sábado, 19 de mayo de 2012

MADRID: 8ª de Feria. El puro del veterinario / José Ramón Márquez


Esta degeneración de la naturaleza táurica echó ayer la Empresa del Arte y la Cultura
al ruedo de la Primera Plaza del Mundo

 El puro del veterinario

José Ramón Márquez

Ayer, a las tantas, una llamada de teléfono y el mazazo:

-Oye, que como resulta que han rechazado la corrida de Manolo González, han llamado a Jaime Guardiola y ahora mismo viene para Madrid un camión con los seis toros...

-¡Guau! ¡Menudo cambio!

-Pues sí..., pero, ¿sabes qué pasa?, pues que los toreros se han plantado y dicen que eso ellos no lo torean...

-¿...?

-Dicen que como llevamos una semana a base de juampedros, que por qué van a ser ellos los que tengan precisamente que pringar y comerse la de Guardiola...

-¿Y la Empresa? Les habrá mandado a la mierda, ¿no?

-¡Qué va! La empresa se ha rilado y han llamado a Bohórquez a ver si tenía disponibles seis toros sin cortar los cuernos, que como él echa casi todo a rejones...

-¿Y?

-Pues que ahora vienen hacia Madrid dos camiones, uno con Guardiolas y otro con Bohórquez, aunque con toda certeza, salvo que sean totalmente impresentables, se lidiarán los del segundo para dar gusto a los toreros.

-¿Pero qué toreros? ¿Curro Romero?

-Pues ésa es la cosa, que los toros son para uno que no tiene apoderado, para otro que es mexicano que ha hechos sus cositas en Madrid y para el pelmazo ese de Segovia, que cada vez está peor que la anterior...

-Pues anda, que la Empresa se ha cubierto de gloria. Esos mandan menos que yo en mi casa... Pero, bueno, pues entonces que dejen los Guardiola para sustituir a los de Peñajara, que por lo que me cuentan no están como para tirar cohetes.

-Mira, no creo. Más bien lo que pasará es que los Guardiola según lleguen a Madrid se volverán para Sevilla, que es muy complicado que a estas alturas de feria, cuando aún no se ha visto un toro, y con la gafancia que tiene esta Empresa, les salgan los Guardiola buenos y entonces la gente se dé cuenta de la basura que le llevan echando desde que empezó la feria.

-Pero vamos a ver, ¿y si tiran los veterinarios abajo a la de Peñajara, que es cosa segura?

-Pues entonces, no te hagas ilusiones y ponte en lo peor, que ahí está agazapado el del bestseller, el Pepito Veraguas y a lo peor nos colocan una del Tajo o de La Reina o del tajirreina.

-¡Dios mío!... Etcétera.

Como corresponde a la buena información recibida, hoy sale por chiqueros una escalera de caracol de Bohórquez, torillos con trotes adaptados al mundo del rejoneo, una escalera remendada con los números cabalísticos que les han tocado en suerte y que supuestamente representan los pesos de cada uno de los toros. Decimos toros por decir algo, porque lo de hoy eran tres yuntas de bueyes que es lo que hubiesen necesitado los del día anterior para sellar sus triunfos, y de hecho lo que ellos habían comprado a Victoriano era eso, sólo que ahora le han empezado a salir los juampedros mutantes y da la casualidad de que precisamente lo que menos quieren los toreros y los que les rodean es la presencia de mutantes en el ruedo, especialmente si tiran cornaditas o se defienden un poco.

Y los toreros... Ya solo escribir las palabras Miguel Abellán producen un bostezo. Hoy se puso extremadamente pesado tundiendo a la yunta que le correspondió en suerte a todo tipo de pases. Como los bichos no metían miedo, el de Usera se eternizó a base de pases y pases y más pases... y ni uno bueno. Fue el pelmazo mayúsculo y algunas series terminaron sin que se escuchase un solo aplauso, que ya es mérito. La gente se entretuvo en charlar de sus cosas y allí seguía Abellán hasta que algunos se impacientaron y le recriminaron su toreo inútil e intrascendente. Tal y como se le ha visto en sus dos actuaciones en esta feria, está para irse, pero con los Guardiola hubiese brillado más y no hubiese pasado tan desapercibido, porque con un poco de suerte todo lo que el torero no tenía intención de poner, lo hubiese puesto el toro.

Saldívar se ha ido creando un cartelito entre la afición en corridas domingueras o el día que con desparpajo iconoclasta se enfrentó en Valencia al Pétreo de Galapagar, siempre acompañado por los Pirri. Hoy, a plaza llena no ha dicho ni mu a los que nunca le hayan visto. Se ha revelado como un torero vulgar, sin interés, adocenado y anodino, que se sigue mirando más en July que en Luis Procuna, y la gracia que tenía, la ha perdido por completo en el día de hoy. Hubiese brillado más con la de Guardiola, incluso planteando esas faenitas por los terrenos de afuera, pues el toro habría puesto la emoción que el torero no trajo a la plaza.

El de Segovia, Víctor Barrio, es la releche. Desde sus principios como becerrista hasta el día de la fecha lleva una carrera descendente en la que cada actuación ha sido, como en el caso de aquel enfermo terminal al que le preguntaban por su estado, ‘hoy un poquito peor’. Es torero muy alto y con la yunta que le tocó en suerte pareció, en algún momento, que el toro se le iba a pasar por debajo de la entrepierna, también llamada el ‘arco del triunfo’. En el momento presente su tauromaquia de retirada pivota entre Miguel Tendero y Rubén Pinar. Si se hubiese visto frente a la corrida de Guardiola, eso le habría servido para tapar sus carencias y demostrar su decisión, y el toro habría dado más importancia a su labor, aún haciendo lo mismo que hoy hizo. Al menos lleva una buena cuadrilla en la que destacaron las ganas de Briceño de hacer bien la suerte, aunque marrase feamente el puyazo, que el hombre propone y Dios dispone, y Pedro Vicente Roldán, buen peón, aunque en el otro extremo se puso Alberto Zayas, que no tuvo empacho en tomar el olivo en sus dos pares.

Tremendo error de cálculo el de estos tres al anunciarse con un hierro y con un tipo de toro que por su bobería congénita sólo sirve para que artistas inmarcesibles escacharren los pelucos o para que otros dibujen sus colecciones de muletazos de haute-couture, toros totalmente inútiles para toreros como los tres de hoy, que se empeñaron en ir contra sus intereses, como cuando un pobre se pone un chaqué en una boda. Pasaron menos miedo, eso seguro, pero la apuesta estaba muerta desde el origen. En el pecado llevan la penitencia.

Hoy, a efectos culturales, la tarde era ese folio en blanco a la espera de las letras que le conviertan en El Quijote, la Elegía de Marienbad o el Discurso del Método. Tras dos horas y pico, el folio seguía lo mismo que al principio, que no había allí pintado ni siquiera un cuento de Monterroso. Oliéndose el asunto, Dragóno acudió a su burladero de gañote y Moncholi se declaró en huelga de hambre y en vez de su nutricio emparedado cotidiano, se zampó una bolsa de pipas.


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