sábado, 13 de febrero de 2010

EL CUCURUCHAZO DE SEBASTIAN CASTELLA

Sebastian Castella...y compañía

José Ramón Márquez
Invenciones y tontunas.
Recuerden aquella tarde cuando Arroyo, el de El Tajo y La Reina, transido de arte, lanzó lejos de sí la espada para perpetrar unos espantosos derechazos con la muleta sin montar, simulando naturales de verdad, como los que hace un cachondo cuando toreamos una becerra para hacer la broma, pero éste vestido de luces y clavando el mentón en el esternón. Y hubo quien se rompió las manos a aplaudir esa estética de la fealdad.
Hace unos días, en Colombia, en la corrida concurso de Medellín, Sebastian Castella también puso toda su inspiración en el invento de un muletazo moderno, que seguro que ya lo hacía el Llapisera, en el que agarra la muleta por la parte trasera del palillo, con toda la muleta a su caída y con esa especie de cucurucho invertido, clavando el mentón en el esternón, le arrea al torillo un cucuruchazo, que creo que es un nombre adecuado para este nuevo pase.
Este pase de Castella, al igual que el antes dicho del papá del Tajo y de la Reina, son el ejemplo de la nueva tauromaquia que cada día se aproxima más al mundo circense. Salen los perritos que saltan y bailan, el elefante que sube las manos y el toro que se traga lo que le echen. Estas tontunas sólo sirven para demostrar que ni se respeta al bicho que se tiene enfrente ni se le teme, que se puede hacer con él lo que se quiera a cambio de clavar el mentón en el esternón, que es lo que parte del público identifica como arte del bueno.
Por eso, como tan adecuadamente señala Antonio Díaz en Hasta el rabo todo es toro, la faena moderna está plagada de chicuelinas, gaoneras, manoletinas, bernardinas o estatuarios, y ahora ya también de luquesinas y lopesinas y, ahora, de cucuruchazos.
No quieren que el toro meta miedo, no quieren que sea un problema a resolver, quieren que sea sólo materia artística, pero no saben que algunos artistas, Barceló sin ir más lejos, utilizan en sus cuadros excrementos.

...y su revolución: el cucuruchazo


Fuente: Salmonetes ya no nos quedan

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