sábado, 20 de noviembre de 2010

Matando el rato con los premios taurinos / Por José Ramón Márquez

Paseo de Eduardo Dato
Madrid
I Premio Taurino Roquetas de Mar



José Ramón Márquez

Ahora está el patio bastante aburrido en la cosa taurómaca y, mientras lánguidamente nos pensamos si damos unos premios Salmonetes... para hacer lo que hace todo el mundo, vamos pasando el tiempo a base de recuerdos, conversaciones y lecturas, que es donde siempre nos hemos refugiado entre El Pilar y San Blas. Para el mundillo ahora es el momento de los premios.

Me entero gracias a google de que Clarín ha fallado sus premios taurinos. Para la mayoría de occidente Clarín es un periódico progre de Buenos Aires, pero para la excepción cultural hispánica Clarín es un programa de la Radio Nacional de España que se ocupa de la cosa de los toros.

En realidad uno no puede decir nada a favor ni en contra del tal clarín radiofónico, porque a lo largo de los luengos años de afición a los toros que profesamos nunca hemos tenido ocasión de escuchar ese famoso programa; bueno, ni ése ni ningún otro, dicho sea para que se vea que no existe una especial animadversión contra el tal Clarín. Al parecer, por lo leído, el premio lo dan a medias entre unos tertulianos que hay en el programa, porque un programa sin tertulianos está en bolas, y entre las votaciones de los oyentes, porque un programa sin votaciones de radioescuchas está en pelotas. De la suma de ambas fuerzas se obtiene el nombre del triunfador de la temporada, en una magnífica mezcla de pensamiento aristocrático y democrático. Dicho nombre, como todos pueden suponer, se corresponde con el del santo Julián, Obipo de Cuenca, conocido en el siglo por Julian ben Tauro, Julián hijo de Tauro.

La oposición a Julián en las votaciones del Clarín taurino se agrupó, al parecer, en torno al emergente Juan Mora, aupado al Olimpo taurómaco a raíz de su extraña y otoñal tarde madrileña. Finalmente, al parecer fue el voto aristocrático el que decidió el resultado final de las votaciones y Julián pudo ser presentado como triunfador para contento de su padre Don Julián y del mismo torero, me imagino.

Luego nos enteramos también de la concesión del “prestigioso Premio Paquiro”, que lo de prestigioso no creo que sea por la escultura de Víctor Ochoa que dan, sino por la morterada de dinero que le cae al que se lo lleva. La pasada edición se lo dieron al simpático torero sevillano José Antonio Morante de la Puebla y antes lo había recibido por dos veces José Tomás, que ya tiene en su casa dos esculturas de ésas, con lo que pesan y lo feas que son.

Este joven premio, al decir de sus promotores goza de un gran predicamento. Lo patrocina una empresa de teléfonos, lo avala un periódico y lleva el nombre de un torero llamado Paquiro, sin más explicación.
Claro que a lo largo de la historia del toreo a pie el apodo de ‘Paquiro’ lo habrán llevado una media docena larga de toreros, desde el gran torero del siglo XIX que murió víctima del aguardiente y que está enterrado en Chiclana, hasta el desconocidísimo Francisco Montero, Paquiro, natural de Torrelaguna, que toreó una sola corrida en Madrid, corrida nocturna con los toreros bufos Charlots, Chispa y El Botones, con los que compartió cartel en la parte seria junto con Miguel Casielles, que estuvo mal en sus dos toros, al igual que nuestro Paquiro que, al menos, dio algunos buenos lances de capa, lo mismo que le ocurrió al torero que obtuvo el premio Paquiro del año pasado.

El “prestigioso premio Paquiro” de este año incluye una novedad en su corta vida y es que por vez primera no se lo dan a un torero, sino a los literatos Mario Vargas Llosa y Pere Gimferrer, a los que han caracterizado como representantes de la afición taurina. Al primero le he visto en los toros en Madrid y en Acho; al segundo, jamás; aunque no dudo que sea eso que en los medios suelen llamar ‘un gran aficionado’.

Extraña un poco ese premio tan de salir del paso, pues daba la impresión, especialmente para los que sigan las informaciones taurinas del periódico que patrocina el “prestigioso premio Paquiro”, de que lo suyo habría sido que el “prestigioso premio” recayese en el inefable Julián López, el Importante. Sin embargo, me parece que los que ponen las pelas, los de los teléfonos, no están por la labor de darle ni media leche a Juliancín y mancillar el honor de Tomás y Morante poniendo al Niño Eterno a su altura. Si acaso, le mandarán una blackberry o un llavero con la escultura del Víctor Ochoa, para que no se le pierdan las llaves.

Y luego está Roquetas, que también allí dan sus premios. Aquí tenemos dos tipos de premio. Por un lado está el que da la Peña, que con la bonhomía característica de los peñistas y las ganas que tienen de hacerse una foto con una figura al final de la cena del día que entreguen los galardones, ha dado su reconocimiento a July y al escrupuloso ganadero de Zalduendo (al que uno ha oído decir en un bar que los dos mejores toreros de la historia son Ordóñez... y July). Y gusta que haya esta comunión en la turística localidad almeriense, pues para eso el empresario de Roquetas es el hermano del que más se ha señalado en glosar desde sus crónicas la histórica figura de Julián López en su triunfal temporada, como un Quijote tratando de enseñar al que no sabe, explicando folio a folio la altura enorme, la grandeza de El Importante como torero de época, con tan poca fortuna por cierto, y a los premios me remito; que lo mismo que le roban las orejas por doquier, los malandrines jurados ahora le andan robando los premios. Pues, al menos, la Peña de Roquetas se sale del lado oscuro y se alinea en el buen carril y reconoce en su humildísimo premio la grandeza de July.

Y luego, además, el Ayuntamiento ha creado también su I Premio Taurino Roquetas de Mar y han decidido dárselo a un diestro anciano, conocido por los sobrenombres de El Poeta Verdadero y Luis Canelas, pues dicen que el hombre siempre ha apoyado una barbaridad el hecho taurómaco desde la agencia EFE Verdadera, pasando por el ABC Verdadero o La Razón Verdadera, que digo yo que sólo por el empeño que ha puesto en apoyar al hermano del empresario de Roquetas, eso le hace acreedor no de un premio, sino de un lugar en el cielo, a la diestra de San Pedro.

Del jurado que concede este premio municipal, este Premio Verdadero, no se dice nada, pero nadie duda de la inspiración en el mismo de Pío García Escudero y Enrique Múgica, que ya se sabe que ellos siempre harán lo que sea por echar una desinteresada mano para apoyar a la Fiesta Nacional en Roquetas.

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