lunes, 3 de octubre de 2011

MADRID.- La verdad del toreo / Por Pedro Javier Cáceres

 David Mora en su triunfal vuelta al ruedo de Las Ventas

Iván Fandiño y David Mora
"...Era el mano a mano de los dos toreros que a “puro huevo” han ido tejiendo una temporada de ambición y torería; de querer ser, de verdad..."

 Iván Fandiño con la oreja ganada a ley

La verdad del toreo
Pedro Javier Cáceres
(A los apolo-“getas”, del gache, el becerrote escogido y la rivalidad con teloneros. A los líricos d’ ¡”hel”-arte! que es “morirse de frío”).
El mano a mano de Iván Fandiño con David Mora respondía a la demanda de una afición y un público que cada vez cuenta menos, ¿o más?; porque servidor no tiene claro si de anunciarse fuera de abono y en una plaza con un censo de 18.000 socios, o en otro coso de máxima relevancia, la oferta hubiera tenido tal reflejo en la taquilla.
En cualquier caso era el mano a mano del año.
El resto de los programados como reclamo y celebrados con más pena que gloria, salvo excepciones, hasta en los mejores casos, remedos de mano a mano: “corridas de dos toreros”.
Era el mano a mano de los dos toreros que a “puro huevo” han ido tejiendo una temporada de ambición y torería; de querer ser, de verdad.
Un ejercicio de dejarse piel y sangre y trufar de clasicismo torero las plazas para, una a una, hacer una campaña jugosa acumulando sustituciones.
De matar lo que generalmente no embiste (lo denominan corridas duras) y superar la prueba, día a día, del valor, la capacidad, pero también de la calidad que atesoran como toreros para quitarse el estigma de “héroes tumbamoruchos”.
Fintar el colgarles “medallas de hojalata” que tantas loas provocan pero que no cotizan como artistas en la élite y tan solo suman trienios en la hoja de servicios de probos funcionarios embutidos en traje de luces. Cuantos más trienios más encasillamiento y menos posibilidades de dar el salto cualitativo de “gladiador” a torero de ferias, primero, y figura, después.
De orígenes, taurinamente, plebeyos. Sin pedigrí, sin avalistas para entrar en el G-10 de las figuras, sus compadres y sus “twitteros”.
Con apoderados luchadores, sin marchamo de denominación de origen. Fuera del sistema de comisionistas, a lo que pomposamente titulan “casas grandes”.
Sin posibles para el “compro,cambio,vendo”.
Sin pubertad ni adolescencia, aliadas de la comprensión de cualquier mediocridad en aras de una supuesta proyección.
Todo, o casi todo, impostura: el supuesto origen, el pedigrí y gran parte del G-10.
Mirados de perfil y admirados de reojo, por todos ( o casi). Ponderados con verdades a medias, con más recelos que sinceridad; sí…¡¿pero?!
Dos toreros en el punto de mira. En el paredón, con una disyuntiva: el tiro de gracia o el indulto…hasta la próxima.
La realidad: se jugaban en el examen de fin de curso algo más que pasar al siguiente con nota (mejor, o menos buena) ¡Se jugaban su carrera!
Y conscientes que si poco hueco hay para uno, menos para los dos.
Es cruel e injusto, pero esto del toro está montado así, lo llaman “el sistema”.
Se anunciaron. Salieron a “cara de perro” en rivalidad sana, leal.
Más “atacado” Fandiño, en principio; disperso, mucho. Mas sereno y cerebral Mora; demasiado en el cuarto (su segundo), como una figura al uso.
Arrastrado el cuarto bovino el bache de toda la corrida provocado por un encierro desubicado de lugar y evento, impropio, de Gavira, fue socavón.
Llámenle losa pesada de tumba que se atisbaba cavaban ya los agoreros.
Y la providencia avisó de tal; dicen que por “pinganillo”.
Se cambiaron los toreros los papeles.
En el quinto Fandiño se serenó, le echó cabeza, y funcionó, por tanto, la técnica, el valor y los recursos para hacer de un manso de medios arreones parecer un toro bueno, tanto que el impecable trasteo no cobrara vuelo más allá de otra “salida al tercio”.
Se iba la tarde, y algo más. La excusa de la mala corrida era tan legítima como ineficaz cara al futuro.
El dilema: la bolsa o la vida. Optó por la vida, jugársela en su última baza, la estocada : tremenda.
Dios lo quiso, que es anti-G10, y hubo bolsa y vida.
Y vida la que le dio tal hecho a David Mora para salir en el sexto con los efectos de la “pastilla”.
El toro era “prenda”, peligroso y grosero. La fibra de Mora era adrenalina en estado sumo.
A contra estilo suyo en la forma, fiel en el fondo: queriendo torear puro una alimaña entre ¡uys! y ¡ays!
Rivalidad en quites mientras se pudo. Voltereta espeluznante de Fandiño en una réplica. Enganche trágico en la estocada al quinto. Y en el sexto, David Mora, voltereta tácita y guiños continuos al drama y la tragedia.
Oreja y vuelta al ruedo respectivamente.
Despojos. La sustancia es la dimensión que dieron y su compromiso con el “chispeante”, la profesión y el público.
Ganaron la partida y el partido.
Y le asistieron, generosos, un balón (de oxígeno) a una empresa que se debatía, en el minuto 90, para ganar la próxima liga, entre dejar un buen sabor de boca o la duda de su capacidad respecto del elemento toro.
Pues si el fallo de la de Puerto de San Lorenzo es puntual en una ganadería señera y muy premiada en Madrid, el descuido del “toro” en el cartel “joya de la corona” podría dejar secuelas.
Así Fandiño y David Mora le hicieron un “quite de peligro” a Taurodelta.
No eran Messi ni Ronaldo, por el momento, y les dieron un balón de rugby para que hicieran fútbol y metieran goles.
¡Más difícil todavía!
¿Por qué?
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