sábado, 2 de abril de 2011

NO HAY PRIMER TERCIO / Por Benjamín Bentura Remacha

"Suerte de varas" / Mariano Fortuny
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NO HAY PRIMER TERCIO

Por Benjamín Bentura Remacha

Sábado, 2 de Abril, de 2011.-
Leí hace unas cuantas semanas un artículo de Aquilino Sánchez Nodal sobre el picador Antonio Marín y Herrera “Farnesio” que se presentó a los 18 años en Madrid, su pueblo y en cuya plaza actuaba como monosabio, en una novillada en la que actuaron “Ostioncito” y Punteret y con el apodo de “Cachiporra Chico”. Cachiporra en España es un palo enterizo que acaba en una bola o cabeza abultada. En Chile significa farsante o vanidoso. No creo que lo de Farnesio viniera de farsante y más bien pienso que el promotor del cambio de apodo siguió la estela de los gitanos, a los que Carlos III, hijo de Isabel de Farnese (Farnesio en su origen italiano), obligó a registrarse con nombres y apellidos y se buscaron los más sonoros y rimbombantes, como, por ejemplo, el Ulloa del famoso “Tragabuches”, el etéreo octavo de los “siete niños de Écija”. Para probar la categoría artística de “Farnesio” basta recordar la lista de los matadores en cuyas cuadrillas figuró como picador de primera: Vicente Pastor, Rodolfo Gaona, “Joselito el Gallo”, Ignacio Sánchez Mejías, Manuel Granero, Marcial Lalanda, Victoriano Valencia y Vicente Barrera. Picó hasta 1951 y murió el 15 de abril de 1968.

Pero lo importante no es en este momento examinar la biografía de tan extraordinario varilarguero y las declaraciones que pone en su boca el señor Sánchez Nodal y que dicen así: “Luego llegaron los petos del general Primo de Rivera y … se acabó la suerte de varas”. Los caballos comenzaron a estar demasiado toreados, no se renuevan porque ya no mueren en el ruedo y resulta difícil ir al toro – comenta Farnesio. Antiguamente casi todas las tardes eran nuevos y se dominaban mejor. Hoy salen mal montados porque los de la vara saben que apenas existe riesgo y los aficionados no exigen la pureza de la suerte. En contra de lo que se oye por ahí no es la falta de fuerza o peso o la poca casta del toro lo que influye en la mala ejecución de la suerte. Es culpa del peto.

Yo no le echo la culpa al peto. Sin peto ya no existiría la corrida de toros. El público de hoy no aguantaría el tremendo espectáculo de los caballos arrastrando sus tripas por la arena. Pero lo que afirmaba “Farnesio” hace más de medio siglo se ha acentuado con el paso del tiempo y con el aumento de las defensas del equino. Se apunta el puyazo, no se manejan las riendas, el caballero no se preocupa de la defensa de su montura y de su propia integridad, los banderilleros no tienen que sacar al toro del caballo y la gente aplaude al que levanta el palo o simula la suerte de la fregona tratando de escurrir la sangre que brota del puyazo. Se ha desvirtuado totalmente el significado del primer tercio. Apenas existe y pocas veces se ejecuta un puyazo dando los pechos el caballo, andándole para ocupar el lugar idóneo para que el picador use adecuadamente el detener de la vara y desvíe el viaje del toro antes de que se produzca la reunión de esos dos preciosos animales. No puede ser que en muchas ocasiones la suerte de varas sea auténticamente imprescindible y mayoritariamente simulada.

La fiesta, desde luego, necesita de muchas mejoras organizativas al considerarse como tal fiesta española, no cabe duda de que hay que reclamar la atención de los medios de comunicación escritos, hablados, televisados o los más sofisticados y modernos, que hay que suprimir los profusos reglamentos que justifican los políticos de las comunidades, que hay que exigir el trapío y la casta de los toros, hay toreros para llevar la ilusión a los tendidos y unos ejercitan su arte o su esfuerzo con más genio o ingenio, con mas pureza o talento, con más verdad o mentira, pero a la lidia no se le puede escamotear un tercio de su desarrollo. Y para ello no hace falta suprimir el peto. Hay que implantar un peto anatómico de material resistente, sin faldones ni manguitos para que los toros no se topen con la muralla y se les cierren todas las salidas y posibilidades de pelea. Hay que volver a otros tiempos sin la expresión dramática de los caballos despanzurrados. El gran público de hoy no lo admitiría. Pero al toro bravo de hoy hay que darle más oportunidades y a la fiesta más emoción. El peto anatómico va también en favor de los auténticos picadores de toros.
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Imágenes del primer tercio de la lidia de
Real Maestranza de Sevilla, lunes de resaca, 25 de abril de 1988.


Topinero y Tomás Campuzano from cabaña brava on Vimeo.

1 comentario:

  1. Concuerdo absolutamente con el Sr. Bentura. Quisiera citar textualmente unas clarividentes palabras del crítico de los años 20 del pasado siglo "Menda" publicadas en "La Semana Gráfica" del 12/03/1927: "El pobre Joselito, que tenía momentos de gran sinceridad, lo confesaba con la ingenuidad del muchacho que triunfa en lo más florido de la juventud. Con el lenguaje expresivbo de los hombres formados en la calle decía: "La martingala del toreo está en la caballería,señores". Ahí está la base. ¡Ahí está todo! Precisamente por eso, porque de la suete de varas depende toda la marcha de la lidia, se ha de dar más importancia a ella y a sus ejecutantes..."

    Hay que REGENERAR la suerte de varas y, con ella, la lidia toda. Hoy se dispone de materiales, como el Kevlar 29 y otros, que podrían propiciar mejores petos; ello junto con picadores con pundonor (por algo visten de oro..) y matadores generosos, podría dar un giro copernicano a la actual y manida corrida de toros. Creo que le va en ello la SUPERVIVENCIA.

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