En Sevilla, a veces, la lluvia no es una maravilla.
UN CADÁVER BAJO LA LLUVIA
Aquilino Sánchez Nodal
Madrid, 19/04/2012.-
El Arma de Aviación celebró un festival taurino en la plaza de toros de Sevilla en honor de su Patrona. La tarde se presentaba vestida de gris plomo, la noche anterior había llovido con ganas. Los tendidos presentaban un lleno a rebosar, nada que ver con el abono de 2.012. Salta al ruedo el tercer toro, de la ganadería de Pablo Romero que corresponde a "Gallito". Comienza un chirimiri suave que va aumentando a medida que la lidia avanza. Al poco "jarrea" brutalmente y comienza la estampida de público. La huida de espectadores se produce hacia cualquier parte, hay que guarecerse o salir de la plaza lo antes posible. En el toro anterior, segundo de la tarde, Domingo Ortega había realizado una faena magistral, variada, precisa, justa con un temple que resplandecía de ritmo y armonía. Domingo Ortega desparramó la esencia del toreo de forma tan perfecta que haría palidecer a los toreros actuales que están al margen de la emoción empeñados en adornos accesorios, pases y más pases despegados y sin profundidad, "Gallito", mató al toro bajo una cortina de agua.
La gente se amontonaba buscando las salidas, hasta el punto de taponar la puerta de arrastre. Las mulillas no podían salir al ruedo para arrastrar al Pablo Romero que estaba cerca del portón de cuadrillas. Allí quedaba el toro solitario, mojado e impresionante. Juan Belmonte, que presenciaba el festival exclamó:
- ¡Pobre animal! ... parece un asesinado.
En efecto resultaba una extraña visión, una mancha oscura en el albero. El tiempo pasaba, estábamos solos y empapados hasta los huesos en el tendido, la clara no aparecía y el toro seguía en la arena como si estuviera dormido. La sangre de su morrillo no lo parecía, sino rosas purpúreas que adornaban agradecidas la nobleza y desventura de aquel toro bravo.
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