jueves, 24 de marzo de 2022

Y LA SANGRE SE RIEGA / por Víctor José López EL VITO

D. Antonio Llaguno y Manuel Jiménez "Chicuelo", arquitectos de las bases del toreo moderno.

A mi admirado
escritor, 
Karl Krispin.
Un relato breve
y no tan conciso

Y LA SANGRE SE RIEGA

Víctor José López EL VITO
A LOS TOROS / Caracas, 23 Marzo, 2022
Jorge Luis Borges señaló que un autor, un libro, un ideal generan sus propios precursores: Kafka generó a Hawthorne y Antonio Llaguno (*) a Javier Garfias.

Al morir don Antonio Llaguno González la ganadería de San Mateo llega a las manos de su hijo José Antonio Llaguno García, y con el cambio de timonel se abrió la ganadería de San Mateo y la sangre de los toros de Llaguno regarían al mundo de los toros, con el producto que la genialidad de don Antonio Llaguno González creó.

Llegó “la hora de los galeones”, cuando llega la muerte de don Antonio. Entonces se podrían comprar las vacas de San Mateo, la creación genética de don Antonio, al sembrarle Saltillo a las reses criollas, seleccionadas entre 30 mil vacas criollas creándose la Sangre Llaguno.

Antonio Llaguno González le advirtió a su hijo José Antonio, único varón de sus seis hijos, que si quería tener una ganadería de lo hiciera con su propio nombre:

-Si yo me muero… conmigo se muere San Mateo

… lo había dicho con sentencia definitiva, de un juicio egoista, lapidario y devastador.

Sin embargo – apunta Niño de Rivera – el tiempo había pasado desde esa advertencia y la condición física y anímica del viejo ganadero acusaba un franco deterioro hacia los inicios de la década de los cincuenta. Postrado en la cama por completo, a partir de 1951 en adelante don Antonio no tuvo ánimo ni capacidad para involucrarse en la crianza de sus toritos, mucho menos tomar decisiones en ganadería. Llevaba siete años y cuatro meses paralizado de la cintura para abajo, consecuencia de una lesión en la espina dorsal clínicamente mal manejada en una operación que le practicaron en el Hospital Militar de la Ciudad de México en 1945. El accidente ocurrió cuando don Antonio auxiliaba en las labores de encajonamiento una corrida de toros en Pozo Hondo. Un toro destrozó el cajón de madera y escapó hacia la manga que el ganadero creyó le resguardaría. No fue así, pues al pegarse de la manga un tornillo saliente le produjo la contusión de la columna vertebral.

No pasó mucho tiempo cuando don Antonio comenzó a sufrir dolores intensos que le obligaron someterse a una operación en el Hospital Militar de las Lomas de Chapultepec 7 de febrero de 1945. El ganadero estuvo hospitalizado por varias semanas, pero nunca se restableció de los fuertes dolores impidiéndole presenciar sus corridas desde el callejón.

Durante los últimos días de abril de 1952 comenzó el declive final de su precario estado de salud. Recibía muy pocas personas que no fueran de su familia, por la debilidad que lo aquejaba, dejó de hacer la hidroterapia con la enfermera que no se despegaba de su lado. Siempre luchando contra el sufrimiento que día a día incrementaba.

Frente a la circunstancias refiere Luis Niño de Rivera en la página 466 del libro Sangre de Llaguno: 

“su hijo José Antonio se tuvo que hacer cargo de todos los menesteres de San Mateo. Tomó el control de los libros de la ganadería, decidió sobre los empadres, condujo los herraderos y los tentaderos, hizo selección de toros para las corridas y llevó a cabo el embarque de los animales para las plazas durante la fase final de la vida de su padre. El deterioro físico de don Antonio le fue impidiendo hacer efectiva la ejecución de su devastadora sentencia. Quizás en el fondo, en los rincones más apartados de su conciencia, el artífice de la obra genética más extraordinaria en materia de toros bravos que había en México, supo que el mandar el ganado de San Mateo al matadero no sería una acción contra de su hijo, o a favor de su ego, sino un pecado de lesa patria”.

