martes, 27 de marzo de 2012

EL RIGOR HUMANO DE LOS TOREROS / Por Aquilino Sánchez Nodal.


Plaza de toros de México
Manolito Bievenida corta la coleta a su padre Manuel Mejías Bienvenida
en presencia de Pepe Bienvenida

EL RIGOR HUMANO DE LOS TOREROS 


Aquilino Sánchez Nodal.
Madrid, 26/03/2012.-Hubo una época que en la mente de los toreros se formaba una imagen sinóptica del mundo completo que les rodeaba. El tiempo y la falta de seducción han conseguido 

separar la esencia del torero de la vulgaridad cotidiana. En su parte humana estos personajes aceptan todo tipo de especulaciones aunque, en su conciencia traten de conservar, incluso a su pesar, la idea de un destino superior. Esta incógnita gratificante es la pasión que mantiene la fascinación en los aficionados a las corridas de toros. 

La parte humana del torero aún con sus deseos ocultos de fortuna y distinción social, no pasaría de ser un microcosmos vulgar a todos los demás mortales. La otra parte, la iluminada, la artística es la diferencia y aporta expresión meticulosa que resplandece sobre las dos realidades. Un torero no debe ser, ni portarse simplemente humano, debe estar impregnado de aureola del genio guardián del mágico secreto del toreo y, además parecerlo. 

Entonces, si aceptamos estas reflexiones llegaremos a la conclusión de que un torero es más importante, más grande y más figura cuanto menos le resalte alguna de las partes individualmente, la humana o la divina. Si la que surge con fuerza es la generadora de riqueza, cuanto más figura más mezquino será el torero, más soberbio, ambicioso y desconfiado. Estos cambios suceden en el transcurso de la evolución de su carrera profesional. Un torero dominado por la ambición pierde la afición y se precipita hacia su final artístico y humano. El petardo más terrible de un torero es terminar olvidado y en la soledad de los hombres fracasados moralmente. La ilusión y la grandeza de espíritu es lo que forja las figuras del toreo. 

Los grandes maestros nacen con un destino superior. La gloria está en demostrarlo en todos los momentos y situaciones de su vida.- 

Un buen día Pepe Bienvenida se entera que su hermano Manolito está dispuesto a tirarse de espontáneo en la plaza de toros de Sevilla durante la lidia de un Miura. Si perder un minuto va con el "chivatazo" a su padre. Por suerte, El Papa Negro llegó a tiempo de impedirlo. Cuando sorprendió al muchacho llevaba una muleta liada a la cintura y el estaquillador camuflado en la pernera del pantalón. Esto es la historia de una afición desmedida por ser alguien en el toro. Por toda Sevilla corrió la noticia del intento y nadie se sorprendió. Los sevillanos formaban corro alrededor del chico cuando, de improviso, se ponía a torear de salón en plena calle y aplaudían la gracia especial que poseía. Manuel Bienvenida era dos años mayor que su hermano Pepe y estaba decidido a ser matador de toros. El destino que ayuda a los genios hizo que un directivo de una asociación benéfica, dedicada a la construcción de casas para pobres, viera al chiquillo en plena faena al viento en una calle sevillana. 

Visitaron a don Manuel para solicitar permiso para que Manolito actuara en una becerrada para recaudar fondos. El padre accedió con la condición de que se incluyera también a su hijo Pepe en el cartel. Lleno hasta la bandera. Éxitos rotundos, económico y artístico. La avispada empresa, sorprendida y a lo suyo, repitió cartel al domingo siguiente pero en esta ocasión los dos chavales cobraron ocho mil pesetas por coleta, cantidad importante para aquella época. 
Esa primera temporada, 1.925, los dos hermanos torearon treinta becerradas. En todas entusiasmaron al público por sus faenas variadas y magnífico sentido en ejecutar todas las suertes. Al siguiente año, el ministro de gobernación prohíbe torear a menores de catorce años de edad en las plazas de toros. Los Bienvenida marcha a Francia y después a Méjico en donde completan la temporada de 1,927. Al cumplir la edad reglamentaria los dos toreros regresan a España en 1.928. 

La continuación de esta Historia permanece con todo su frescor en las memorias de todos los aficionados. La gloria de los valientes siempre estará por encima de los tiempos. 

Plaza de toros de México
El Papa Negro con sus hijos
Manolito y Pepe Bienvenida

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