La política española está como está por culpa de quienes tomamos las decisiones con nuestros votos. Lleva razón el chulo mayor con decirnos que la democracia no va de qué partido gana las elecciones, sino de quién logra agrupar en el Congreso el mayor número de apoyos.
Hasta ahí se puede estar de acuerdo, pero hay condicionantes que llevan aparejada esa situación en España:
1º El hecho de que los votos de los ciudadanos no valgan lo mismo si se es catalán y vasco, o andaluz y murciano. El sistema de reparto hace que muchos menos votos hagan más diputados en esas circunscripciones. De ser todos iguales, sería imposible que la suma de Junts, ERC, Bildu o el PNV, tuvieran escaños suficientes para que el PSOE tuviera el gobierno.
2º Países como Francia, sin ser sospechoso de no ser demócratas, no padecen el problema de ese condicionante con los partidos pequeños y minoritarios, ya que, para corregir ese desatino, tienen establecida la segunda vuelta de los comicios, devolviendo la democracia al pueblo, para que elija entre los dos partidos más votados.
3º Además, por si fuera poco lo expresado para confirmar que se puede ser demócrata con otro sistema de elecciones, habría que considerar la catadura moral de qué votos y de quiénes se suman para alcanzar la mayoría necesaria para formar gobierno. Gobierno que naturalmente quedará condicionado por la extorsión y el chantaje que esas minorías, algunas indignas, antiespañolas, de signo radical y hasta con antecedentes penales, harán que dicho gobierno aparezca de forma indubitada como más interesado en tener sus votos que en mantener la línea de gobierno defendida antes de las elecciones.
4º Un Gobierno trufado de intereses, incluso, como digo, antiespañoles, se convierte en un barco sin rumbo, expuesto siempre a las marejadas que propician las olas desestabilizadoras de los grupos que lo sustentan, pues no se puede decir que lo apoyan, ya que constantemente le obligan a cambiar en función de sus deseos.
Es fácil de entender. Será legítima la mayoría del Congreso, y del Gobierno de él emanado, pero no por eso puede tacharse a quienes no participan de tal batiburrillo de antidemócratas. Insinuar que no estar conforme con la deriva es estar en contra de la Democracia, es, además de una falsedad, no entender que la Democracia no es solo la obtención de una suma para después aniquilar a quienes no forman parte de los sumandos.
Para escenificar la deriva de ese Gobierno, y basta hoy a modo de ejemplo, se puede decir que uno de sus miembros, a quien le hicieron Ministro de Cultura como le podían haber nombrado Ministro de relaciones con los países bolivarianos, de cuya capacidad le imaginamos más experto y enamorado, propone y anima al resto del Consejo de Ministros para suprimir el Premio Nacional de la Tauromaquia. Ignora por ignorante, y dispone por chulería, que ha de entenderse la Cultura como aquello que le gusta a él. Como si fuera posible cerrar el Conservatorio porque no nos gusta la música o, simplemente, por ser sordos.
Dicen que quieren desechar los bulos, eliminarlo de nuestro día a día, cuando el mayor bulo que circula en la actualidad en España es el pensar, o decir, que los españoles tenemos un Gobierno. Ni es un Gobierno para toda España, ni siquiera tienen nivel, cultura y capacidad para darse cuenta de que ellos mismos son el mayor bulo de la historia de este país. Capacidad no tendrán, pero maldad les sobra.
Si un bulo es una falsedad articulada de forma deliberada para que sea percibida como verdad, está claro que eso es lo que representa el que dice llamarse Gobierno de España. Así se hacen llamar, pero no hay manera de que sea verdad el que estén gobernando para todos los españoles. En este momento le ha tocado a la Tauromaquia pero, como en tantas otras cosas, no se les puede reconocer nada más que son un bulo, así se percibe.
Una democracia no es solo sumar en el Congreso, básicamente lo más importante es respetar la independencia del Poder Judicial, así como la libertad de prensa. Ser el Ejecutivo o el Legislativo no te exime de estar sometido a la Ley y ser controlado por esas otras garantías que se han de dar. Habrá que añadir que respetar su cultura y tradiciones forma parte de sus obligaciones. A todo lo demás, se le llama dictadura.
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