miércoles, 27 de abril de 2022

Manchester City, 4 - Real Madrid, 3: ¿Cuántas vidas tiene el Real Madrid? / por Andrés Torres


A los diez minutos era evidente el cortocircuito blanco. a los once, los hombres de pep hacían el segundo tanto del encuentro después de una penetración por la izquierda que no pudo sujetar un sorprendentemente blandengue Militao.

Manchester City, 4 - Real Madrid, 3:
 ¿Cuántas vidas tiene el Real Madrid?

Andrés Torres
La Galerna / Madrid, 26 abril, 2022
No hay evidencias de que el vuelo procedente de Barajas con destino Mánchester llegara con retraso al aeropuerto de Ringway, pero lo que resultó evidente en esta noche de Champions es que el Real Madrid sí llego tarde al encuentro disputado en el Etihad Stadium.

No sabemos qué comentario campechano y socarrón desembuchó Carletto a Pep que provocó las risas del Santo de Santpedor, pero apenas fue la única chanza que se permitieron aceptar los ingleses en unos primeros instantes de sofocón en la Pérfida Albión.

A los veinte segundos, con Mendy sólo y obtuso en un saque de banda, comprobamos hasta qué punto es eficiente la maquinaria de presión diseñada por Guardiola´s Sky Blue Army, como rezaba amenazadora una pancarta en la grada.

Y si 20 fueron los segundos que tardamos en comprobar como la antimateria se cernía sobre Mendy en la banda, incapaz de encontrar un compañero libre de marca al que pasar el balón —con la mano, conviene recordarlo— a los 120 encajamos el primer gol de la eliminatoria, prolongando el regusto a torrija de la recién concluida Semana Santa.

Los citizens recuperaron la posesión, el balón llegó a Mahrez y su envenenado centro interior encontró la testa de De Bruyne entre los centrales. Visto lo visto en esta Copa de Europa, encajar un gol en contra bien pudiera parecer una trampa (it´s a trap!) para los rivales, pero no sucedió así. Al menos por el momento.

A los diez minutos era evidente el cortocircuito blanco. A los once, los hombres de Pep hacían el segundo tanto del encuentro después de una penetración por la izquierda que no pudo sujetar un sorprendentemente blandengue Militao. El balón servido desde dicho lateral no pudo ser atajado primero por Kroos, transparente, y después por Alaba, bisoño. La bola llegó a Gabriel Jesús, el ariete brasileño con nombre de culebrón que nos ha dado ya más de un disgusto, para hacer el segundo y enviar al Madrid a la lona. Como sucediera en la temporada pandémica, no sabemos qué tiene Mánchester, para que jugadores impecables como Varane entonces, o esta noche Militao y/o Alaba, ambos fuera de foco, dejen errores impropios de su categoría. El Etihad, nuestro Shit Stadium.


El Real era entonces un boxeador sonado que apenas se agarraba a las cuerdas del cuadrilátero fiado a la temeridad del portero rival, Ederson, bien agobiado por Vini y Karim durante los 90 minutos.

Tamaño era no obstante el soponcio merengue que al primer cuarto de hora toda la defensa permitió que Foden descolgara del cielo un balón con un toque delicatessen y enviara un pase de la muerte que no encontró su destino. Poco después, una cesión de Militao, calamitoso durante todo el encuentro, acabó por provocar taquicardias a su portero.

Serán Sky Blue como dicen los panenkitas, pero los nubarrones de Manchester —esos sí mucho más característicos— se cernían negros sobre una nave blanca a la deriva. Y en mitad de la tormenta, mecidos por la tempestad, con los marineros merengues achicando agua en la cubierta, sólo quedaba una luz de esperanza. El faro balcánico de Luka.

Bajo la batuta de Modric, el Madrid encontró un respiro. Incluso pudo asustar al City merced a las imprudencias de Ederson bajo los arcos, al parecer, ignorante de las malévolas intenciones de Karim cuando deambula sin balón en el área. Sin embargo, a cada media ocasión madridista los ingleses respondían con oportunidades, casi, para sentenciar las semifinales.

Así, Mahrez se plantó sólo ante Courtois desde la banda derecha. Carvajal, con buen criterio, cerró al zurdo argelino el pase de la muerte que Gabriel Jesús y De Bruyne esperaban con alevosía y no tuvo más remedio que disparar con la derecha. Fuera.

Sin embargo, el Madrid es como el villano de las películas que se agarra con el último dedo al borde de un acantilado, es el malo que recibe siete disparos en puntos no vitales o el malvado que escapa de un edificio en llamas apenas manchado de hollín.

Avisó Alaba al filo de la media hora, tras un córner diseñado en la pizarra de Carlo, que el austriaco envió fuera por apenas un palmo. Fue el preludio de la descarga vital del Madrid.

