jueves, 3 de noviembre de 2011

Buenas faenas, negros nubarrones / Andrés Amorós


Buenas faenas, negros nubarrones

En una temporada marcada por la prohibición catalana y la crisis, brillaron Juli, Manzanares y Morante

Andrés Amorós / ABC
La temporada taurina de 2011, la de la prohibición catalana, la crisis económica, el paso a Cultura y el terrible percance de Padilla, trajo también hermosas faenas. Al llegar el invierno, sin embargo, negros nubarrones siguen planeando sobre los ruedos españoles. Hablemos ahora de los artistas, dejando para otro día los problemas pendientes.

El podio, en el escalafón de matadores, lo han ocupado claramente tres diestros, El Juli, Manzanares y Morante; muy cerca, Talavante; como revelaciones indudables, David Mora y Fandiño; al margen de la competencia, Enrique Ponce y José Tomás.

Enrique Ponce. En un período final —que no se sabe cuánto puede durar— de su trayectoria, única en la historia del toreo, no cabe pedirle a Ponce arranques de novato, debemos disfrutar con lo que nos sigue dando: maestría, saber, difícil facilidad, unión de técnica y estética. Le perjudican claramente los fallos con la espada. A pesar de eso, ha realizado grandes faenas, que culminan, quizá, con el triunfo rotundo de Bilbao (la mejor Feria del año, junto con Almería), donde tuvo el gesto de apuntarse dos tardes, y el rabo de Guadalajara.

José Tomás. Reapareció en Valencia, después de la larga ausencia por su grave cornada mexicana, en un clima de expectación y con un montaje propagandístico sin precedentes. Siguieron luego unas pocas actuaciones, cuidadosamente medidas en Plazas, reses y compañeros. El éxito en la taquilla no se correspondió con las esperadas salidas en hombros, lo que suscitó cierta decepción. No era sorprendente que acusara la inactividad de meses. Todo concluyó triunfalmente en la triste despedida de Barcelona. Más que su indudable calidad, plantea dudas la estrategia que seguirá en la próxima temporada: mantener la de este año supondría una autolimitación excesiva.

El Juli. Un año más, ha llevado con responsabilidad y regularidad extraordinaria el peso de la temporada. Está en una etapa de plena madurez: casi todos los toros le valen para desarrollar su tauromaquia clásica, basada en el dominio del toro, que culmina con una excelente mano izquierda. Debe depurar sus estocadas (el famoso «saltito») igual que ha mejorado con el capote. Puede afrontar todos los retos.

José María Manzanares. Ha alcanzado su nivel más alto —por ahora— en una temporada de altísimo nivel, con triunfos en casi todas las grandes Ferias. Las puertas grandes de Sevilla —con el indulto al toro de Cuvillo — y Madrid son los mayores hitos, pero todos los públicos han disfrutado con su estética, la perfecta lidia de su cuadrilla —sin duda, la mejor, en la actualidad— y sus tremendas estocadas (aunque abuse a veces de la suerte de recibir, con toros que no la piden). Puede mejorar todavía con el capote y en el ritmo acelerado de algunos muletazos.

Morante de la Puebla. Es, sin duda, un caso aparte: no un diestro de «posturas» o detalles, sino un verdadero artista clásico, con una estética de enorme pureza. Nadie torea como él con el capote, por supuesto. Además, hace cosas que ningún otro hace: los ayudados por alto, cargando la suerte; los muletazos de sabor añejo... Como definió el llorado Antoñete, es el artista de más valor. Alcanzó su cumbre en El Puerto y en Bilbao, con faenas inolvidables.

Alejandro Talavante. Muy cerca de estos tres se coloca ya el diestro extremeño, que ha madurado mucho en México. Su triunfo en San Isidro y su «faena soñada» de Zaragoza, plena de inspirada improvisación, le consolidan en una situación de primera figura.

Dos revelaciones. Todos estamos de acuerdo en que las revelaciones han sido Iván Fandiño y David Mora, forjados en las corridas duras. Los dos basan su éxito en la ambición y el valor auténtico. El último mano a mano de Madrid, volteretas incluidas, ha sido el mejor refrendo.

Otras figuras. El valeroso estatismo sigue siendo la gran baza de Miguel Ángel Perera, que ha ido a más, en la segunda parte de la temporada. Avanza el ambicioso Daniel Luque, de indudables cualidades, que todavía ha de madurar, serenarse y definir su estilo. Lucha por reencontrarse plenamente El Cid. Mantiene su espectacularidad y oficio El Fandi. Recupera su sitio en las Ferias César Jiménez. Muestra su buen estilo Urdiales. No supera sus limitaciones técnicas Cayetano, a pesar de su empaque. Parece haberse estancado, haciendo el poste, Sebastián Castella... No olvidemos la valerosa presencia de los diestros mexicanos, matadores y novilleros, ni el triunfo de Conchi Ríos en Madrid. Una promesa clara es Fernando Adrián, ganador del Zapato de Oro de Arnedo. En el toreo a caballo, continúan mandando Hermoso de Mendoza y Ventura y les sigue de cerca Leonardo Hernández.

No faltan diestros interesantes en el actual escalafón. Es necesario, eso sí, que salgan toros encastados: lo que, tantas tardes, echamos de menos. Y que los profesionales taurinos consigan unirse, por una vez, y se impliquen en resolver las amenazas que acechan a la Fiesta.

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