martes, 31 de mayo de 2022

Los asaltos contra los aficionados en la final de la Champions de fútbol


Nuestros pobres compatriotas no salían de su asombro (seguramente los ingleses, con las dimensiones que ahí alcanza la invasión inmigratoria, no estarían tan sorprendidos). Manadas compuestas por varias decenas de...[las dos palabras autocensuradas] asaltaban a la gente para robarles bolsos, relojes y móviles con los que colarse en el estadio (la entrada estaba grabada en los aparatejos). 

Los asaltos contra los aficionados en la final de la Champions de fútbol

Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar...

Javier R. Portella
El Manifiesto / 30 de mayo de 2022
Hordas compuestas por centenares, si no miles de vándalos y ladrones procedentes del suburbio parisino de Saint-Denis se las hicieron pasar canutas este sábado a miles de aficionados españoles e ingleses que se habían desplazado hasta la antigua Ciudad Luz —y, desde hace años, Ciudad Invadida— para contemplar la final de la Copa de Europa de fútbol entre el Real Madrid y el Liverpool (final en la que el primero se proclamó campeón por decimocuarta vez).

En el suburbio parisino de Saint-Denis se halla, para mayor escarnio, la abadía del mismo nombre, donde reposan los restos de los reyes de Francia (o donde reposaban hasta que fueron hollados y profanados por los revolucionarios de la Revolución Democrática de 1789). No es sin embargo de dicha Abadía de donde procedieron el sábado los asaltos de las hordas, sino de la población... [dos términos autocensurados, uno relativo a los habitantes del Magreb y otro a las poblaciones “subsaharianas”], la cual constituye el 95% de los habitantes de tan “difícil y desfavorecido” barrio.

Nuestros pobres compatriotas no salían de su asombro (seguramente los ingleses, con las dimensiones que ahí alcanza la invasión inmigratoria, no estarían tan sorprendidos). Manadas compuestas por varias decenas de...[las dos palabras autocensuradas] asaltaban a la gente para robarles bolsos, relojes y móviles con los que colarse en el estadio (la entrada estaba grabada en los aparatejos). Las mismas agresiones se repitieron a la salida del partido, con la sorpresa añadida que se llevaron quienes habían acudido en su propio coche: se encontraron con que, aun habiéndolo dejado estacionado en un parking, las lunas de todos los automóviles habían sido rotas, y robado cualquier objeto que se hubiese dejado en su interior.

¿Y la policía en todo eso? La policía intentaba frenar a los que, saltando las vallas, se colaban en el estadio, pero cosa más. Hay que ir con mucho cuidado, ¡oiga usted!, con los pobres “jóvenes de los barrios de la inmigración”, tan desvalidos ellos,

Hay en Francia cantidad de barrios y ciudades donde lo única ley que impera es la del islam

tan necesitados de solidaridad y compasión. No fuera caso que se produjeran mayores disturbios aún. Y como así reaccionan las autoridades (y sus votantes), y como así les obligan a actuar a los pobres policías, resulta que ya hay en toda Francia una considerable cantidad de barrios y ciudades “fuera de derecho”, donde la única ley que impera es la sharía, la ley del islam.

Además, incluso si la policía no hubiera recibido órdenes marcadas por el buenismo que conforma a nuestra sociedad, la cantidad de las fuerzas presentes también habría sido insuficiente para contener a los vándalos. ¿Tan pocas eran? Haberlas, seguro que las había y en gran cantidad. Pero para contener ataques tan masivos no basta la policía. Probablemente, al punto al que han llegado las cosas, la única posibilidad hubiera consistido en desplazar el ejército al Stade de France. Pero no cualquiera, sino un ejército dispuesto a actuar con la firmeza que cabe esperar de un ejército. Si no, ¿para qué perder el tiempo enviándolo?

No hay mal que por bien no venga

Hay al menos, en todo este dislate, algo extraordinariamente positivo. Nuestros compatriotas han experimentado en su propia carne lo que significa vivir bajo el asedio, lo que representa residir en un país ocupado ya, en partes importantes, por una invasión étnica. Una invasión que nuestras propias oligarquías, por supuesto, se han encargado de atraer... y de seguir atrayendo. ¿Les servirá de algo la experiencia vivida? Todo ese bullir de rabia e indignación que se ha desencadenado hoy en las redes sociales, ¿va a tener alguna consecuencia? ¿O se va a acabar como flor de un día? En lo inmediato no va a tener ninguna consecuencia: mañana estará olvidado y España seguirá siendo uno de los países que menos consciente está de lo que representa la Gran Sustitución de la población (como la llaman en Francia). Basta ver, en efecto, lo que ocurre en el país vecino, donde pese a estar cada día en contacto directo con la desintegración del país, la mayoría de los franceses siguen empeñados en votar a los responsables de la misma.

Ahora bien, a medio y largo plazo hechos como los acontecidos este sábado en París no dejarán de hacer mella en nuestras buenas... y necias gentes, que probablemente empiecen a decirse que cuando las barbas de tu vecino veas afeitar pon las tuyas a remojar.
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