lunes, 16 de mayo de 2011

El mexicano Saldívar, frescura y osadía en una tarde gris de toros y toreros / Por Juan Miguel Núñez / EFE


El mexicano Saldívar,
frescura y osadía en una tarde gris de toros y toreros

"...¿A quién iban a engañar con la corrida de hoy? Ganadero, empresa, toreros con sus veedores y apoderados, sabrán qué pretendían...
Una corrida impresentable en todos los aspectos, cuyo resultado no podía ser otro..."

Juan Miguel Núñez / EFE

Madrid, 15 may (EFE).- El mexicano Arturo Zaldívar, que confirmaba la alternativa, escuchó hoy en Las Ventas las únicas ovaciones de la tarde, por dos faenas con muy buenos apuntes, de frescura y osadía, en contraste con la apagada actitud de los otros dos alternantes.
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SAN ISIDRO MERECÍA ALGO MEJOR
El patrón de Madrid, San Isidro, merecía mejores toros para celebrar su festividad. Se preguntaba el personal, con sorna, si era corrida lo que tocaba hoy. Pues a la vista de lo que iba a apareciendo por chiqueros, se planteaban muchas dudas.

Dicen algunos que se pasan de listos que es así como tienen que ir los toreros considerados figuras. Toro que no moleste por presencia. Y si puede ser, en el límite del descastamiento, que tampoco asuste por comportamiento.
Un toro al que se llega después de una muy estricta y deleznable selección de acuerdo a los genes que atesoran la vaca madre y el padre semental.
En el juego entran prácticamente todos, desde el ganadero que los cría al empresario que los contrata, y naturalmente con el beneplácito del torero y su entorno. Todos de acuerdo, sin contar con la clientela, el público, al que dedican el más el más cruel de los desprecios.

Los toros de hoy no se parecían en nada a los que lidió esta misma ganadería hace apenas un par de semanas en Sevilla, cuando el famoso "Arrojado" mereció el honor del indulto, y todavía en aquella corrida hubo ejemplares muy notables en cuanto a presencia y juego.
¿A quién iban a engañar con la corrida de hoy? Ganadero, empresa, toreros con sus veedores y apoderados, sabrán qué pretendían.
Una corrida impresentable en todos los aspectos, cuyo resultado no podía ser otro. Al final todas las miradas estaban en "Morante", principal responsable del desaguisado por su condición de máxima figura, y acusaciones también, aunque en menor grado, para Talavante, a quien apodera la misma empresa. Queda eximido el toricantano Saldívar, sin fuerza para exigir martingalas de este tipo.

"Morante" pagó cara la osadía de venir con esta birria de corrida. Porque ni sus toros "sirvieron", ni el público le echó cuentas. Si primero, blando y desrazado, fue muy protestado. Apenas tomó los engaños, y cuando lo hizo fue doblando las manos. El hombre se limitó a gesticular su impotencia con unas ligeras probaturas sin llegar a estructuras faena.
Tampoco resultó propicio el manso cuarto, incapaz de dar dos arrancadas seguidas. "Morante" estuvo de nuevo escaso de ánimo, discontinuo y sin compromiso.

Talavante hizo lo que pudo, que no fue mucho. En su primero, algún muletazo serio por el pitón izquierdo antes de que el toro empezara a quedarse corto, que fue enseguida. Otro inconveniente que tuvo la faena fue que el animal, muy soso, apenas humilló. No superó el torero tantos inconvenientes.
En el quinto, toro manso y con genio, que al embestir llevaba lo que se dice "la cara suelta", pegando tarascadas y volviéndose en un palmo, estuvo de nuevo Talavante despegado y fuera de cacho, citando al pitón de acá, con demasiadas precauciones. De modo que no interesó lo más mínimo.

Y en el país de los ciegos, el tuerto fue el rey, en este caso, el mexicano y confirmante Saldívar, que aún un punto acelerado y hasta despegadito en el de la ceremonia, por lo menos se le vio más decidido. Especialmente emotivo el comienzo con la muleta, toreando de rodillas en el centro del anillo, y queriendo hacerlo como si estuviera de pie. No hubo faena compacta porque el toro, sosito, duró poco.
El sexto ayudó más, de modo que el mexicano, después de anotarse un estimable quite por chicuelinas, llevó a cabo un trasteo que por momentos hizo concebir esperanzas de triunfo.
En lo fundamental enganchó siempre al toro por delante, lo templó y lo llevó lejos ligando los muletazos. Hasta que el toro se acabó, aquello tuvo exquisita limpieza, cierta donosura. Querer fue poder. Lástima que la espada no entró hasta el tercer viaje.
No obstante, la impresión que dejó el mexicano fue muy buena. EFE
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FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Núñez del Cuvillo, desiguales y justos de presencia, mansos y escasos de raza, en general de muy poco juego. El sexto, el único que ayudó algo.
José Antonio "Morante de la Puebla": pinchazo y descabello (silencio); y cuatro pinchazos y estocada (silencio tras aviso).
Alejandro Talavante: estocada en "los blandos" y estocada corta (silencio); y media tendida y descabello (silencio).
Arturo Saldívar: casi entera (ovación tras petición minoritaria); y dos pinchazos y estocada caída (ovación).
En cuadrillas, un quite de Julio López, a cuerpo descubierto y de mucho riesgo a su compañero Fernando José Plaza a la salida de un par en el quinto.
La plaza tuvo lleno de "no hay billetes" en tarde soleada y, a pesar de una ligera brisa fresca, agradable.

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