A los 32´ un corajudo Modric ganó por primera vez una disputa en la medular, buena señal. El balón llegó a los dominios de un alambicado y confuso Mendy que, sin embargo, en esta ocasión sirvió un buen centro que Benzema, quién si no, convirtió en magnífica asistencia. Karim frotó su lámpara mágica y en un toque digno de billar, por debajo de las piernas de Zinchenko, resucitaba al Madrid en la eliminatoria.


El viejo púgil, sangrante y sin dientes, llegaba muy vivo a pesar de todo a los asaltos decisivos del partido. No regresó Alaba de los vestuarios, al parecer aún malherido, lo que explicaría su discreto rendimiento. Lo hizo en su lugar Nacho. Antes, por el lado de Pep, había caído Stones. Le sustituyó el veterano Fernandinho, gran protagonista de los primeros instantes de la reanudación.

El Madrid cometió el mismo error que al inicio. Tardó en desperezarse. Lo adivinó un hiperactivo Gabriel Jesús que volvió a robar la cartera a Militao para plantarse completely alone ante Courtois y enviar el balón al poste. Un milagroso Carvajal evitaría a la remanguillé el tercero de los ingleses tras recoger el rechace Foden y disparar a puerta (casi) vacía.

EN LA SEGUNDA PARTE, EL MADRID COMETIÓ EL MISMO ERROR QUE AL INICIO. TARDÓ EN DESPEREZARSE

Como en el primer tiempo, apenas habían transcurrido minutos. Una desatención de Vini y la poca contundencia de un increíblemente hoy poco contundente Mendy permitieron a Fernandinho, fuera de su posición en el lateral que ocupaba Stones, lucir su buen pie. El delicado centro del curtido brasileño encontró la cabeza de Foden que, esta vez sí, inapelable hacía el 3-1 para los de Guardiola.

Es sin embargo este Madrid un Madrid puñetero. Dos minutos después del tanto inglés, Vini, emparejado con Fernandinho, recibió un pase profundo en la banda para realizar una de las suyas. Amagó con recibir el pase, pero lo dejó pasar. Lo hace muchas veces y casi todos pican. El balón pasó entre las piernas de un abrumado Dinho que sólo pudo asistir a la fulgurante carrera del brazuca blanco.

Apenas 10 segundos y 50 metros después, Vini sólo ante Ederson hacia el segundo de los merengues en El Etihad. 3-2, minuto 54 y los ingleses preguntándose cuántas veces tienen que matar a este Real Madrid.


Ambos contendientes equilibraron las fuerzas, ambos adversarios se habían ganado un respeto mutuo genuino, más auténtico que las siempre envenenadas loas de Guardiola, endemoniado en la banda, sabedor de la oportunidad perdida.

Más allá de la épica, no obstante, la caraja no parecía abandonar del todo a los blancos. A falta de veinte minutos, entró Camavinga por un ausente Rodrygo para ensamblar mejor la medular merengue. Sin embargo, contagiado por la atonía de sus compañero, se quedó impertérrito esperando que el árbitro señalara una flagrante falta de Toni Kroos, desdibujado todo el encuentro, en el balcón del área.

Sólo Bernardo Silva siguió jugando para clavarla por la escuadra del palo corto de Courtois con un disparo magnífico que sorprendió al belga.

4-2 a falta de un cuarto de hora y una defensa madridista digna de un futbolín de Carabanchel Alto. Como Manolito Gafotas. Pudo ser peor si poco después el latigazo de Mahrez tras eléctrico gambeteo no se pierde muy cerca del palo.

Respondió Modric con un disparo tras genial amago desde el balcón del área que también salió rozando el poste. Fue su canto del cisne. Incomprensible su sustitución, no por el sustituto, Ceballos, merecedor de mayores oportunidades, sino por la magia destilada del balcánico.


Andaba ya el madridismo pensando en fragor de la busiana que viene, cuando el central internacional de la Roja, Aymeric Laporte, cometió un penalti inocente, de esos que en el mundial catarí provocarían una úlcera a Manolo el del Bombo, con una mano absurda tras falta botada por Toni Kroos. Tras su doble pifia de Pamplona, Karim avanzó hacia los once metros y con dos nísperos nos dedicó un auténtico Panenka —sin diminituvos— al más puro estilo Sergio Ramos.

4-3 y busiana pero menos.

No hubo tiempo para más. Ya había ocurrido demasiado

Habíamos asistido a un auténtico partidazo bajo el cielo de Manchester entre el veterano campeón y el joven aspirante, un combate que augura un único latido en Sagrados Corazones.

Hala Madrid.

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