miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cafelito con un artista: Roberto Domingo

Encierro en Castilla

Nos situamos en septiembre de 1.945 para vernos cara a cara con el gran pintor taurino Roberto Domingo en su estudio de la madrileña calle Goya (hoy es un edificio en reforma del que pido que se conserve la placa a él dedicada en la fachada). En una entrevista concedida a “El Ruedo” hace ahora 65 años, el artista repasa su vida y da su opinión sobre la Fiesta. Espero que os guste.
* * *

¿De dónde es usted?
Nací en París pero soy español. Mi padre era pintor pero muy aficionado a la Fiesta, como que fue el que a fuerza de hablarme de toros hizo que yo, desde que cogí los pinceles, prefiriera este tema. Así que empecé a pintar temas taurinos sin haber visto ninguna corrida.

¿Y cuál fue la primera corrida que vio?
Debió ser por el año 1.903 y curiosamente fue en París. Torearon Lagartijo y un torero francés, Félix Robert. Este resultó cogido y Lagartijo tuvo que despachar toda la corrida. Después, las corridas fueron prohibidas en París.

¿Cuál fue la causa de su viaje a España?.
Mi deseo de pintar toros. Mi padre me aconsejó que viniera aquí una temporada y, la verdad, no he tenido ocasión de volver a pesar de que han pasado ya cerca de 40 años. Llegué a Madrid en 1.906.

¿Le causó una impresión especial ver una corrida en la capital del toreo?
Si pero fue decepcionante, como lo oye. La primera que vi fue en febrero, una novillada en pleno invierno. Por la mañana estuvo nevando y el festejo se celebró bajo un cielo gris que restaba ambiente.
Así que su propósito, al venir a Madrid, era sólo pasar una breve temporada…
Efectivamente, pero los familiares que tenía aquí insistieron mucho y me quedé. Yo vine con la idea de pintar toros. Eso es lo que hice y es lo que hago. Naturalmente, desde 1.906 he sido espectador asiduo y he presenciado momentos gloriosos y trágicos.

Por ejemplo…
He visto varias cogidas mortales, las de Alcalareño, Gavira, Pascual Márquez, Miguel Freg… pero como la de Granero ninguna tan impresionante en su horror. El terrible espectáculo de aquel hombre con la cabeza destrozada y tronchado como un pelele no se me olvidará jamás. Y la tarde que salí más satisfecho de una plaza fue la de la despedida de Belmonte en Madrid, junto a Corrochano y Lalanda. Belmonte salió en hombros apoteósicamente; es el torero que más me ha apasionado a pesar de que a mi, en conjunto, me cautivaba más la gracia afiligranada de Rafael “El Gallo”.
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¿Nunca ha sentido deseos de dejar el tendido y “bajar al ruedo”?

Jamás, y he asistido a infinidad de tientas y festivales. Pero me ha contenido un miedo insuperable. El torero tiene un mérito extraordinario sólo por llegar a la plaza y, de acuerdo con esto, yo nunca protesto. Aplaudo siempre.

¿Dibuja en la plaza?
No, soy muy tímido para eso. Me coacciona el espectador de al lado, la sola posibilidad de que se interese por lo que hago. Me pasa al contrario que a otros dibujantes a los que sólo les agrada la curiosidad que despiertan sus apuntes y dejan que el bloc pase de mano en mano por todo el tendido. Tengo buena retentiva y después, en casa, reproduzco en cartulina los momentos que han quedado en mi retina. Mis amigos dicen que yo sé pintar de toros, pero que no entiendo una palabra como aficionado.

Y ahora, ¿de qué torero se siente partidario?
En esta época, Manolete es el primero. Y que conste que soy más amigo de Arruza, pero creo que el toreo tiene una tradición, un clasicismo, unas reglas y una escuela que hay que respetar. Para mí, Arruza es el mejor banderillero de todos los tiempos. Hoy hay más espectadores pero son menos los entendidos. La prueba es que la mayoría van a la plaza sin saber de quién son los toros que van a lidiarse.


Arriba "Toreros", gouache de Roberto Domingo.

Sobre estas líneas, "Un pase del Gallo" (óleo sobre tabla) del mismo autor.

Ese toro se lo brindó el diestro a la actriz María Guerrero en la Feria de Sevilla de 1.913.

Fuente: Blog Tercio Pinceles

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