lunes, 26 de agosto de 2019

Zidane: "A tomar por saco" / por Ignacio Ruiz Quintano


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Claro que lo que urge ya no es Pogba, sino Neymar, única forma de tapar el neón de Joao Félix en la acera de enfrente. ¿No gestiona egos Zinedine? Pues en Neymar tiene un ego como Dios manda. Y con el trapío de Madrid. Pero eso de que el equipo mande a tomar por saco el balón, como plan sólo tiene un final: que la afición mande a tomar por saco al equipo.


"A tomar por saco"

Ignacio Ruiz Quintano / Abc

Si hacemos caso a Zidane, el Valladolid de Pedro Porro empató en el Bernabéu porque el Madrid, una vez que metió su gol, no mandó el balón “a tomar por saco”.

En los noventa, para ir al Mundial de Francia el Combinado Autonómico estaba obligado a ganar a Eslovaquia, pero el Periódico de las Elites no sabía cómo hacerlo.

¿Cómo?contestó Clemente–. Todos los jugadores deben salir al ataque, y en seguida también todos deben irse hacia atrás a toda leche. Después, un plátano y a la ducha.

Si da Mourinho la explicación de Zidane, el Periódico de las Elites le hace un “fake” como el que le ha hecho al Rey Juan Carlos. Pero Zidane es Zidane, un gestor de egos, y como el balón, ahora lo hemos visto, no tiene ego, pues se le manda a tomar por saco y asunto concluido. Con el Madrid de Zidane se ve más satisfecho al antimadridismo que al madridismo, y en él suena a viejo hasta el salmo de la Décima, que suena a guerra del Peloponeso.

Ahora, querida, has durado ya tanto como la guerra del Peloponeso – felicitaban el cumpleaños los cínicos ingleses de los tiempos de Russell a sus esposas: ellas no sabían cuánto tiempo era aquello, pero se ponían en lo peor.

¿Quién iba a decirle al pipero que Zidane acabaría en Clemente?

El dibujo se modifica permanentemente en el Madrid –comentaba Valdanágoras a la media hora de partido.

Isco engañando a todo el estadio –replicaba su compañero de locución, para ponderar ese regate de Isco que es como el chiste del bolinga en la puerta giratoria.

Viejo el salmo, viejo el equipo, viejo el sistema, viejo incluso Hazard (el joven, ¡y el bueno!, era Joao Félix), y resulta que el que sobra, y hay que mandarlo a tomar por saco, es el balón, porque le hemos metido un gol a Pedro Porro y, si seguimos jugando, lo mismo Pedro Porro nos mete un gol a nosotros. Este miedo reverencial a Pedro Porro (“¡mandar el balón a tomar por saco!”) viene, a lo mejor, de que Pedro Porro es jugador del City guardiolés, aunque nacido en Don Benito el pueblo donde Pascual Duarte se sube al tren a partir de la segunda edición, pues en la primera lo había hecho en Trujillo, y Cela se vio en el brete de tener que llevar, o el tren a Trujillo, o a Pascual a Don Benito.

El Madrid de Zidane lleva en todo lo alto la estocada de los siete goles colchoneros de la pretemporada. Aquel naufragio cortó la salida de James al Atleti, y ahora es titular en el Madrid, igual que Bale, el de “si se va mañana, mejor”, mientras “L’Equipe”, el periódico que tuvo la idea de la Copa de Europa, publica que el PSG rechaza rechaza cien millones de euros (más Bale, Keylor y James) por Neymar.

En este equipo, la juventud es un escándalo, como la salud en un hospital. Kubo, esa ilusión estival, marchó a Mallorca, como el Pérez de Los Tres Suramericanos (“Y yo que me muero por ir a Mallorca / con eso de Pérez empiezo a pensar, / en meter mis cosas, mis sueños y ritmos / en una maleta y largarme pallá”). Jovic es un Aitor Aguirre exigido como Van Basten. Rodrygo fue una golondrina de verano, y ya sabemos que una golondrina no hace verano. Teníamos a Vinicius, que era la alegría del “Canto negro” (¡Yambambó, yambambé!) de Nicolás Guillén, y en manos de Zidane parece un viejito que sólo se ganará la confianza del míster cuando tenga el pelo de nieve, como el marido de Celia Cruz. De Mendy, el Cafú de Meulan-En-Yvelines, no ha vuelto a saberse. A Brahim lo tenemos en el recuerdo como un futbolista en retirada. La obsesión sigue siendo Pogba, aunque el crack de los Pogba no es Paul, el pretendido, sino Matías, el hermano, que no sé a qué espera Zidane para colocarlo de segundo suyo en el banquillo. Zidane, de elegante (“¡hay que ser elegante para venir con traje hoy al Bernabéu!”, decían los Brummellde la locución durante el partido), y Matías Pogba para pegar voces en el área técnica cuando el Madrid marque un gol: “¡Balón a tomar por saco!”

–Balle, prendre par sac! –sería la consigna a transmitir por Matías a Bale, jugador de su banda, y otra vez liada.

Claro que lo que urge ya no es Pogba, sino Neymar, única forma de tapar el neón de Joao Félix en la acera de enfrente. ¿No gestiona egos Zinedine? Pues en Neymar tiene un ego como Dios manda. Y con el trapío de Madrid. Pero eso de que el equipo mande a tomar por saco el balón, como plan sólo tiene un final: que la afición mande a tomar por saco al equipo.


MUSLO RAMOS

El tatuaje es propio de las sociedades sin escritura, y en el muslo izquierdo de Sergio Ramos, capitán del Real Madrid, equipo en el que jugaría gratis, si le dejaran, está escrita toda la información que los historiadores necesitan para escribir la historia de nuestro tiempo. Una cosa fue el muslo en blanco (por la muslera) de Chendo, y otra es el muslo escrito de Ramos, nada que ver, sin embargo, con el muslo oferente de Jenny Llada, punto de comparación escogido por Hughes para medir aquel muslamen que Cristiano enseñaba a las fieras del Frente Atlético en el Manzanares. El muslo de Ramos es un “Sartor Resartus”, y eso incluye cosas de Ibáñez, de Bansky y de Dalí, a cuyos relojes blandos tantos homenajes rinde la defensa del Madrid. Como El Tato donó su pierna a una farmacia de la calle de Fuencarral, Ramos podría donar su muslo al museo del club, que debería obligar a su capitán a jugar con los leotardos protectores de Roca Rey para salvaguardarlo. Como los mundos de Popper, tres son los muslos blancos: Chendo, Cristiano y Ramos.

   
 Muslo Jenny            Muslo Cristiano

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