Enrique Ponce, que brindó su segundo toro a su hija, dejó patente una vez más su magisterio y se despidió a lo grande de Alicante.
Quinta de la feria de Hogueras. Tres cuartos de entrada.
Toros de Daniel Ruiz, bien presentdos pero cuya poca fuerza condicionó su juego.
Enrique Ponce (de plomo y oro), oreja; oreja con dos avisos y dos vueltas al ruedo.
David Galván (de botella y azabache), oreja tras aviso en su lote.
Tomás Rufo (de lila y oro), ovación y dos orejas.
De las cuadrillas destacaron Juan Carlos Rey, Curro Vivas y Fernando Sánchez.
Pater et magister
Paco Delgado
AvanceTaurino/23 Junio 2024
Suelto y distraído, se llevó muchos más capotazos de los precisos en los primeros tercios el toro que abrió plaza, sin que nadie acertase a sujetarlo. Una serie de doblones por bajo le sirvió al de Chiva para meterle en el engaño aunque tuvo que sudar la gota gorda para someterle y rebajar su molesto cabeceo en una faena afanosa y trabajada en la que dejó ver una vez más su ciencia lidiadora.
Brindó la muerte de su altón segundo a una de sus hijas, volviendo a darlo todo ante un toro al que le faltó fuerza y entrega y obligó a Ponce hasta echar las rodillas al suelo para calentar el ambiente ante la nula transmisión de su antagonista, al que, cuando sonaba un aviso, sacó a los medios para matar haciéndole también todo él y amarrar su última puerta grande en esta plaza.
David Galván, que se presentaba en esta plaza, entró en Hogueras sustituyendo a Morante y se hizo ovacionar al veroniquear encajado, parsimonioso y artista a su primero, dejando ver a la afición local a un torero con personalidad y gusto, variedad y temple, que no acabó de apurar a un oponente que tuvo mucho que torear.
Le costó mucho desplazarse al quinto, buscando más Galván torear bonito que con efectividad, primando las formas sobre el fondo en una labor sin conexión entre las partes que fue premiada con benevolencia y generosidad.
Dos largas de rodillas sirvieron de recibo al primer toro de Tomás Rufo, al que se picó duro y mal, y con media docena de derechazos también rodilla en tierra comenzó su faena de muleta. Bajó luego mucho la mano para rebajar el ímpetu de un toro que humilló pero no dejó estar cómodo a su matador, que acabó metido entre los pitones.
No quiso irse de vacío Rufo y dejó sin picar al sexto, y aunque sus banderilleros pasaron sus apuros, el toro llegó al último tercio con energía y buen son para permitirle un trasteo templado y mandón hasta que sus ganas le llevaron a acortar distancias y embarullarse un tanto, remontando para terminar bajando muchísimo la mano y llevarse dos orejas muy fáciles, máxime si se tiene en cuenta que la estocada cayó baja.
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