La radio por todo lo alto con lo locutores Yomar y Gildardo
Estimado Juan, considerado amigo.
Coincido contigo en señalar que nuestro último viaje a Mérida estuvo sobrecargado de contratiempos pero no por ello vamos a guardar un mal recuerdo, a riesgo de que contamine o pudra los buenos y mucho menos abominar de esa querencia americana a la que propendemos en cuanto llega el invierno. Todos los viajes llevan implícito un componente de incertidumbre que alumbra diversas peripecias por eso ninguno se parece a otro, aunque el itinerario recorrido siempre sea el mismo.
Cierto que fueron tantas las contrariedades acumuladas en el viaje de ida, que convinimos en echar la culpa de tamaño infortunio al ectoplasma del algún cenizo y hasta llegamos a sentenciar que el periplo comenzaba gafado. De tal manera que, presas de un transitorio calentón mental, recuerdo que por un momento perdimos la paciencia y, por si fuera poco, el fortísimo aire acondicionado del aeropuerto de Maiquetía contribuyó a aventar la carga de ilusiones. Una tacita de tila o dos de tisana de culantrillo habrían venido bien para aplacar los ánimos mas, a falta de infusiones herbáceas, los riquísimos dulces de guayaba venezolanos nos ayudaron a estabilizar el humor.
Siendo sincero, te confieso que no creo en gafes ni aojamientos; sí en la mala suerte pues, al fin y al cabo, somos hijos del albur y ese fue el factor circunstancial que embadurnó de complicaciones el desplazamiento a Mérida. Aunque disgusto mayor que los desagradables retrasos nos ocasionó enterarnos de que nuestro admirado amigo Ernesto Faracho "Patato", árbol de madera noble, había sido talado pocos meses atrás por el efecto tajador del infarto de miocardio.
Desembarcados en Mérida en grupo con Miguel Bienvenida, Javier Morales y Paco Gámez, el azar, que decide en la vida, la aventura y los viajes, se encargó de suministrarnos durante siete días una corriente alterna de sucedidos: cordiales e incómodos, que de todo hubo pero, cuando el azar pone a prueba a la gente descubre su categoría humana. Un ejemplo de rango superior lo encontramos en Monseñor Baltasar Porras Cardozo, Arzobispo de Mérida, hombre de vastísima cultura, aficionado a los toros y, por delante de todo, sacerdote comprometido hasta el tuétano con su misión pastoral, que desde hace ya un tiempo soporta con resignación cristiana y sonrisa inalterable, las constantes trabas que el gobierno venezolano pone a su quehacer diario.
Convendrás en que pasamos con él un día muy agradable sin que su afable carácter reflejara el más mínimo indicio de pesadumbre o preocupación. Para mi, y supongo que para el grupo todo, resultó una gratísima experiencia visitar el Palacio Episcopal guiados por el popular primado. Me llamó la atención, de manera especial, su magnífica biblioteca. Más tarde, recreamos la vista en ese hermoso lugar, sumido en la paz, ideal para el recogimiento, que es la hospedería de San Javier del Valle y, rematamos la jornada, disfrutando de la hospitalidad del catedrático Fortunato González y familia, en su casa de campo, otro mirífico emplazamiento en la ladera de un monte inextricable.
En pocos días saboreamos unas cuantas funciones agradables y enumero sólo las más relevantes:
1.-
La velada nocturna de pasadobles taurinos con que nos deleitó la Banda de la Mesa de los Indios dirigida por el maestro Rangel;
2.-
La conferencia de Luis Fco. Esplá, breve y condensada --más obran quintaesencias que fárragos--, se sustanció en una soberbia faena teórica, dentro de los actos programados por la Cátedra Libre de Tauromaquia "Germán Briceño Ferrigni", de la Universidad de los Andes.
El salón "Águila"del Hotel Tibisay se colmó de un público atento a la disertación del maestro alicantino que, en poco más de treinta minutos desgranó un interesantísimo ensayo filosófico sobre el toreo, benéfico para las mentes abiertas aunque presupongo que, de ser expuesto a la cerril mentalidad de animalistas y antitaurinos, tendría menos impacto epistemológico que un anuncio de espuma para el afeitado;
3.-
La inauguración de la exposición permanente del escultor Manuel de La Fuente, en su domicilio de Mérida. A Manuel, artista gaditano, nacido en la Isla de San Fernando, Cádiz pero residenciado desde hace años en la Ciudad de los Caballeros, lo conoce medio mundo porque tiene obra repartida por museos, calles y plazas de los cinco continentes.
