jueves, 31 de octubre de 2024

Desastre en octubre / por Paco Delgado



'..Hace años que se redactaron y diseñaron planes para la construcción de presas de bajo cauce para evitar estas crecidas y sus efectos, pero llevan un cuarto de siglo sin ejecutar por presiones de esos mismos mal llamados ecologistas que aducen que se altera con ello el ecosistema y que despotrican también contra los toros sin tener en cuenta que su desaparición afectaría decisiva y trágicamente a ese ecosistema que defienden según le interesa..'

VIENTO DE LEVANTE
Desastre en octubre

Que la vida es un valle de lágrimas es algo tan cierto como que la tierra gira alrededor del sol. Pero se nos ha olvidado y pensamos que somos invulnerables prácticamente a todo. La Naturaleza, tozuda, nos recuerda a cada tanto que su fuerza sigue siendo implacable, pese a que no le hacemos maldito caso.

La semana había comenzado de manera muy positiva, con noticias esperanzadoras sobre la recuperación del novillero Alberto Donaire y su posterior alta hospitalaria tras una de las cornadas más brutales y dañinas que se han dado en el coso de Monleón en los últimos años y desde que en el mismo dejó la vida el pobre Curro Valencia y sufrieron gravísimos percances Pedro Marín, Enrique Ponce, dos, o Rafael Cañada, por citar los más serios.

Pero en apenas 24 horas se produjo un dramático giro del destino y todo cambió. Para mal. Para muy mal. Un episodio de lluvias generalizadas en la península y Baleares, debido a lo que ahora se denomina dana, alcanzó el martes su momento culminante con precipitaciones muy intensas en zonas del sureste peninsular. Nueve Comunidades Autonómicas se vieron afectadas por las intensas lluvias, tormentas, mala mar y fuertes rachas de viento que alcanzaron los 80 km/h, según informaba la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).

El temporal, el más grave sufrido desde 1982, provocó el cierre de puertos, cortes en el tráfico, red ferroviaria y metro, inundaciones, cancelación de clases, caída de árboles y otros daños en varias zonas del país. La situación fue especialmente grave en el litoral sur y el interior norte de la Comunidad Valenciana, así como en Albacete, donde se activó la alerta roja debido a las lluvias torrenciales y el desbordamiento de ríos, arroyos y torrenteras que arrasaron todo a su paso.

En lo que a Valencia se refiere, poblaciones como Utiel, Requena, Chiva, Picaña, Paiporta, Alcira, Benifayó, Ribarroja o Algemesí, sufriesen inundaciones y riadas que provocaron graves daños materiales y, lo más grave y penoso, la muerte de más de 50 personas cuando escribo estas líneas, quedando atrapada mucha gente en distintos polígonos industriales, domicilios o en sus vehículos.

No fue ajeno a esta desgracia Avance, cuyas instalaciones, recién estrenadas en agosto, se vieron inundadas y ordenadores, imprenta, ploters, fresadora... quedaron seriamente afectados. No acabó ahí el mal, puesto que el archivo de Avance Taurino quedó empapado y está por ver qué se puede recuperar. Y, por si todo eso fuese poco, lo peor fue que mi socio, Pablo, mientras hacía unas gestiones, se vio atrapado en un atasco, durante más de cuatro horas, hasta que el agua se lo llevó hasta estampar la furgona en la que viajaba contra un camión. Puedo escapar de la Vito por una ventana y, a nado, llegar hasta un trailer que acababa de aparcar y conseguir una ubicación más o menos a resguardo de la fuerza del agua. Y en lo alto de ese vehículo pasó toda la tarde y noche hasta que fue rescatado a mitad de mañana del día siguiente. Una odisea que queda muy bien para contar a tus nietos pero que hay que vivirla para saber la angustia y el miedo que se pasa.

Parece que ya todo ha pasado y ahora hay que levantarse, mirarse la ropa, evaluar los daños, comprobar el alcance de la herida... y como los toreros que lo son, ponerse de nuevo en pie y volver a la cara del toro.

Una vez más, octubre, y más o menos cada 40 años, dejó claro que no todo es tan de color de rosa como nos lo pintamos y nos lo creemos. Hemos vivido una nueva demostración de lo que es capaz la madre Naturaleza, a la que le hemos perdido el respeto y nos lo recuerda de tanto en tanto. Por Valencia suele ser en octubre. Pero seguro que pronto se nos olvida y seguiremos sin tomar medidas ni precauciones. Hace años que se redactaron y diseñaron planes para la construcción de presas de bajo cauce para evitar estas crecidas y sus efectos, pero llevan un cuarto de siglo sin ejecutar por presiones de esos mismos mal llamados ecologistas que aducen que se altera con ello el ecosistema y que despotrican también contra los toros sin tener en cuenta que su desaparición afectaría decisiva y trágicamente a ese ecosistema que defienden según le interesa.

Oremos, hermanos.

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