El 15 de enero de 1953 falleció don Antonio Llaguno González, genio de la cría del toro de lidia… Habían pasado 20 días del cumpleaños 26 de su hijo José Antonio.

José Antonio Llaguno, hijo de don Antonio Llaguno González con Dolores García se hizo cargo de la ganadería desde el momento que don Antonio entró en penosa agonía heredando la titularidad de San Mateo.

-Mi padre me instruyó en todo lo relacionado con la ganadería, Estoy seguro que no le faltó detalle.

Dijo el heredero después de las exequias en el Panteón Español, que había puesto a un lado la sentencia de su padre que dijo y predicó que: “Si yo me muero… conmigo se muere San Mateo”.

Nos relata Javier Garfias:

Comenzamos a comprar ganado de San Mateo con los ganaderos Manolo Bergongoitia y Luis Barroso de Mimiahuápam, don Reyes Huerta Velasco, y con Mario Moreno “Cantinflas” de la ganadería que llevaba junto a su hermano a nombre de Moreno Reyes Hermanos. José Chafik Hamdam de San Martín se integró lo que llamaron “un grupo élite” con las hembras puras compradas a San Mateo, de donde se generarían los sementales para estos cuatro hierros que cubrirían las vacas impuras (mestizas) adquiridas en forma paralela.

En el caso de Mimiahuápam se compró la totalidad de las vacas pertenecientes a Torreón de Cañas, ganadería de origen Torrecilla. Reyes Huerta, por su parte compró vacas impuras a San Mateo, mientras de Javier Garfias adquirió vientres de Torrecilla y del propio San Mateo. San Martín, finalmente, completó con vacas de Torrecilla, José Julián Llaguno y Valparaiso.

El Tío Carlos, el gran cronista Carlos Septién resumió con gran tino que don Antonio Llaguno González “podía disponer con certeza el envío de seis virtudes para disfrute y regocijo los toreros de la casa, o el regalito de seis vicios para sudor y lágrimas de los ases no gratos a la divisa”.

Javier Garfias estuvo cuatro años de administrador de la ganadería de San Mateo, desde 1963 al año 67. Cuatro años que José Antonio Llaguno García se fue a vivir a España.

Esta situación le presentó a Garfias la oportunidad de meterse en los libros de la ganadería y beber de la fuente de la sabiduría de don Antonio, conocer yerros y aciertos en sus experiencias y poder saber ver cuáles fueron los caminos que anduvieron para lograr el éxito.

Javier Garfias creció mucho internándose en aquella joya. Descubrió lo que era cada uno de los sementales de Saltillo y entendió las ecuaciones con las vacas criollas, las mestizas y las españolas despejando interrogantes genéticos entre la vacas originales y las de Saltillo.

(*) Antonio Llaguno nació en Valparaíso, Zacatecas, el 29 de agosto de 1878. Sus padres José Antonio Llaguno y Haza y Dolores González y Anza casaron el 11 de junio de 1873 en Valparaíso. Tuvieron once hijos, de los cuales sólo cinco vivieron.

Su infancia y primera juventud se desarrollan en medio de un ambiente en el que la marca del progreso se consolida bajo un régimen porfirista que coquetea con modelos del extranjero.

Con el correr de los años, toda aquella forma de vivir que el joven Antonio encontró a su paso la asimiló y puso en práctica tan luego tuvo edad para iniciar su educación. Comenzó acudiendo al Instituto de San Luis Potosí y luego al «West End» de San Antonio, Texas. Más tarde hizo estudios como veterinario y amplió conocimientos de genética y nutrición animal en Suiza aplicando toda aquella experiencia en el ganado vacuno en sus diversas modalidades.

En nuestro criterio don Antonio Llaguno es el ganadero que más ha contribuido con la creación del toro mexicano con la expansión de la Tauromaquia.

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