Nosotros, que viajamos en calidad de comisionados del Círculo de Amigos de la Dinastía Bienvenida, además de admirar una impresionante colección particular de figuras esculpidas, de pinturas y recuerdos personales, hemos disfrutado el privilegio de su conversación humanística y exquisito trato. Valió la pena apartar la vista de la ingrata realidad que nos muestra a diario las miserias de la condición humana para detener la mirada en esa recóndita grandeza que se plasma en una obra de la inteligencia, el esfuerzo y el arte como es la exposición compilada por Manuel de la Fuente;
4.-
Acto social destacado fue también la fiesta de cumpleaños del doctor José Eladio Quintero, magnánimo anfitrión, que nos abrió su casa de par en par, nos sentó a la mesa con sus familiares y presentó a los amigos más cercanos entre los que se encuentra el diputado Saúl Antonio Ortega Campos, Presidente del Comité de Postulaciones Judiciales de la Asamblea Nacional, cuya intervención, meses atrás, fue decisiva para parar la peligrosa oleada antitaurina que amenazó el curso de la Fiesta de los Toros en Venezuela y conseguir, asimismo, que los menores puedan asistir a las corridas de toros acompañados de sus padres.
Y si rememoro las sesiones taurinas, no se me pasa por alto la serie de dificultades que ha tenido que solventar la empresa de los Hnos. Rodríguez Jáuregui, que estará cuatro años más al frente de la Monumental Plaza Román Eduardo Sandia de Mérida, para montar la Feria del Sol de este año. Tanto en el proceso de elaboración del serial como en el desarrollo del mismo, problemas de distinta intensidad, cuales negros nubarrones, revolotearon sobre el soleado horizonte del ciclo: los hubo de carácter inherente a la organización del espectáculo, toreros que se cayeron a última hora de la cartelera --Manzanares y Daniel Luque--, y tuvieron que ser sustituidos de urgencia, así como la sorpresiva demora de Javier Conde quien, por no llegar a tiempo, tuvo que ser recolocado, con la anuencia de sus compañeros, en corrida distinta de la que estaba anunciado.
Contingencias de índole diferente, aunque no por ello triviales fueron el racionamiento del fluido eléctrico y los impedimentos puestos por el gremio de ganaderos nacionales a la importación de toros colombianos. Carlos Roldán, representante de las ganaderías La Ahumada y San Sebastián de Las Palmas, triunfador de la Feria, me dijo que en su país, Colombia, se dice que la primera causa de mortandad es la envidia. Afortunadamente para la parroquia la empresa solventó los inconvenientes con profesionalidad, afición y buen hacer.
Estas últimas palabras me transportan a las actuaciones más brillantes habidas en la Feria, las de El Juli y El Fandi a sendos toros indultados de La Ahumada y San Sebastián de Las Palmas, que por su carácter sobresaliente se archivarán en los anaqueles de lo memorable. La del madrileño a un toro de gran clase, puede catalogarse como obra madura y bien hecha, estructurada en una sucesión de tandas macizas.
El conocimiento y el buen gusto se coaligaron para mostrar, de manera elocuente, la sabiduría y capacidad torera de El Juli. De otro lado la lidia de El Fandi a un ejemplar tan chico como bravo, fluyó impregnada de tensión enunciativa y desde el principio excitó la fina locura popular. En cada tercio buscó el diestro granadino la adecuación de su tauromaquia al temperamento del toro de igual modo que una buena frase busca el adjetivo idóneo y, manejando los trastos con diestra sutileza, plasmó una prosa estética y pura.
