jueves, 9 de mayo de 2024

2-1: Dios Salve al Real Madrid / por Andrés Torres


ESTÁN LOCOS. PERO LOCOS DE VERDAD. HAN SITUADO A NUESTROS CORAZONES AL BORDE DEL INFARTO DE MIOCARDIO, SÍ, PERO EL REAL MADRID LUCHARÁ EN LA CAPITAL DEL IMPERIO BRITÁNICO POR LA DECIMOQUINTA

2-1: Dios Salve al Real Madrid

Andrés Torres
La Galerna/Madrid, 8 mayo, 2024
Están locos. Pero locos de verdad. No como aquel pelanas de frenopático que en el 76 inauguró la rivalidad con el Bayern München saltando al césped del Bernabéu a repartir tortazos a árbitro, linier y un tal Torpedo Müller, antes de ser placado nada más y nada menos que por Sepp Maier. Qué tiempos aquellos. Hoy, en el presente contemporáneo, nuestros dementes son de otra pasta y juegan al fútbol. Lo han vuelto a hacer. Han situado a nuestros corazones al borde del infarto de miocardio, sí, pero el Real Madrid luchará en la capital del imperio británico por La Decimoquinta.

Antes, debemos recordar una conmovedora busiana y unos aledaños del Bernabéu convertidos en el metro de Tokio en hora punta, un conjuro divino del santoral madridista que inflamó a los hombres de Carlo. Apenas tardaron diecinueve segundos en provocar un saque de esquina e incendiar las gradas del Nuevo Bernabéu, tal y como reza la célebre tesis doctoral 90 Minuti en el Bernabéu son Molto Longo de Juan Gómez, Juanito.


Y eso que fue el Bayern quien sacó de centro.

En cualquier caso, siempre fueron duros de pelar los germanos. No se amilanan por mucho que Vini haga filigranas y jalee al respetable. Kroos también es alemán y, además, madridista. Fue precisamente Toni quien desbarató la respuesta alemana cortando un malintencionado pase de Harry Kane, una suerte de Karim de la Pérfida Albión, hábil entre líneas.

El Madrid subido en la grupa de su pareja carioca acogotaba a un Bayern muy merengón. Resistente. Y presto, súbitamente, a proporcionar un zarpazo inesperado, una cosa muy madridista. Así pudo hacerlo si Gnabry hubiera acertado en un sencillo pase de la muerte sobre Kane. El Real Madrid se enfrentaba a su némesis en el Viejo Continente, Bestia Negra, Bestia Blanca; por momentos luchaba contra un perezoso, orondo y borracho teutón perdido en algún lugar bajo la carpa del Oktoberfest; en otros, por el contrario, parecía el Madrid combatir a un enjambre de nibelungos. Sobrevivía el Bayern a los doce minutos tras latigazo de Vinícius dentro del área a pase interior de Carvajal que se estrellaba en el palo. Recogió el rechace Goes, timorato cual Gato triste y azul, que disparo tan tibio que permitió a Neuer levantarse y evitar que el Madrid abriera el marcador.


A este Bayern ciclotímico daba respuesta un Real Madrid tan frío por momentos como Carvajal templando la situación en el corazón de su propia área o Bellingham danzando cual bailarina en la línea de fondo germana. Sin embargo, una chilena calamitosa de Vini que por un instante pudo desatar una oleada de memes antimadridistas, dio paso a una nueva ocasión de los bávaros, fieles a su estilo de no jugar a naden, sacada precisamente de eso, de la nada. Kane empalmó una volea letal desde la frontal del área a la que respondió Lunin con una mano milagrosa que vino del este. No obstante, el Madrid, impertérrito ante los avisos alemanes, seguía escribiendo el guion del partido. Tenía al Bayern agarrado de la pechera. Ni Kimmich, ni Leyner, ni De Ligt, el central con nombre de refresco sin azucares añadidos, eran capaces de frenar a Vinícius; Jude, indetectable como los ojos de un camarero en un atestado bar cualquiera de Madrid, era un tormento en la constante percusión blanca.

