En Defensa de la Fiesta de los Toros
Arturo Casillas González
El Rincon taurino
México, 17/08/2012.-A los taurófilos nos ha llegado la hora de
pasar a la ofensiva, no dejando ni una mentira sin contestar, ni una falacia
sin rebatir. Es de saber que para opinar y debatir se debe tener fundamento y
conocimiento de causa de lo que se pretende expresar, en esta postura descrita
me atrevo a defender categóricamente a la tauromaquia y acallar así las
ignorantes voces de los antitaurinos que achacan a los defensores del arte esa
incultura que es patrimonio exclusivo suyo.
El toro bravo o ganado de lidia existe hasta el
día de hoy por las corridas de toros y no por el contrario, el toro es el rey
el eje de la fiesta, es el único animal de abasto por así llamarlo que vive
hasta cinco años en estado de libertad gozando de pastar y caminar inmensas
extensiones de tierra llamadas ganaderías que son importantes patrimonios
ecológicos ya que resguardan y dan vida a centenas de especies que ahí habitan,
podríamos decir que el ganadero de bravo es un verdadero gestor medioambiental.
La carne no es costeable ya que su rendimiento a la canal es pobre comparado
con las razas bovinas de carne aunado al peligroso y delicado manejo debido a
sus condiciones natas de bravura, exponiendo lo anterior el toro bravo y su ecosistema
estarían condenados a la extinción y todo por una ignorante moda “animalista”
en defensa del toro, lo cual resulta a fin de cuentas una enorme contradicción.
Valdría la pena citar en este punto a Jacques Cousteau
un verdadero investigador y animalista Frances que entrego su vida al avance de
la ciencia…
in duda la ignorancia e intolerancia a un acto
que por humano es imperfecto pero que esta lleno de matices y que genera arte,
entrega y pasión deja ver la falta de cultura y falta de argumentos de los
abolicionistas que sin analizar lo que es la fiesta brava y todo lo que
conlleva solo utilizan los insultos como opción ya que carecen de la
intelectualidad para combatir tan fuertes argumentos, si quieren combatir la
fiesta que sea con bases sólidas sin engaños y con inteligencia no con vulgaridad,
ni vejaciones, como lo he dicho antes con conocimiento de causa. La fiesta no
tiene la culpa de que sus detractores sean cuadrillas de baja cultura y
educación lo que hasta cierto punto es entendible pues en si las expresiones
artísticas no son de fácil apreciación y pudieran parecer abstractas para
muchos sin siquiera serlo.
toreo es arte, lo es entre otras razones,
porque lo sublime trasciende más allá de lo racional, más allá de la
experiencia que cada cuál obtiene en la contemplación de la obra en sí, que en
el caso de la tauromaquia es su lidia, desde que el toro es recibido por el
torero hasta su muerte. El torero compone su propio ritmo mientras lidia. Si es
ritmo y compás es también danza, teatro, expresión corporal, interpretación,
que tiene que trasmitir para que el público se eleve, se desfogue en ese ámbito
de la transcendencia que une al hombre con lo divino. El torero interactúa permaneciendo
estático como eje de unión entre res y afición y en cuyas manos se encuentra
ilusionar o desmotivar, lo bello y artístico o lo manufacturado y técnico.
El toreo despierta pasiones y son muchos los
artistas, incluyendo filósofos, eruditos y premios Nobel que desde la
antigüedad han sido inspirados plasmando la tauromaquia en la pintura,
escultura, arquitectura, literatura, música, artes escénicas (danzas,
zarzuelas, ópera), cine… incluso indumentaria. El toreo es, por lo tanto, un
arte escénico más porque está pensado como tal con la particularidad de que
cada torero compone su guión a partir del toro y donde además de la intuición y
la expresividad, tenemos que unir el valor de la valentía, porque el riesgo es
en el peor de los casos la muerte. Los toreros, muchos de los cuales son
inmortales debido, no a que nunca van a morir sino que sus nombres quedarán
grabados en la historia de los hitos culturales de nuestra sociedad, nos
regalan esos momentos sublimes en los que la felicidad y la abstracción nos
elevan el alma al ámbito de lo eterno.
Como prueba palpable de que la tauromaquia
transciende lo cotidiano y usual para convertirse en algo excepcional se
encuentran aquellos hombres y mujeres que participaron en la evolución y
mejoramiento de la fiesta taurina, y de todos aquellos, muchos, que dejaron su
vida en la arena de una plaza de toros.
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