miércoles, 3 de noviembre de 2010

EL TOREO TELÚRICO / Por Aquilino Sánchez Nodal

Manolo Bienvenida en Sevilla 1936

EL  TOREO  TELÚRICO

 

Por Aquilino Sánchez Nodal.


         José Delgado Pepe-Hillo en su tauromaquia pide a los espectadores a las corridas de toros que guarden silencio para no distraer al toro. Torear es arte, por lo tanto obra realizada por personas en creación terrenal. Los espectadores que presencian una corrida de toros también son personas condicionadas por sentimientos y no pueden permanecer callados en un ambiente de fiesta. No permanecían callados en los tiempos pretéritos y mucho menos en los actuales. Los pregonados silencios de la Maestranza sevillana no pasan de ser un camelo publicitario que se une a los fuegos de artificio que ocultan la realidad y el fraude existente en aquella plaza.
     En el toreo, al buen hacer se define como técnica torera. José Bergamín en su “música callada . . ., dice: “El arte de torear es creación viva, liberal, no tiene técnica alguna; no es un deporte o un juego, sino, arte puro y de veras que transciende con su permanencia mítica e invisible la muerte que simboliza a la víctima, el toro; y a la vez, al torero”.
     Los grandes maestros no hablan de fórmulas mágicas para entender el comportamiento de cada toro en la plaza. Juan Belmonte reconoce.- “Se torea como se es. Solo se necesita sinceridad para expresarlo con íntima emoción y que traspase el mismo juego de la lidia”. Una vez más se observa la dualidad que mezcla los conceptos de toreo terrenal y místico.
     Rafael “El Gallo”, después de una magistral faena en Madrid, se confiesa.- “Las lágrimas se me saltaban a cada pase”. Fue frente a un toro de Aléas el 15 de Mayo de 1.912. Su hermano menor, José, define su toreo: ”Mi emoción ante un buen toro yo solo, traspasa los demás momentos de la lidia. Es esa plenitud espiritual, ese estado de posesión divina que se consigue cuando se torea con sentimiento”. Juan Belmonte añade: - “Eso de los terrenos del toro y del hombre es una “papa”. Si el matador domina al toro, todo el terreno es del matador. Si el toro es el que domina al torero, todo es del toro.
     “Toque, toque . . .” para llamar al toro y que embista. Templar, mandar, parar y recoger depende de los nervios del tocador y de la madera de la guitarra”.
     Desde el primer pase intencionado, el toreo se hizo arte al vuelo en España, como el cante, la guitarra y la guerra. El toreo y los hombres que lo hacen, están de forma indivisible, unidos al Planeta, a la arena del ruedo, a las gentes sencillas y a este mundo imperfecto.
     Nuestra generación de aficionados universales nos devuelve los recuerdos más relucientes hechos por hombres mortales extraordinarios:
-         El día 22 de Mayo de 1.972, con astados de Atanasio Fernández, se celebra una
corrida de toros: Andrés Vázquez; Sebastián Palomo Linares y Curro Rivera. Palomo corta un rabo al toro “Cigarrón” (sin comentario) en Madrid, el anterior lo había cortado Manolo Bienvenida. Curro Rivera pasea dos orejas, es el único del cartel que ha fallecido, fue el 23 de Enero de 2.001 cuando tentaba en la ganadería La Alianza en Jalisco, Méjico.
-         San Isidro, 1 de Junio de 1.982, Ruiz Miguel; Luis Francisco Esplá y José Luis
Palomar lidian una corrida de la ganadería de Victoriano Martín. Los tres matadores, el ganadero y el mayoral son paseados a hombros. Al tercer victorino se le da la vuelta al ruedo.
-         5 de Junio de 2.008, José Tomás reaparece en Madrid y realiza dos faenas llenas de
emotividad, valor y sentimiento que convencen a aficionados, “señoritos” y “panas” que lo proclaman rey de la tauromaquia, (sin entrar en misticismo ni juicios ortodoxos).
     En la narración taurina no existe reflexión, ni coherencia divina; solo toros y hombres con bravura, miedo y valentía en busca de su plenitud. El toro la alcanza con la muerte; el torero, con el triunfo y la gloria. La Tauromaquia la escriben seres excepcionales, diferentes pero hombres apegados a la Tierra común a todos los seres vivos. Los toreros dictan sus leyendas de torerías sin dejar de ser humanos, con sus defectos, sus manías y sus sentimientos. Igual que las gentes que presencian el mayor espectáculo del mundo: Una corrida de toros.

Aquilino Sánchez Nodal.

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