Un nuevo palmeo milagroso de Neuer tras un centro-chut envenenado con amazónico curare de Vini constituyó el canto del cisne de un primer tiempo sin goles en el Nuevo Bernabéu.


Creía merecer más el Madrid y con ese enervado brío regresó el equipo al terreno de juego. Pronto Valverde y Goes en sendas jugadas consecutivas estuvieron a punto de rematar a gol dos asistencias consecutivas de un sempiterno Vinícius, omnipresente, casi imparable. Como solución final para casi todo, Vini liquidaba defensores a medida que inflamaba a la grada. Neuer, cual fornido fontanero del cine porno, achicaba como podía; siempre con mano firme ante cualquier diabólico disparo lejano. Y cuando el arquero teutón no era suficiente, el larguero era quien repelía el enésimo tiro merengue, esta vez tras mortal caracoleo de Vini.

Media hora para el final. Y el Bayern, numantino, tranquilo en el filo de la navaja, resistía.

Pero no solo eso.

De tanto en cuanto, como el primer tiempo, se asomaba por los alrededores de Lunin. Así, a los 67 minutos, Alphonso Davies, el deseado lateral izquierdo que tantas primeras planas de la Central Lechera ha provocado —precisamente Davies— se sacó de la chistera un obús cruzado a la escuadra ante Rüdiger que adelantó al Bayern en la capital del reino para sorpresa de todos. Blame Canada que dirían los muchachos de South Park.

De inmediato reaccionó Carletto a este jarro de agua helada del Isar vertido por los bávaros. Modric entraba por Kroos y Camavinga hacía lo propio por su paisano Tchouaméni. Y de inmediato, a los tres minutos, pareció empatar el Madrid tras un disparo de Fede en un córner ensayado ejecutado por Modric. Sin embargo, el VAR se chivó de un torpe empujón en la cara a un defensa alemán propinado por Nacho. No dudó demasiado ante la pantalla el árbitro polaco cuyo apellido cuesta mucho escribir. Se lo dejo a Cosín.

Al Madrid, ya con Brahim y Joselu por Valverde y Goes, tocaba a rebato en busca de otro milagro de su interminable colección. I just know that we are Real Madrid, Bellingham dixit. Cuando Kane, con el Madrid volcado, en nuevo contraataque muniqués, disparó al lateral de la red con todo a favor ante Lunin supimos que los hados blancos, una vez más, estaban de nuestro lado. El héroe inesperado del espectáculo estaba a punto de hacer suyo el escenario.

Quien prendió la chispa, como una y otra vez durante toda la noche volvió a ser Vini en nuevo eslalon letal para los alemanes en el balcón del área. En esta ocasión, Neuer, formidable hasta entonces, no pudo atajar el disparo del menino brasileiro. Joselu acudía al rechace para empatar el partido a los 87 minutos y enviar el encuentro provisionalmente a la prórroga.


Ahí no acabó la fiesta para estupor alemán. En el noventa, Nacho recogía el balón dentro del área en jugada embarullada tras saque de esquina. Paciente, aguantó y descargó a su derecha para la incorporación de Rüdiger. Convertido en espigado extremo de ébano servía a Joselu para hacer el segundo con terrible suspense VARbitúrico desde la sala de los horrores del fútbol moderno. Joselu se ponía el bombín, el Madrid expedía su billete para Londres.

Pero aún quedaba sufrimiento por padecer tras un descuento digno de Polonia —la de TV3, no la eslava— que se prolongó durante quince minutazos y en los que incluso Müller dejó un balón en la red tres o cuatro suspiros después de que el arbitro hubiera pitado un dudoso fuera de juego. El martirio una vez más dio paso a la gloria merengue.

Here we go again
London Calling


La 15ª.

Hala Madrid.

Getty Images.

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