martes, 27 de noviembre de 2018

Cambalache / por Jorge Arturo Díaz Reyes


Toro. Foto: Camilo Díaz, www.cronicatoro.com

Cambalache
*Lo Kitsch en el toreo XVI*

Cali, noviembre/2018
La otrora pujante feria de Quito ha quedado en dos festivales y una corrida nacional mixta. Sin suerte suprema y sin menores de 18 años. En la pequeña plaza Belmonte. Cuya máxima capacidad alberga menos de la quinta parte de los 16.000 espectadores que copaban la tradicional y abandonada Iñaquito.

Cómo recuerdo su inauguración pomposa en 1960 por Luis Miguel Dominguín, Pepe Cáceres y Manolo Segura. Un referendo antitaurino, jalonado por el expresidente Correa, derrotado en todo el país, impuso con estrecho margen la prohibición en la capital y la condenó. Así estamos. No se puede criticar a quiénes con sus libertades amputadas, tratan de mantener el culto simbólicamente.

Por el contrario, solidaridad, siempre y cuando no pierdan de vista el forzado carácter alegórico del intento, ni la condición de catacumba que asume su escenario, el cual lleva para mayor compromiso un apellido prócer. El próximo 3 de diciembre se anuncia otra marcha libertaria, que seguramente también tratarán de ignorar.

Los viejos aficionados nos miramos en la vidriera de los acontecimientos cotidianos, y el reflejo vuelve cada vez más anacrónico y escéptico. Problema nuestro, claro. El mundo es como es, distinto siempre al desaparecido del que venimos.

Que quizá tampoco fue mejor. Pero entonces creímos con la ilusión, el vigor y el plazo indefinido de la juventud poder hacerlo mejor. Fue nuestro turno. Aquella explosión de la fiesta en los sesenta, que le abrió cinco décadas de opulencia. Luego vino la implosión, asolando ferias, plazas, ganaderías, principios… y entonces comenzamos a refunfuñar y a ser insoportables para el esnobismo intenso que atosiga con su... ¡Son tiempos nuevos! ¡Paso a la moda! ¡Sube o apártate que arrollamos!

¿Subir? ¿Apartarse? Los valores advenedizos no dan lado ni tregua. Obligan, o aguantar en las viejas verdades, las que prevalecieron sobre todas las crisis, o vivir lo que nos queda como advirtió Discépolo:

Revolcaos en un merengue
y en el mismo lodo
todos manoseados...

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