sábado, 4 de febrero de 2012

ANTES ERA MEJOR / Fernando Gª Terrel

El botijo 

ANTES ERA MEJOR 

Fernando Gª Terre
(Director del Rincón Taurino “El Mentidero” 
De la Casa de Andalucía de Zaragoza)

De vez en cuando es bueno mirar hacia atrás y comprobar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Esto es lo que hice hace una semana en el transcurso de las VI Jornadas Taurinas en que colaboro anualmente y se celebran en el Centro Cívico de Mayores “Francisco de Goya” de nuestra Capital, gracias a la constancia de un aficionado de solo 88 años de edad como Antonio Pastor Hernández y de una Directora que apoya su quehacer taurino. En las películas que tras las charlas-coloquio se proyectaron volví a percatarme de la evolución negativa de la corrida de toros en los últimos años. 

No entraré en polémica de si antes se toreaba mejor o peor, tan solo diré que se toreaba, a pie y a caballo. Los picadores cuidaban muy mucho de que los toros no hiriesen a sus equinos y a base de brazo los paraban con la vara antes de que la res llegase a estrellarse en el peto. Les castigaban, con tres varas al menos, en el morillo, para ahormar la cabeza del toro y no en el espinazo o aun más abajo como lo hacen ahora para quitarle fuerza en sus embestidas. Aquellas reses, no eran del mono encaste y si de los más variados y toristas, como se dice en la actualidad, muchos de ellos desaparecidos por no ser del gusto de los mandones de hoy día. 

Comprobé que lo que gustaba al público, que llenaba las plazas, y a los propios diestros, era rivalizar entre ellos para dirimir su hegemonía, estilo y valor. Las figuras no se dejaban acartelar con diestros de segunda fila como suele hacerlo en la actualidad un José Tomás que dicen es el sumun de la torería actual, buscaban dirimir entre ellos el liderato y que mejor que enfrentarse los números unos entre ellos, en plazas importantes y con los hierros más duros, fuesen: Veraguas, Sánchez Cobaleda o Miuras. 

Me ilusionó comprobar aquella sana rivalidad en la suerte de quites, tan variados como artísticos. Antes, lo hice al contemplar la manera de recibir y probar por los dos pitones al toro conforme salía de chiqueros. Después cuando con el estoque de verdad, más pesado del que no utilizan actualmente, tras cimbrearlo en el canto de la barrera, para mostrar su autenticidad, ejecutaban aquellas faenas más o menos largas en la que lo importante era primero enseñar a embestir y una vez conseguido, parar, citar, templar y mandar al morlaco con ambas manos y pitones. De nada servía lo anterior si no se ponía rúbrica a la faena, contabilizada desde que el toro saltaba a la arena, hasta que caía despenado por el espada de turno. Ahí residía el merito. Hoy día se utiliza el estoque simulado y la estocada ha perdido importancia, como todo lo que antecede a la faena de muleta. 

Se corrían toros excelentes a los que se les hacían faenas interminables, como aquel de Osborne de nombre “Atrevido” que en 1966 encumbró a Antoñete en Las Ventas, tras cuya lidia el diestro quedó extenuado, pero ni esa tarde ni en ninguna otra el público pidió el indulto. No era costumbre, ni necesaria esa gracia para que hubiese toros bravos en las dehesas. Ahora se indulta cualquier toro o novillo encastado y en cualquier plaza, demasiadas veces y sin necesidad, sin juzgarlo más que por su condición en el último tercio y a veces tras insinuaciones del espada de turno que no quiere emborronar su faena por no saber hacer uso del estoque como mandan los cánones y la tradición. 

No, no han pasado tantos años de aquellas faenas que contemplé en esas jornadas, de los: Litri, Aparicio, Luis Miguel, Pepe Luis Vázquez, Ordoñez, Romero, Paula, Antoñete… a los que afortunadamente vi torear en directo, pero me han servido para comprobar lo mucho que todo ha cambiado. 

Ya no hay botijo, si demasiado catavinos de plata, aun desde novillero, ni coche de cuadrilla con su apoderado al frente y si grandes furgones del tamaño de las desavenencias entre profesionales, apoderados, empresarios, ganaderos y medios de comunicación. 

Falta torería dentro y fuera de las plazas y creo que sobra tanta televisión. 

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