jueves, 14 de junio de 2012

Rodolfo Gaona y su gaonera


Ahora que en España abundan los toreros mexicano, es buen momento der recordar a Rodolfo Gaona y su gaonera. Aunque se adjudica su creación al famoso banderillero Saturnino Frutos "Ojitos", que según la historia fue quien se la enseñó al mexicano Rodolfo Gaona, a éste correspondió luego darle forma en los ruedos. En sus orígenes pasó por ser un lance de toreros valientes, pero también de mucho lucimiento. En este trance, el cuerpo del torero no se ampara tras el capote, sino que deja el toro se arranque al costado del torero.

El escritor taurino Orts y Ramos, en su obra “Arte de ver los toros”, define la gaonera en estos términos: "Colocado el capote a la espalda , previo medio farol, se le presenta todo el vuelo al toro por un lado, hallándose el animal frente a él, se le carga la suerte cuando llega a la jurisdicción, y así que remata fuera se da media vuelta y de nuevo se le presenta el capote por el otro lado, repitiendo el lance tantas veces como el diestro considere oportunas".

En la fórmula que popularizó Gaona, el diestro se sitúa de perfil, cogiendo el capote con ambas manos por detrás del cuerpo, para que el toro pase alternadamente delante de él. La historia cuenta que la primera vez que se vio en los ruedos españoles fue en la corrida del 28 de Marzo de 1910 en Madrid, y se adjudica a Alejandro Pérez Lugín “Don Pío” la denominación de “gaonera”.

Pese a no haberla inventado Rodolfo Gaona, sino que se le adjuidca al famoso banderillero "Ojitos", por el sello tan personal que le dio a esta suerte. pasó a los Anales como de su invención.

Pasados los años, fue Pablo Lozano uno de los toreros con más acierto ejecutó esta suerte, para quien “con el capote a la espalda quienes han toreado bien han sido los grandes muleteros”.

En conversación con José Luis Ramón, para su “Todas las suertes por sus maestros”, el mayor de los hermanos Lozano confiesa: “la gaonera debemos entenderla como un ballet, en el que se produce un movimiento continuo, en el que nunca se para, desde que se empieza hasta que se termina, excepto en el momento perfecto en que el toro está pasando por el cuerpo del torero. El matador dicta la primera vez y ya siempre irá buscándole al toro el pitón contrario. Cuando el toro se para, y hay que citarle de nuevo, cruzándose, adelantándole otra vez el capote, entonces la gaonera pierde su magia. Por eso es necesario que el toro sea bravo y venga galopando de lejos, porque hay que darle sitio y distancia. Y también que se desplace, que no se quede debajo, para que el torero le gane la cara sólo con un paso, moviéndose lo menos posible”.

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