lunes, 15 de mayo de 2023

San Isidro/23: Una corrida de toros / por Antolín Castro


 "...No ha estado mal el torero madrileño, quien ha obtenido una oreja a su labor, pero ese Cartelero ofrecía abiertamente las dos. Le dieron una vuelta al ruedo fruto de la trasmisión durante toda la faena, pero olvidando que en varas quizá fuera el peor del encierro..."

San Isidro/23: Una corrida de toros

Antolín Castro
Parece sencillo de decir, pero se necesitan después aspectos que confirmen que hemos visto una corrida de toros de verdad.

Hoy lo podemos afirmar sin temor a equivocarnos, como tampoco pecar de exageración. La corrida lidiada de José Escolar y sus matadores, López Chaves, Fernando Robleño y Gómez del Pilar nos han proporcionado ese conjunto de aspectos a los que nos referíamos. Hemos presenciado una corrida de toros.

En primer lugar, y por delante, hay que hablar de la extraordinaria bravura de un toro. Cartelero se llamaba ese toro y su comportamiento codicioso durante la faena de muleta ha traspasado lo que normalmente se le pide a un toro bravo. Ha hecho surcos en la arena con una embestida humillada en busca de la tela que le ofrecía Gómez del Pilar, pero no una embestida ovejuna, sino exigente, volteando a su matador en cuanto equivocó la distancia. No ha estado mal el torero madrileño, quien ha obtenido una oreja a su labor, pero ese Cartelero ofrecía abiertamente las dos. Le dieron una vuelta al ruedo fruto de la trasmisión durante toda la faena, pero olvidando que en varas quizá fuera el peor del encierro.

El lote menos agraciado cayó en las manos de López Chaves, a quien se recibió con cariño por parte de los aficionados, sabedores que era su último paseíllo en Madrid. Estuvo valiente y voluntarioso, sufrió una voltereta que de milagro no le llevó a la enfermería, pero no pudo superar las dificultades que le pusieron sus oponentes. Fue ovacionado como reconocimiento a su carrera y entrega de siempre en esta plaza.

El mejor toreo, el de más verdad y exposición, llegó de la mano de Fernando Robleño, en línea con sus últimas actuaciones en esta plaza, aunque desgraciadamente repitió con la espada los mismos males que en ocasiones anteriores. Su tesón le permitió sacar un par de series en su primero de gran calado en los tendidos y una final en su segundo, cuando ya había cambiado a la espada de verdad. La plaza estaba entregada y de haber acertado con el estoque podríamos hablar de corte de trofeos que le hubieran supuesto la puerta grande. Se tuvo que conformar, como los aficionados, con sendas ovaciones en recuerdo de los momentos vividos con su exposición y buen hacer muletero.

Robleño entregado de forma plena

Como les anticipé, para que una corrida lo sea de verdad, han de darse varios aspectos, que en este día se han manifestado: bravura se ha visto en el conjunto y un toro de puerta grande, también valor y exposición de los toreros; toros encastados y las volteretas inherentes a esa casta y dificultades mostradas por esos toros que nada regalan, aunque puedan ofrecer buenas o excepcionales embestidas.

Consecuencia de todo lo dicho se ha dado la emoción, incluso miedo, en los tendidos. Triunfos y ovaciones, así como desencanto cuando no se logra rematar con los aceros. Sí señor, se ha visto la suerte de varas en algún toro y hasta ver salir a un picador ovacionado. Para finalizar, la satisfacción que representa que los espectadores despidan con ovaciones sentidas a los toreros.

De todo hemos visto y la gente ha salido y seguía hablando de toros y, prácticamente, sin queja alguna. Cuando sale el toro, y no está domesticado, todo adquiere una dimensión diferente. Ojalá mañana y resto de días podamos seguir diciendo lo mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario