Erick Cortés al natural
Puerta Grande para Cortez y
Girón en El Sombrero
Cartel de veteranos espadas en
pleno llano venezolano
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
Inusitado interés había despertado el cartel que la tarde de
este domingo se tenía en los predios de la población llanera de El Sombrero,
enclavada en el estado Guárico. Nombres rutilantes de la cabaña de toreros
venezolanos de ayer y hoy estaban anunciados para despachar una corrida del
conocido criador de reses bravas yaracuyano Juan Campolargo.
Y el lleno en los tendidos de la portátil plaza de toros El Progreso no se podía esperar. El
llamado de los nombres de “Morenito de Maracay”, “El Rubi”, Erick
Cortés y Juan José Girón con un
bien presentado y serio encierro (como debiera de ser la norma) hizo que las
taquillas agotaran su boletería dispuesta, lo que demuestra que anunciando
toreros de interés colectivo responde el publico.
El balance artístico de la tarde se resume de la siguiente
manera:
Con lleno en los tendidos de la plaza, se han lidiado cuatro
toros de Juan Campolargo con sus
hierros que anuncia como Campolargo (1º y 3º) y Rancho
Alegre (2º y 4º), bien presentados, de dispar juego, destacando el
corrido en 3º, igualmente aprovechado a plenitud.
José Nelo “Morenito de Maracay”: palmas.
Manuel Medina “El Rubi”: oreja.
Erick Cortés: dos
orejas.
Juan José Girón: dos
orejas.
* * * * * * * * * * * *
Orellana, triunfador con cuatro orejas en Tucaní este pasado fin de semana, que esperemos revalide con sobrados méritos en septiembre próximo en su lar natal, Tovar.
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Siete orejas, la
mayoría de discutido merito
FIN DE
SEMANA DE OREJAS EN LA POBLACIÓN MERIDEÑA DE TUCANÍ
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
No hay
duda: el que se vista de luces o salga al ruedo, merece el mayor de los
respetos posibles porque arriesgar la vida no tiene ningún precio, más cuando
se hace en aras de lucimiento. Pero lo visto el pasado fin de semana en la
calurosa población de Tucaní, en el marco de sus festividades en honor a la
Virgen del Carmen deja atrás una profunda reflexión de lo que es actualmente el
lio del toro en nuestro país, y muy especialmente en las plazas de la pueblos
venezolanos.
De esta
maneta tenemos que se han organizado dos
tardes de toros en la surlaguense localidad merideña, donde se han dado cita
nombres conocidos de la baraja taurina nacional, en este caso diestros como Rafael Orellana, Eduardo Valenzuela,
Leonardo Rivera, Marcos Peña “El Pino”,
el coleta español Iker Cobo y el
jinete José Luis Rodríguez, todos
ellos ante reses de la vacada caroreña de Los Aranguez, contando como
epicentro de emociones el portátil ruedo de la destartalada plaza portátil La Esperanza, que actualmente regenta el
matador de toros inactivo Leonardo
Coronado, y que en una época fue propiedad del conocido empresario Pedro Navarro.
Con un
calor y sol abrazador (rondando en algunos momentos por encima de los 40 ºC) hemos
vuelto apreciar a las raíces de lo que generó las grandes ferias de las
capitales. Sí, fueron estas las que en poblaciones como Táriba, Ejido, y el
resto de poblados de los andes venezolanos, dieron pie a que se levantaran
plazas monumentales con aficiones consolidadas como San Cristóbal o Mérida. Eso
fue en una época, situación que actualmente por las condiciones económicas del
país y del mismo tinglado taurino ha degenerado en espectáculos de dudosa
categoría y con muchos limitantes que lejos de sembrar afición, lo que hace es ahuyentar
la poca que aún queda en existencia.
Vamos al
grano y a lo que fue dichos festejos…
El sábado,
con dos horas de retraso en el comienzo del festejo se lidiaron astados ya
mencionados de la ganadería Los Aranguez, quienes en su conjunto
lucieron justa presencia para la categoría de la plaza y del festejo, y en
general ofrecieron dispar juego, destacando la nobleza por el izquierdo del 1º,
los demás, parados, mansurrones, y en algunos casos justificable, pues poco se
le puede exigir embestir a un animal donde la escasa iluminación apenas dejaba
ver sombras a su alrededor, como fue el caso de la lidia del ultimo del
festejo.
El balance
artístico de los coletas actuantes, donde se registró poco menos de media
plaza, fue el siguiente:
Rafael Orellana, dos orejas.
Eduardo Valenzuela, palmas.
José Luis Rodríguez, dos orejas.
Iker Cobo, silencio.
Tarde esta
donde el retraso del festejo en su comienzo, condicionó que las ultimas dos
actuaciones se dieran lugar bajo la noche, con mínima iluminación, lo que en
parte dio pie al pobre balance, pese a
que en el resultado numérico se resalte el corte de cuatro orejas, que debieron
ser como mucho dos, pues las demás sobraron y convirtieron posteriormente en “pachanga” lo sucedido en la arena,
llamando posteriormente la atención como se condicionaba desde el mismo
callejón de la plaza al supuesto palco presidencial para la concesión de trofeos.
Descaro de algunos personajes ya conocidos quienes buscan con ello el enfermizo
rol protagónico que les ofrece parcializados y poco creíbles medios impresos,
televisivos y radiales, que se prestan a lo que se considera un engaño
sostenido y permanente de cara al espectador no así el aficionado, quien ya
sabe y conoce como se “cuecen la habas”
en este entorno.
Este pasado
domingo, se escenificó en este mismo ruedo la segundo y ultima tarde, con poco
más de tres cuartos de aforo de público, con reses de la misma divisa caroreña,
con el siguiente balance artístico:
Marcos Peña “El
Pino”, palmas
José Luis Rodríguez, oreja
Leonardo Rivera, palmas
Rafael Orellana, dos orejas.
Al final
con cuatro orejas, el coleta tovareño Rafael
Orellana se alzaría con como máximo triunfador de la feria, escenario que
desde hacía 25 años no se daban toros, del que hay que mejorar muchos elementos
de logística de cara al futuro, y sobre todo, seriedad al momento de premiar lo
acontecido en el ruedo, así y todo nos encontremos en una plaza de tercera
categoría.
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