Los triunfos clamorosos de los espadas españoles no obstan para reconocer que las corridas salieron muy desiguales y ello se explica porque los ganaderos americanos todavía son pegujaleros, tienen poco ganado en sus dehesas para abastecer todos los festejos que se organizan en el país. Sé cuan largo es el trecho que media entre el dicho y el hecho, pero deberían poner en práctica métodos eugenésicos, en fondo y forma, para mejorar la especie, para conseguir un toro más bravo y más toro. Por las hechuras que presentaron los diferentes encierros pareció que estuvieramos leyendo a Jonathan Swift pues, de un día para otro e incluso en la misma corrida, se pasó del toro del episodio de Liliput al de los territorios de Brobdingang y semejante contraste induce a pensar que es lo que hay, sin posibilidad de escoger.
Más preocupado por los toreros que por los toros, el abogado Luis Hernández Contreras, presidente de la Plataforma Taurina Capítulo Táchira, apasionado de la Fiesta Taurina y preocupado hondamente por la precaria situación actual de una feria tan asolerada como la San Cristóbal, está buscando apoyos para potenciarla como sea.
Su clamor le ha impulsado a difundir un S.O.S. solicitando ayuda a José Tomás porque considera es el único que puede devolver la ilusión perdida a la afligida afición de San Cristóbal.
Y yo me pregunto ¿él solo?; ¿las demás figuras del toreo no cuentan; puede prescindirse de ellas? El desgarrado llamado de Luis Hérnandez, sin pretenderlo, puede que haya herido sensibilidades y quizá más de un torero se considere menospreciado.
A propósito de falta de consideración recuerdo que me diste a leer un artículo publicado en un diario deportivo, en el que un prestigioso colega venezolano, que de vez en cuando escribe de toros, glosa y enjabona la figura de un compañero español y, de paso me endilga pellizcos de monja cuando yo no he hecho más que hablar bien de él y darle sitio en Televisión Española para que manifestara su opinión.
No voy a ser mal pensado porque probablemente se deba a un malentendido impreso o, mejor dicho, a un "lapsus calami", ya sabes, esa disonancia cognitiva entre lo que uno conoce y dice o escribe; entre la actitud consciente y la inconsciente. Conocer un hombre y conocer lo que tiene dentro de su cabeza, son cosas distintas. Digo que no quiero pensar mal porque, de estar errado y ser cierto el ninguneo, si alguien vuelve a preguntarme sobre el particular tendré que dar una respuesta similar a la que dio Don Jacinto Benavente al enterarse de que Valle Inclán, a quien él elogiaba siempre, iba por ahí poniéndolo a parir:
"Pues quizá estemos equivocados los dos".
Ya de regreso a España, cuando alcanzamos el final del tornaviaje, según vocablo de Fortunato, el sentimiento de coro que nos ha mantenido unidos de manera casi fraternal con un puñado de amigos en Mérida se aflojó; por supuesto, la amistad permanece, pero la atmósfera vivida a lo largo de esa semana, ya nunca se repetirá. Se dará otra, mejor o peor, siempre distinta y, al aterrizar en Barajas, en mi mente ya sólo quedaba el rescoldo humeante de esos días vividos con intensidad, el recuerdo melancólico de lo que ya forma parte del pasado.
El sentimiento acertadamente expresado por Manuel Machado en las seguiriyas gitanas de La Toná de la Fragua: "Horas de alegría / son las que se van, / que las penas se quedan y duran / una eternidad".
Haremos lo posible por volver el próximo año a Mérida en busca de nuevas alegrías.
Dios te guarde. Un abrazo. Javier.
Buen cartel.....Javier Hurado, Fortunato González, y Javier Morales
XIII Coloquios de Tauromaquia de la Cátedra "G. Briceño Ferrigni" de la U.L.A.
Miguel Mejías "Bienvenida", mejorando cartel.
Monseñor Porras, Arzobispo Metropolitano de Mérida, en su barrera en Feria de 2009
Este año el odio y la sin razón imperantes le impidieron ir a los toros
Manuel de la Fuente explica su obra a Javier Hurtado
Javier le ve la explicación.....,
Javier Hurtado, invitado de honor en la Galería del escultor Manuel de la Fuente, Juan Lamarca, la Decana de las Artes de la U.L.A. y Fortunato GonzálezConferencia de Luis Francisco Esplá
Magnífico coloquio el que abrió Javier Hurtado con sus acertadas preguntas
La Reina Taurina de Mérida, Andrea Baptista, con dos maestros
Paco Gámez, "Desde Mérida...con amor"
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