domingo, 22 de abril de 2012

La decepción de Morante / Por Juan Manuel Albendea




La decepción de Morante

Por Juan Manuel Albendea 

Sevilla, 21/04/2012.-
Lo más positivo de la tarde de ayer fue que la plaza se lleno hasta la bandera. Solo ha ocurrido en los diez festejos que llevamos, tres veces: el domingo de Resurrección, ayer y anteayer. No cabe duda que la plaza ayer la llenó Morante. “El Fundi” y Castella son dos dignos compañeros de terna, pero solos no hubieran llenado la Maestranza. Me lo decían unas guapas vecinas de localidad: nosotras hemos venido desde Madrid por Morante. Y Morante estuvo en línea con lo que, históricamente, le ha ocurrido a los de su escuela. Si no hay toros boyantes, no cabe el apaño. Y por eso el público se ha enfadado con él.

El encierro, con dos divisas –Garcigrande y Domingo Hernández- ha estado pobremente presentado.
Se rechazaron hasta siete toros en el reconocimiento. Cuando al torero de La Puebla, tras dar dos verónicas de buen corte a su primer toro que, aunque atendía por Bondadoso, le quitó el capote y la montera, advertimos que en ese momento se había acabado la voluntad de triunfo de Morante. Le pusieron, desusadamente, hasta tres varas y lo trasteó, sin ninguna intención, de darle lustre a su quehacer. Parecía que en el quinto iba a hacer honor al nombre del toro –Emperador- pero lo trató muy desdeñosamente. Está claro que Morante torea como los ángeles, siempre que el toro sea también un ángel. En ambos toros, sonaron bastantes pitos. Aunque es verdad que en el cuarto dio tres o cuatro verónicas antológicas. Lo que siempre se ha llamado el quite del perdón.

El Fundi se despedía ayer de Sevilla tras un cuarto de siglo como matador de toros, siempre con valor y voluntad de triunfo, sin reparar en el color de la divisa. Por eso, el público lo recibió con una muy cálida ovación y lo despidió con una calurosa vuelta al ruedo. Su primero tenía muy poca pujanza y por eso casi no fue picado. No obstante hizo varias genuflexiones. Tras una faena sobre ambas manos desigual, como desigual en su comportamiento era su enemigo, lo mató de una estocada perdiendo la muleta y saludó desde el tercio. 
En el cuarto toreó con el capote galleando por chicuelinas y comenzó la faena por bajo con buenos muletazos y redondosde regular ajuste. Empieza a sonarle la música y pide que cese, no se sabe muy bien con que motivo. Al pinchar una vez, pierde una oreja, que el bondadoso público de Sevilla le hubiera otorgado en su despedida. Lo mejor del tercer toro fue el par de banderillas de Javier Ambel, que se asomó al balcón y, después el toro hizo por él de mala manera, afortunadamente, sin consecuencias.

Sebastián Castella es muy partidario del toreo estatuario por lo que le recetó cuatro o cinco por alto sin moverse, algo que enardece más al público que al aficionado. El toreo sobre ambas manos tuvo altibajos, ora con mucho temple, ora con enganchones. Al matar de una estocada perdiendo la muleta, su actuación fue silenciada. 
En el sexto de salida, ni un lance con el capote. Después sí hubo verónicas y chicuelinas ajustadas. Obviamente del titular. Eso del tercio de quites está pasando a la historia a velocidad de vértigo. Tras un buen par de José Chacón y brindar al público,

Castella le recetó una serie de redondos de larga trayectoria a un toro que embestía con codicia. Después vinieron naturales sin limpieza y media estocada. Poco más.

Los antitaurinos estuvieron en la puerta dando la lata cuando empezó el festejo, pues a la entrada no se les vio por alli´ni se oían sus pitos y sus cánticos. Pero deben ser tan poco fieles a su credo, que cuando dieron las ocho y empezó el partido Barcelona-Madrid, se hizo el silencio. Hay que suponer que se habían ido, no que estuvieran rezando para que se prohibieran los toros. 

Ya queda menos para que vuelvan los toros a Cataluña. Los aficionados catalanes quieren que se abra La Monumental para La Merced. ¡Ojalá fuera posible!
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