sábado, 15 de octubre de 2022

Zaragoza-9ª del Pilar: Del toreo al moranteo / por Jorge Arturo Díaz Reyes

 Juan Pedro saluda a Morante. Fotograma: Plaza Toros TV

"...Morante rebasa la tauromaquia con un flojo protestado y corta valiosa oreja. Urdiales recibe otra del toro de la tarde. Talavante vuelve a pifiar. Floja y mansa corrida de Juan Pedro..."

ZARAGOZA - 9ª DEL PILAR
Del toreo al moranteo

Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToro/Cali X 14 2022
A la altura del cuarto, todos los arrastres habían sido pitados y las faenas silenciadas. Morante con rictus resignado manda parar y regar el ruedo. Salta “Instigador” negro, 500 kilos y suelto del deshilvanado lanceo. Las chicuelinas a media capa y reivindican, pero el flojo cae y apaga. Aurelio Cruz le pone la puya en sitio, y a la salida clava los pitones dándose una vuelta canela tremenda. Adiós ilusiones. Las protestas arrecian. En medio de la pita Trujillo y Saugar cumplen como los buenos. No hay brindis, qué va a haberlo.
Dos ayudados, uno de costado, trincherazo majo, y de nuevo la res claudica. Pititos. Molinete, cuatro naturales a media altura y el de pecho. Cinco más por la izquierda y el por alto. Tras las siguientes curaciones enfermeriles, nueva caída y… ¡Música maestro! Dicen que mejora el comportamiento de las bestias. Pues así fue. Recién parado, el juanpedro se tragó en un solo redondo cuatro vueltas aguantadas por la derecha y rematadas con el forzado arriba rodilla en tierra.

No cayó más, y la gente se alebrestó, los protestantes pasaron a fervorosos jaleantes y subieron decibeles tras el farol, siete naturales de frente (algunos de sublime lentitud y trazo) y el forzado que pusieron la corrida en su punto mayor. Cinco por la diestra, molinete, cambos, vizcaína… de todo y el escándalo. José Antonio dueño, dueño de la plaza, encaja otra tanda diestra de su firma, domina de pitón a pitón y al volapié deja una estocada honda, fulminante. División de opiniones con predominio de pitos al arrastre. Y la oreja para el ídolo, en una vuelta de unánime complicidad con la grey extasiada, que no creía y creyó. Una niña le lanza su muñeca de trapo, los hombres tabacos a manotadas y las mujeres besos y sonrisas embelesadas.

Morante ha jugado al toro, con una solvencia insultante ha desbordado la tauromaquia y superado las posibilidades. Sin descomponerse nunca, todo lo que hace le luce, todo encuentra emoción y significado, todo seduce. Un lance por alto, gallismo. Un molinete acostillado, belmontismo. Un sostener el terreno, cargar la suerte, mandar, templar y ligar componiendo imágenes de su exclusiva creación, para cambiar la realidad, ¡morantismo! Por contra, el primero, minusválido de por sí, se costaleó y ahí acabó. Con ese no había milagro capaz.

Urdiales, decíamos y lo dijo también el ganadero, se llevó el toro de la tarde. Y ni así ligó, todo fue andar en busca de los las pasos perdidos, y parar fotogénicamente en los embroques para volver a salir por piernas. Una y otra, y otra vez. “Clasicismo” lo llaman los entendidos de ahora. Confieso entonces que yo ya no pertenezco a esta época. Soy anacrónico, está bien. Al segundo le puso la espada caída, con vómito, y le ovacionaron. Soy premoderno. Con el quinto, el lleno total y los músicos acompañaron si cesar la desasosegada faena que no hacía honor a las bravías acometidas del único que sacó la cara por ese hierro histórico de Vistahermosa, propiedad y gala de los Domecq. Unipase inclemente, y dele que dele hasta el pinchazo, el aviso, la estocada desprendida y esa oreja que me niego a equiparar con la otorgada a Morante. Soy anticuado.

Talavante, que venía de su toro vivo en Las Ventas, pareció todo ganas y ganas de redención. Vistosismo, brindis al tendido (el sexto), suertes inusuales, improvisaciones y algo de esa quietud ojedista que le puso en la palestra desde novillero. Pero también algo debe haberse quebrado dentro de él. No es el mismo. Parece, pero no es. Por instantes ese aire majestuoso, esa verticalidad, ese aguante y de pronto el derrumbe, el ya no me lo creo. Es fácil decir que su lote fue el peor. Tal vez, pero el Alejandro el grande de otrora no lo hubiese dejado ir. Estoy seguro. Yo lo vi. Con un bajonazo infame y descabello liquidó a uno, y sin faena, con una espada tres cuartos y tres descabellos a otro. ¿Retiro? Hay mucho joven empujando y pidiendo sitio en los carteles.

Juan Pedro Domecq, salvó de la quema “las embestidas del cuarto y la casta del quinto”. Creo que fue generoso con él mismo. La corrida vino por demás livianita (509 kilos promedio), sumisa y de amigables hechuras. Para figuras.

FICHA DEL FESTEJO

Zaragoza. Plaza de la Misericordia. 9ª del Pilar. Sol bajo toldo. Lleno. Seis toros de Juan Pedro Domecq, mansos, flojos.
Morante de la Puebla, silencio y oreja.
Diego Urdiales, silencio y oreja tras aviso.
Alejandro Talavante, silencio y pitos.

Incidencias: Jesús Diéz “El Fini” saludó tras parear al tercero.

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