miércoles, 17 de noviembre de 2010

La X del toreo / por Pedro Javier Cácares




La X del toreo

Por Pedro Javier Cáceres

 Lo Importante no es llegar si no mantenerse.
El grupo de figuras del toreo, el G-X (puesto que ya no se sabe quienes están de pleno, quien de oficio y quien empezó deforma testimonial y ha desistido), constituido a raíz de un calentón 24 horas después de producirse la prohibición de los toros en Cataluña parece haber llegado a meta.
Corta trayectoria para lo que parecía era un proyecto ambicioso y de futuro, al menos con un largo y prolijo recorrido.
Tras “aparcar” lo más urgente, Barcelona, y desentenderse del problema, acometieron su, al parecer, único objeto de deseo: pasar, administrativamente, del Ministerio del Interior a Cultura. Rubalcaba dijo sí.
Y ahí, se detecta, ha acabado todo.
Su posterior reunión con los empresarios titulada con un “encuentro en la cumbre del toreo” se saldó con una “pachanguita” de entrenamiento más que una final de Champions.
Más, en aquella reunión se habló de modificar y sintetizar la Mesa del Toro para con las modificaciones pertinentes, traumáticas en cuanto a personas que en estos momentos llevan su ejecutividad —numerosas-, fuera el órgano aglutinador representativo para abordar la “revolución pendiente”.
Pues da la impresión que, nada de nada.

Las últimas fotos de compadreo entre el Juli, líder de la guerrilla del figureo, y la actual Mesa del Toro son una evidencia… o varias simplificadas en una conclusión: el núcleo duro de la patronal, que siempre prefirió el barullo y la bulla a la claridad y la transparencia, el río revuelto —como consumados pescadores, que no es lo mismo que “pescateros”- apuesta por el inmovilismo y que cada cual se solucione sus problemas, principalmente dos: los cánones de arrendamiento y el caché de las figuras. Todo se resume en costes de producción para la viabilidad y rentabilidad del producto. Punto.
Tras los espectaculares primeros movimientos, un tanto convulsos, con una cúpula toreril aparentemente sólida en la que- en un principio- sólo faltaba Castella, Ponce viaja pronto a México como si tuviera que pasar cuarentena, luego Perera. Manzanares preocupado con su rehabilitación y ocupado con la organización de su boda. José Tomás y Morante, como se preveía, desentendidos, cuando no desertando. Cayetano se comió el marrón de acompañar a la “tal” Mesa del Toro a una reunión con el negociado PP del control de TVE que se vendió como negociación con su Presidencia o dirección.
Este es el panorama. La guarnición de tropa se reduce a Fandi, Talavante, Cid que están en Venezuela toreando.
Lo que empezó siendo el G-7, 8, 9 0 10 al final es el G-X.
O el G del X, ahora que se ha vuelto a aponer de moda la letra incógnita en parámetros políticos que, por supuesto nada tiene que ver con la problemática taurina, es un simple silogismo.

¿Quién es el X sobre el que pivota el G? El Juli.
Con José Tomás y su futuro como incógnita por desvelar y su planteamiento conocido y aceptado por empresarios, para estos El Juli es, lo ha sido en 2010, el problema por ser la única figura, en principio, imprescindible para trufar una feria. Y el resto, uno por uno, en el “compro, cambio, vendo”, para arreglarse o no. No hace falta un bloque. El toreo, siempre se dijo, es de “dejadme solo”.
Y el problema parece estar resuelto. Vuelvo a remitirme a la foto de Julián con la ejecutiva de la Mesa del Toro en la que hay amplia gama representativa de la “patronal”.

El Juli ha dado un golpe en la mesa por la variante del liderazgo y los empresarios han sido tan sensibles como sagaces en su estrategia que ha variado del “divide y vencerás” por el de “a ropa que hay poca”: esta Mesa del Toro.
El Juli esta por ello, y los empresarios con él para que no haya versos sueltos que descompongan un poema, el de siempre, que prometía épica, y que volverá a ser romancero. Y, ya se apañarán.
Lo habitual en cada invierno en el toreo: siempre pasa nada. Ruido, mucho; nueces pocas. “Entre bueyes no hay cornás.”

Los problemas de la Fiesta y sus designios son inescrutables y parece que seguirán siendo crónicos. Lo que parece evidente es que se despeja la X del G de las figuras. La X del toreo.
Que en la duda de haber volado, en este caso en guerra tan limpia como ser el representante de los que se juegan la vida, unas estructuras tan rancias y obsoletas como ineficaces, ha optado por el consenso.
Quizá por que la factura los destrozos colegiados terminan por girársela a uno sólo: el más solvente… y en consecuencia el problema.

Más vale un precario acuerdo que un gran contencioso. Habrá pensado.
“Arranque de caballa andaluz y parada de burro manchego”.

Despejada la X ¿Qué queda del G? pues su mutación fonética en J…¡je,je,je!....




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