jueves, 23 de mayo de 2019

Gareth Bale. Yo, robot / por Juan Manuel Rodríguez


Y lo peor de todo es que el madridismo ha comprado la teoría de que el 22 de noviembre de 1962 a las doce y media, mientras el coche presidencial circulaba por la Plaza Dealey, quien disparó a John Fitzgerald Kennedy desde el sexto piso del edificio del Almacén de libros de texto de Texas, en el cruce de las calles Elm y Houston, no fue Lee Harvey Oswald sino Gareth Bale

Yo, robot

Leo en Sport que "Gareth Bale, el controvertido delantero del Real Madrid, se sinceró en 'State of Play', la próxima película de BT Sports Films". Ahora iré con las declaraciones de Bale, pero... ¿controvertido? ¿Bale? ¿Gareth Bale, "el controvertido delantero del Real Madrid"? Puede que yo me haya perdido algo, pero, ¿qué ha hecho Bale para ganarse semejante calificativo? ¿Acaso ha mordido a Chiellini, pongamos por caso, en un Mundial y a la vista de todo el mundo? ¿O ha mordido a Ivanovic en un brazo? ¿Ha recibido Bale terapia por eso? ¿Se le ha pillado a Bale escupiendo a un jugador? ¿O diciéndole a un árbitro "la concha de tu madre"? ¿Ha sido Bale condenado por el Tribunal Supremo a 21 meses de cárcel por fraude fiscal? ¿Ha comparado el abogado del Estado a Gareth Bale con un capo perteneciente a una estructura criminal? ¿Ha sido acusado Bale por su casero de dejar basura y desperdicios, alimentos podridos en la nevera, bolsas de plástico viejas y una pila de facturas sin pagar?...

Insisto, y salvo que yo me haya perdido algo, controvertidos son aquellos jugadores de fútbol que muerden, aquellos que defraudan a Hacienda o aquellos que son condenados a indemnizar a sus caseros con 10.000 euros, y empleo el término "controvertido" por no llamarlos por su auténtico nombre. Salvo que sea delito que a uno le guste ver el golf y practicarlo, en cuyo caso tenemos un problema importante porque en España hay 300.000 federados y no hay cárceles para tanto aficionado, de Gareth Bale podrán decirse un montón de cosas salvo que sea un deportista controvertido. Está con su novia de toda la vida, Emma Rhys-Jones; la pareja tiene tres hijos en común, Alba Violet, Axel Charles y Nava Valentina; Gareth come bien, duerme mucho, ni bebe ni fuma, no le gusta la vida nocturna, entrena cuando le toca entrenar, juega cuando le dicen que juegue y, eso sí, no habla del todo bien el español, pero tampoco lo habla demasiado bien Messi, y Lionel ha nacido en Argentina, que es hispanohablante.

El escracheado Bale ha dicho que los futbolistas son como robots, que no pueden elegir el calendario como en el golf o en el tenis; y ha añadido que les dicen todo: dónde y cuándo hay que estar, a qué hora hay que comer, a qué hora hay que entrenar... A mí me parecen unas declaraciones valientes, una reflexión muy interesante procedente de alguien que vive esa situación desde dentro y en primera persona. Bale dice que cuando eres un niño puedes reírte y disfrutar con los amigos jugando al fútbol, pero que cuando llegas a ser profesional la cosa cambia y recibes todo tipo de presiones y se pierde aquel sentimiento infantil. Sinceramente, y por mucho que leo las declaraciones de Bale, no veo dónde está el problema. No dice que él sea un robot, ni mucho menos dice que en el Real Madrid le hayan tratado como si fuera un robot; lo que hace Bale es expresar un sentimiento que, por las reacciones que he visto de algunos ex futbolistas, es generalmente compartido.

Gareth Bale no está diciendo que él no tenga sentimientos sino justo todo lo contrario, está diciendo que los tiene y que se ve obligado a ocultarlos, a llevar una doble vida; tampoco está diciendo que él no sea un privilegiado, nada de eso; lo que nos está diciendo es que el fútbol moderno está matando los sentimientos, los está ahogando, y que los jugadores profesionales se sienten como robots, como ordenadores humanos a los que se introduce una información y ejecutan sin pensar. A mí me parece una reflexión interesante y también valiente porque no es habitual que un deportista de élite se pronuncie en semejantes términos. Pero ha llegado el momento, ese momento, en el que absolutamente todo vale contra Gareth Bale y lo mejor para él es que hable siempre en presencia de su abogado porque cualquier cosa podrá ser lamentablemente utilizada en su contra.

Y lo peor de todo es que el madridismo ha comprado la teoría de que el 22 de noviembre de 1962 a las doce y media, mientras el coche presidencial circulaba por la Plaza Dealey, quien disparó a John Fitzgerald Kennedy desde el sexto piso del edificio del Almacén de libros de texto de Texas, en el cruce de las calles Elm y Houston, no fue Lee Harvey Oswald sino Gareth Bale. Y, desafortunadamente, quienes han vendido esa idea han triunfado, o sea ha triunfado el mal, que a veces sucede. Llegados a este punto, que no es la primera vez que hemos vivido ni será la última, lo mejor para Bale es irse de aquí aunque tenga tres años más de contrato, poner pies en polvorosa, largarse cuanto antes. Hazlo, Gareth, porque si no irán a por tu mujer y a por tus hijos. Vete de aquí mientras puedas. Y no mires atrás. Gracias por todo y adiós. No te merece la pena.

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