viernes, 8 de junio de 2012

Rayas / Ignacio Ruiz Quintano



El chafarrinón consentido a Morante en la Primera Plaza de Toros del Mundo para el festival de la Beneficencia

Rayas

Ignacio Ruiz Quintano
Abc

  A petición de Morante (en seguida satisfecha por el jefe político del Taurineo en Madrid, que es uno que cita mucho a Serrat), la primera plaza de toros del mundo pintó de rojo, en plan tubo de signal-2 con rayas rojas y hexaclorofeno, las rayas del ruedo para el festival de la Beneficencia.

Morante es el consentido de la Decadencia, pero no sé yo si en Sevilla sería capaz de llevar a los maestrantes a pintar la Maestranza como la fachada del Hotel Silken Puerta de América en Madrid.

Desde Pizarro, el español tiene una cultura de la raya que responde a su carácter de cruz y raya, y por eso Camba pedía a los padres pedantones de la República que, en vez de una Constitución con artículos, hicieran una Constitución con rayas.

–Hasta aquí –se escribiría sobre una raya– pueden llegar los Gobiernos en su atropello de los ciudadanos.

La masa pipera que estos días va a los toros porque no hay fútbol, donde tanta importancia tienen las rayas, estalla en revuelta cada vez que un picador, aprovechando que en Madrid no se ponen multas porque no se cobran, pone una herradura del penco sobre la raya. La masa pipera, que no sabe que esas rayas las pintaron los picadores para protegerse, grita como pidiendo socorro (el socorro, ay, de un penalti) al policía que preside en el palco, y dada la formación taurina de algunos policías que presiden en el palco no sería extraño que un día lo concedieran.

Dice Arrabal que Morante, al que llama “Morente”, si fuera filósofo, sería Wittgenstein. Y visto el chafarrinón venteño (informalismo, se llama eso), si fuera pintor, sería Gordillo
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