces de conjugarlo con no hacer daño a sus semejantes, a los ciudadanos o aficionados que no comparten sus mismas ideas o, simplemente, sus desbocados instintos contra una actividad legalmente permitida. 

Las amenazas en las redes de estos agresivos activistas no deben echarse en saco roto. Ni los aficionados, ni los profesionales deben distraerse estando bien alerta, pero mucho menos las distintas autoridades con competencias en materias de seguridad deben obviar el tema. La vida y muerte del toro a este gente les asusta y solivianta, pues mucho más nos ha de asustar a nosotros, y a las autoridades, el grado de odio que se está generando contra ciudadanos pacíficos que ejercen solamente su libertad de elegir ir a donde quieran ir. 

Queda claro que algo hay que hacer y cuanto antes mejor. Mejor prevenir que lamentar. La democracia ha de preservarse desde las leyes y la justicia, y éstas son competencia de los gobiernos y los políticos. ¿Queda claro?

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